Grecia: un espejo para mirarnos y pensar el futuro
|ESPECIAL (por Adán Humberto Bahl *).- Grecia está en crisis, esta crisis -y la decisión que hoy debe tomar el pueblo griego- nos recuerda a la Argentina de hace poco más de una década. Mirar con atención lo que pasa en Europa nos da buenas claves para pensar nuestro futuro.
Después de la crisis financiera mundial que comenzó en los Estados Unidos en 2008, la Eurozona está todavía en proceso de recuperación. Muchos países tienen problemas de deudas sin resolver, el nivel de desempleo es alto en España, Portugal, Italia (por ejemplo, más del 50 por ciento en España entre los trabajadores de 25 a 35 años de edad) y las perspectivas para el futuro están llenas de incertidumbre.
La crisis económica en Grecia se inició en 2009 y en 2010, el gobierno puso en marcha una reforma fiscal con el objetivo de controlar el déficit presupuestario. Sin embargo, esta reforma resultó insuficiente y el FMI sugirió una reforma más profunda, a la que llamaron Programa de Austeridad. Entre otras medidas, Austeridad incluyó despidos de trabajadores del Estado (ya se han consumado 15mil), un 40% de reducción en las pensiones, la eliminación del aguinaldo, las suspensión de las negociaciones colectivas, privatizaciones, aumento del IVA, introducción de nuevos impuestos, menos inversión pública, menos presupuesto para salud y educación y flexibilización laboral.
Entre 2008 y hoy, el PBI de Grecia cayó 25% aproximadamente y el desempleo se triplicó alcanzando el 26%. Los jóvenes son los que más lo sufren, con tasas de 58% de desempleo. El 45% de los jubilados no alcanzan a cubrir la canasta básica (son pobres). El 40% de los niños viven por debajo de la línea de pobreza. El peso de la deuda pública sobre el PBI es de 177%. Si bien existe un contexto internacional de crisis, economistas de todo el mundo coinciden en que esta situación es producto de las políticas aplicadas del Programa Austeridad (Krugman y Stiglitz, ambos premios Nobel de Economía, entre ellos)
Escenario actual en Grecia:
El ritmo de los acontecimientos se precipitó durante la última semana. El FMI y BCE siguen insistiendo con la receta que Grecia tiene que cumplir los objetivos del programa de Austeridad. De otro modo, no están dispuestos a prestarle más dinero ni a refinanciar la deuda que mantiene el país con estos organismos.
Por su parte, Syriza -el partido político de izquierda que gobierna Grecia desde 2015- no acepta la imposición de medidas de Austeridad. Ante esta situación, el Primer Ministro Tsipras decidió poner en manos del pueblo griego la decisión de aceptar o no la propuesta de Austeridad de la “troika“ (que es como llaman al grupo que conforman la Comisión Europa, el BCE y el FMI).
Hoy, domingo 5 de julio se hará el Referéndum. Los griegos tienen la opción de votar por el Oxi, NO aceptar la Austeridad, o por SI aceptar el paquete de ajustes que supone Austeridad.
Lo que busca el gobierno griego es que la población los apoye, votando masivamente por el NO. Eso les daría mayor legitimidad para negociar frente a la troika. Desde ambos bandos se busca evitar la salida de Grecia de la Eurozona.
Como se ve, la situación de Grecia es muy similar a la de Argentina del 2001, aunque con algunas diferencias fundamentales:
1) Argentina salió de la crisis por medio de una devaluación que le hizo recuperar competitividad y ubicarse en los mercados internacionales. Grecia aquí tiene 2 desventajas: para poder devaluar, debería salir del Euro (ya que no puede decidir el valor del Euro con respecto a otras monedas del mundo) y eso tiene muchos costos asociados en lo económico y lo político. Por otra parte, aún si devaluara, Grecia no tiene la misma capacidad exportadora de Argentina. En ese sentido, una devaluación es una opción entre difícil y poco beneficiosa.
2) Grecia es parte de una unión económica, comercial y monetaria (no era el caso de Argentina en 2001). Sus decisiones afectan al resto de Europa y es por eso que el resultado es tan importante. Algunos economistas plantean que una salida de Grecia puede ser el inicio de una crisis financiera generalizada en la Eurozona.
Más allá de estas cuestiones (que son solo para entender mejor el panorama), lo cierto es que se puede plantear el paralelo entre la situación actual de Grecia y la de Argentina en 2001.
La crisis en Grecia es un claro ejemplo que las políticas neoliberales están vivas y se siguen cobrando víctimas en el mundo. El programa de Austeridad, tan similar a los ajustes que imponía el FMI a Argentina en los ’90, solo significa más hambre y miseria para los pueblos. Grecia hoy tiene 26% de desempleo y los jóvenes griegos están en 60% de desempleo. La pobreza se multiplicó al mismo tiempo que su economía se desplomó durante los últimos 7 años. La respuesta a la crisis en que entró la Eurozona en 2008 fue hacerles caso a las recetas del FMI y agravar la situación con más y más ajuste. No es el único país en esta situación, también España, Italia, Portugal (entre otros) enfrentan altas tasas de desempleo y los obligan a seguir las recetas del FMI.
A la luz de estos fenómenos se vuelve mucho más importante el proceso de desendeudamiento que llevó adelante de nuestro país. Cuando Néstor Kirchner asumió el gobierno, el peso de la deuda en Argentina era de más del 130% del PBI. Sin embargo, se reestructuró y se pagó a lo largo de la década. Ese proceso de desendeudamiento significó la independencia económica de nuestro país, recuperar las políticas públicas y el poder de orientar el financiamiento al sector productivo, a la economía real y no a la economía de la especulación financiera. Pero la pelea no termina y nuestro país sigue luchando contra la extorsión de los fondos buitres, que son los mismos que están esperando para hacerse un festín con los bonos en Grecia.
Por eso, como sostiene Daniel Scioli, Gobernador de la provincia de Buenos Aires y candidato a la Presidencia, esta situación nos tiene que abrir los ojos para decirle NO a quienes defienden las políticas de ajuste, el neoliberalismo.
Hay que ver y entender que lo que necesitamos es un mercado de capitales y ahorro que alimente a la producción real, a las pymes, a los emprendedores. Que generen trabajo. El financiamiento tiene que venir de la mano de oportunidades, no atado a imposiciones que nada tienen que ver con las necesidades de la población.
En momentos de crisis, como el de Grecia, es donde más se revela la necesidad del Estado presente, mediando entre las fuerzas en pugna. De un Estado que entienda que “los números tienen que cerrar, pero con la gente adentro“. Y eso solo se logra generando trabajo y redistribuyendo el ingreso, generando más inclusión.
(*) Ministro de Gobierno y Justicia.-