Gastón Narcotti, el Ironman de la UADER
|Gastón Narcotti representó días atrás a la Argentina, y en especial a la Universidad Autónoma de Entre Ríos, en la edición 2016 del Ironman que se desarrolló en Port Elizabeth, Sudáfrica. Una durísima competencia enmarcada en paisajes maravillosos, acantilados que terminan en playas extensas con un mar color turquesa que las acaricia por momentos y que las golpea por otros, con rompientes que salpican un rocío sobre la ruta por la que transcurre la carrera. Sobre esta experiencia, el docente de la UADER y miembro de la Dirección de Criminalística de la Policía entrerriana, dialogó en exclusiva con Cuestión Entrerriana.
“Hoy por hoy, el Ironman si bien ha dejado de ser la más dura, ya que existen los denominados Ultraman y otras formas de triatlón más exigentes, es la competencia en la que aspira participar todo aquél que es aficionado al triatlón; es una especie de meca a donde todos deseamos llegar debido a la dificultad que implica no sólo desde lo físico, sino también desde lo mental ya que sin una mente positiva por más entrenado que se esté es imposible completar los 226 kilómetros totales más aún pugnando por el mismo objetivo con más de dos mil antagonistas”, expresó nuestro entrevistado en la apertura de una muy jugosa charla.
¿Qué nivel tuvo la organización?
-Extraordinario ya que no falta absolutamente nada; todo es impecable y el show o circo, como le solemos decir, es algo que te deja sin palabras. La natación inicia bien temprano por la mañana cuando el sol todavía no ha salido en su totalidad, sólo el resplandor sobre el horizonte te permite distinguir todo lo que te circunda. En este tipo de eventos de calidad no falta absolutamente nada, música, aliento de la gente y de un locutor en vivo, filmación desde un helicóptero, hasta un grupo de nativos que, haciendo sus danzas autóctonas, alientan a los corredores.
¿Cómo hicieron para que la natación no represente un verdadero riesgo con dos mil atletas?
-La etapa de natación resultó bastante más tranquila de lo que creíamos en la previa ya que los organizadores decidieron largar la gente en tandas y así disminuir la cantidad de competidores nadando juntos. Si todos entrabamos al agua sería casi inevitable recibir un golpe de una brazada o patada, cuando no algún atleta que, asustado por la marea de gente que se viene encima, se pueda agarrar de nosotros. Por supuesto nada queda dejado al azar y la seguridad durante los casi cuatro kilómetros de natación en el mar es total.
¿Fue fácil la adaptación a la temperatura del agua, corrientes y oleaje?
-El epicentro de la competencia se ubica dónde el océano atlántico se encuentra con el Índico. La temperatura es bastante más cálida que en las costas del Uruguay en estas épocas debido a la mezcla de corrientes, sin embargo el mar es mucho más bravo y las olas hacen que por momentos las enormes boyas amarillas y naranjas que demarcaban el circuito no pudieran verse ya que uno se perdía nadando entre ola y ola. No obstante ello, siempre se pueden ver personas en tablas vigilando a los nadadores. El único inconveniente sufrido durante la natación tuvo que ver con algo que me pareció oír del locutor en ingles previo al inicio y estaba relacionado con la presencia de aguas vivas azules y que si éramos alérgicos no ingresáramos al agua pero como yo jamás había estado en Sudáfrica no tenía idea de lo mucho que ardían sus picaduras tal y como lo comprobé cuando se me pegó una al hombro izquierdo.
¿Qué hiciste con semejante ardor?
-Por un lado fue bueno ya que me permitió estar concentrado en el dolor y no en que me faltaban mil seiscientos metros por nadar según mi reloj. Por el otro, me preocupó el tema de la alergia, por eso iba constatando si se me inflamaba el labio como reacción primaria. Felizmente, no pasó nada. Así fue que salí del agua luego de una hora y dieciseis minutos listo para ir a buscar mi bicicleta, ahí donde un comando de asistentes te atacan y te ponen protector solar para protegerte durante las más de cinco horas que se vienen por delante de ciclismo.
Y a rodar, a rodar…
-Pintado como una puerta con protector solar, y con toda la vaselina posible para evitar paspaduras, salimos a rodar por las rutas sudafricanas, dos vueltas de noventa kilómetros por paisajes de película. El circuito elegido fue bastante bondadoso con nuestras piernas, salvo por algunas pendientes empinadas pero cortas. La asistencia durante la etapa de ciclismo es absoluta, cada veinte kilómetros uno puede encontrar puestos de hidratación y comida, donde asistentes te ofrecen agua y bebidas isotónicas del tipo Gatorade en abundancia además de alimentos y esponjas embebidas en agua fría. De igual manera, cada sesenta kilómetros uno puede encontrar carpas con personal mecánico que te asiste si se te ha dañado la bicicleta.
¿Cómo se hace para no perder la concentración con tanto esfuerzo psicofísico y tan bello paisaje?
-Las vistas de las playas desde la ruta fueron fundamentales para mí ya que los ciento ochenta kilómetros de ciclismo, algo más de seis horas de pedaleo continuo, se pasaron muy rápido mientras uno iba contemplando el paisaje. Eso sí, la concentración debió estar presente en todo momento ya que un error en la estimación de las energías podía hacer que uno intentara ir más rápido de lo aconsejable; la adrenalina es un mal consejero, y podía hacer que cuando uno descendiese de la bicicleta, correr los cuarenta y dos kilómetros fueran una verdadera tortura.
Por ende el ritmo constante es clave, me imagino…
-¡Exacto! Elegí un ritmo constante de treinta kilómetros por hora donde el velocímetro era el ritmo cardíaco que señalaba que mi esfuerzo no podía superar los ciento cuarenta y cinco pulsos (aconsejado por mi entrenador como lo recomendable u óptimo para conservar energías para el pedestrismo). Después de más de dos horas de pedalear el cuerpo se acostumbra a un movimiento circular de las piernas, y entonces intentar correr inmediatamente después de bajar resulta en un gesto bastante extraño desde la visión de los espectadores.
Cómo respondió la bici…
-¡De diez! Y eso que es algo viejita. El tria tiene eso… mucho pasa por la facha; podes ser una tortuga pero con la bici más cara posible (Risas). La prueba es que pasé gente con bicis de cien mil pesos. Es todo un tema el de las bicicletas porque se hacen muchas cosas mal. Por ahí vos pagas por una bici de carbono que pesa quinientos gramos menos que una de veinte mil pesos menos pero la llenas con tres caramañolas de agua de medio litro cada una sabiendo que en la bici hay puestos de hidratación cada cuarenta kilómetros. Yo uso una Merida Warp 2009. Es de aluminio que vendría a ser una mezcla de contra-reloj y rutera. La ventaja es que no es un pura sangre de velocidad que te obliga a ir como acostado sobre la bici, y eso te mata el cuello y cintura, por lo que te permite ir un poco más cómodo, pero con la contrapartida de que ofreces más resistencia al viento y eso te mata las piernas tarde o temprano.
Llegó la hora del pedestrismo… ¿Habías corrido semejante distancia alguna vez? No debe haber sido sencillo con tu biotipo…
-Nunca. La distancia eran poco más de cuarenta y dos kilómetros por la región costera de la ciudad de Port Elizabeth. Fue todo una aventura. Yo soy pesado, ya que liviano peso noventa kilos así que estoy lejos del biotipo de corredor de fondo o larga distancia, por lo tanto correr a mí me cuesta, y mucho. Salí sintiéndome muy bien, pero a los dos o tres kilómetros me pegó un pinchazo tipo calambre en el isquiotibial izquierdo. Me faltaban treinta y nueve kilómetros… Si me acalambraba no terminaba la carrera, así que paré en un puesto de hidratación, me metí una esponja bajo la calza y me calmó. Así que en la medida que iban apareciendo nuevos dolores me metía una esponja tras otra, por lo cual terminé y estaba lleno de esponjas por todos lados del traje. Otra anécdota… me acuerdo que a los veinte kilómetros se me desataron los cordones; me senté en un cordón y casi no me puedo parar porque se me endurecieron las dos piernas y así -como enyesado- volví a correr.
Por ende, la fortaleza mental es clave…
-¡Totalmente! Estas carreras son un sube y baja de ánimo constante. Por ahí te sentís bárbaro y por ahí te venís abajo al toque, sin considerar a los punteros que practican otro deporte porque van a ritmos que el noventa y nueve por ciento de los mortales no vamos a conseguir jamás. El resto vamos muy despacio. Calculá que un trote, que es una caminata rápida, anda por los seis minutos por kilómetro, y a ese ritmo si lo podés mantener, y digo ‘si lo podes mantener…’ porque las piernas no responden.
¿Hay controles anti-doping?
-No para los mortales como nosotros. Jamás escuché que haya pero me imagino que debería haber para los Elite o Pro. Da que pensar porque los Elite tienen rendimientos que son de otro mundo. Vos calculá que el que ganó hoy a la tarde el Ironman de Florianópolis después de nadar los tres mil novecientos metros fuerte, rodó en bici a casi más de cuarenta kilómetros por hora los ciento ochenta, y se bajó a correr a tres minutos, treinta segundos por kilómetro. Yo ni haciendo pasadas de mil metros puedo mantener ese ritmo a pie y el tipo lo corrió durante cuarenta y dos kilómetros. Calculá que se fue a Nogoyá en bici y después corrió desde acá hasta Diamante a un tiempo de locos…
Insisto… Más allá de los biotipos o las dotes, lo actitudinal es fundamental…
-¡No lo dudes! Vos recordarás que jugué durante años al básquet, pero este deporte me enseñó una frase: ‘se me apagó el tele’. Y es lo más descriptivo que he escuchado en mi vida deportiva. De golpe y porrazo venís bien, se te bajaron las reservas de energía y te planchás. Querés pero no podés, y es un segundo y no te recuperás más. Parece tan simple, pero es así; se te apaga el tele porque no comiste lo suficiente o al tiempo que tenías que hacerlo durante la carrera y estás listo, te arrastras como una babosa. En estas carreras si bien hay mucha gente, corrés contra vos mismo.
La sensación de llegar debe ser sublime…
-Te sube un escalón en todo sentido. Sabés que podés lograr cosas que no creías. Te da un grado de confianza increíble. Se te erizan los pelos cuando entras a los doscientos metros de la alfombra roja y el relator te dice tu nombre y te dice ‘you are an Ironman’; parece simple, pero es increíble. Quedé en la posición 500, y estaba feliz cuando terminé. Mil quinientos tipos terminaron atrás mío. Necesité cuatro horas y veinte minutos, para finalizar la prueba pedestre y completar las doce horas y seis minutos para graduarme de Ironman.
Participaste en la Categoría 40-44 años… ¿Cuántos argentinos lo hicieron?
-No más de treinta entre los dos mil que corrimos. La mayoría elige destinos más cercanos por cuestiones de costo y de desconocimiento, porque Sudáfrica es muy barato y el costo de la inscripción es igual en todo el mundo. De Entre Ríos participamos Juan Coassolo de Crespo, Ricardo ‘Pichi’ Fariña de Gualeguaychu, otro que no conozco y había atletas de Rosario, Santa Fe y Buenos Aires.
¿Cómo te bancaste esta experiencia?
-A puro pulmón junto a Verónica, mi señora. Es todo muy caro… la alimentación, la suplementación, el equipamiento. Calculá que un par de zapas te duran al volumen que se le mete de entrenamiento seis meses; después aunque están estéticamente impecables ya no son efectivas amortiguando así que hay que cambiarlas. El viaje, si bien no es barato, lo pudimos tarjetear y lo financiamos. Casi la gran mayoría sino la totalidad corremos financiados por nosotros mismos. Tocamos algunas puertas pero no conseguimos ni un traslado a Buenos Aires.
O sea… cuatro entrerrianos entre dos mil competidores de todo el mundo, ¿y ni el más mínimo apoyo estatal o de empresas?
-Exacto.
Qué consumiste de alimentación en la previa y durante la prueba…
-En los dos últimos días consumí muchos hidratos de carbono, harinas, pastas, pizza. Durante la carrera, se llevan algunas cosas que ya vamos probando durante los entrenamientos. Geles con cargas de hidratos, los cuales se consumen cada treinta minutos en la bici, masalgunas barras energéticas intercaladas y frutos secos para cortar lo dulce de los geles. La idea es ir comiendo todo el tiempo poquito y fundamentalmente hidratarse mucho. Calculá que en la bici vas a pasar como mínimo cinco horas y como máximo (según nuestro ritmo), siete; así que llevas un kiosquito upa. El caño transversal de la bici va tapado de geles encintados por la punta para ir arrancándolos de a uno.
Amén de tu Familia, ¿quiénes te han apoyado? ¿Tenés entrenadores, guías, médicos, a quien agradecer?
-Mi entrenador es Fernando Hairala, uno de los primeros locos en correr Ironman. Es muy casero lo nuestro; si fuera como debe ser debería tener nutricionista, médico deportólogo, psicólogo deportivo, entrenador general o tres entrenadores, uno por cada disciplina. Imaginate que sería impagable todo eso. Por eso con Fernando tratamos de acordar los volúmenes de carga para evitar lesiones y adecuarlos a los objetivos reales y a los tiempos laborales, de la flia, etc. No me quiero olvidar del orientador de natación: Cristian Pérez, del Club Estudiantes.
¿Qué les dirías a los estudiantes de la UADER respecto a esta experiencia? ¿Los contagiarías a que te imiten?
-Sí; ¡ni hablar! Creo que es el mejor ejemplo de que con esfuerzo se puede todo aunque los tiempos no den, aunque quizás el físico no sea el mejor, o no tengas todo el apoyo. La UADER me ha dado satisfacciones en diversos aspectos; de hecho, me posibilitó tomar la licencia sin mayores inconvenientes, y eso se valora. Así es el deporte amateur. Fundamentalmente, desarrollado a partir de las ganas de quien lo practica. La gratificación está en poder hacerlo, aparte de que es un cable a tierra y se vuelve una necesidad. Te lo reitero… realmente uno siente orgullo al pasar la meta ya que son muchas horas de entrenamiento y esfuerzo durante mucho tiempo en el cual uno deja la familia y posterga hasta las amistades. Doble turno lunes, miércoles y viernes haciendo natación y pedestrismo, jueves y viernes ciclismo y los sábados fondos de más de 100 km en bicicleta, sumando en algunas oportunidades un poco de pedestrismo. Esto sí o sí te quita tiempo, tiempo que no se comparte con la familia y cuando uno está en casa realmente hace ” la momia” como me gusta decir ya que uno queda prácticamente en estado catatónico y hasta hablar se vuelve “agotador”. No es fácil y no ha sido fácil acompañarme en estos tiempos por lo que la carrera ha sido un logro de mi esposa y de mis hijos. Y es la única forma en la que esto se puede lograr.
Un docente ejemplar
Gastón Narcotti es Licenciado en Biotecnología. Se desempeña como perito en la Dirección de Criminalística de la Policía de Entre Ríos, y es docente de la Tecnicatura en Papiloscopía de la Facultad de Ciencia y Tecnología UADER.
Aparte, tiene una pequeña empresa destinada a la producción de equipamiento lumínico de uso forense y odontológico.
Está casado con Verónica y tiene dos “Cachorros”: Santiago y Franco, de 8 y 5 años respectivamente, y como ya contó, está casado con Verónica.
Hace más de 7 años que hace triatlón, empezando con distancias cortitas, 750 metros de natación, 20 km en bici y 5 corriendo, hasta que se fue enganchando cada vez más y esto se volvió parte de su vida. Hoy, ya con 40 años que no ve otra forma de pasar sus días sin hacer un poco de ejercicio.
Lo que viene…
“Teníamos ganas de ir en enero del 2017 a Chile pero hay que congeniar las vacaciones, la Familia y el deporte. Lo veo complicado; estamos evaluando entonces Florianopolis para mayo del año próximo”, anticipó Gastón.
El orgullo de ser argentino
“Fue un orgullo ir por Argentina, aunque no hubo Selectivo ni nada por el estilo. Fui porque pude; porque entrené muy duro y porque me lo pagué. Igualmente, me sentí muy orgulloso de tener escrito argentina en el body y obviamente mi apellido. Espero que no sea la última vez”, concluyó Narcotti.