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Fútbol para Todos: una pérdida innecesaria

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- O el gobierno nacional pone de una buena vez por todas patitas en la calle a tantos inservibles, oportunamente designados para manejar el marketing del Fútbol Para Todos, o la presidenta y las caras visibles del proyecto quedarán expuestos a un lapidario manto de dudas en cuanto a los fines de la causa. El modelo de “negocio” solo arrojó “libertad” en grilla televisiva sin codificar y establecimiento de pautas oficiales cuyo contenido ya se torna absurdamente en una especie de adoctrinamiento.

 

Si bien admitimos que fue bueno el cortar la monopolización de los derechos de TV explotados por el Grupo Clarín, NO HUBO una estructura de CREATIVOS en publicidad y marketing que sedujeran a capitales privados a sponsorizar las transmisiones que, a su vez, siguieron siendo manejadas por periodistas “estrellas” que solo cambiaron hipócritamente de camiseta y mantuvieron estilos patéticos, con pobrísima producción, reiterando viejos clichés, y sin darle frescura a la espontánea gestación de noticias para no caer en la lectura de diarios o páginas webs especializadas en gestar rumores del mercado, etc, etc…

 

Así, el producto exhibido fue MEDIÓCRE, previsible, y hasta generador de fastidio en el televidente que no dudó reiteradamente en apelar a bajar la tele y escuchar la radio mirando la pantalla más allá del delay usual. Claro que, ello fue también observado por las empresas que no se vieron seducidas por la oferta de sponsorización y así las tandas fueron tan tediosas como predecibles por el contenido y hasta tono de las mismas pretendiendo lucir una gestión de gobierno plena de virtudes y carente de la más mínima dosis de autocrítica sobre lo mucho que hay por hacer aun, dejando entrever que las transmisiones terminarán siendo una plataforma de preceptos políticos y ya no se verá más un tandeo privado.

 

De ésta manera, el propósito de hacer rentable las emisiones termina en un fracaso estrepitoso que le cuesta muchos millones al país cuando hay otras necesidades que, si bien se procuran satisfacer, generan sensibles padeceres a gran parte de la sociedad argentina mientras el Estado subvenciona a clubes que “invierten” millones sin control.

 

Lo paradójico es que, el gobierno dio la impresión de querer LIMITAR a TyC o a Fox, sin embargo éstas mantuvieron su clientela habitual con las transmisiones al exterior, o la multiplicación de espacios con móviles en vivo y una promoción/producción mucho más rica, ágil, que atrae pautado privado sin siquiera buscarlo, al mejor estilo “dejad que las empresas vengan a mí…”

 

Mientras, desde el gobierno hay necios, obtusos, absurdos mesiánicos que creen lograr captar capitales privados para reprivatizar el proyecto desde el plano publicitario, aunque los números que se ponen sobre la mesa son escandalosos y así se vislumbra que el déficit se ahondará pues los balances no cierran para nada habida cuenta que la comercialización no ha sido lo suficientemente seria y eficiente para que garantice que ese servicio se lleve a la práctica sin que el Estado tenga que poner un solo centavo.

 

Por consiguiente, se está traicionando el deseo de la propia presidenta en lo inherente a intentar NO hacer un negocio con el deporte, sino promoverlo.

 

Aun con semejante panorama, el emprendimiento sigue teniendo gran potencial, pero inocultablemente es deficitario, mientras presiones, denuncias, operaciones, y sospechas escandalosas de “arreglos” de coimas y de resultados deportivos salen a la luz, en medio de una batalla política de múltiples intereses cruzados.

 

Casi nada de lo que vemos en el fútbol es real. Se ha terminado montando un escenario donde los hechos que suceden, en realidad, son la cortina de otros sucesos mucho menos inocentes y genuinos que una pelota en juego o que la pasión de un hincha.

 

La ilusión, la ingenuidad, el amor incondicional del hincha, el “esperar” de cada fin de semana como si fuera el último, las charlas diarias, la pasión por los colores, la camiseta, por nada y todo a la vez del 90 % de la gente que vive realmente el fútbol son utilizados, pisoteados, bastardeados desde hace mucho tiempo por el 10 % restante. Todo lo genuino que el fútbol tiene y debería tener, es destrozado de a poco por intereses que no deberían tener nada que ver con el alma de este juego.

 

Pero, no obstante, todo tiene que ver con todo. El dinero de la TV, los miles de millones de pesos al año que la AFA maneja “sin control” según los opositores a Grondona, el Fútbol Para Todos -muy deficitario- los ingresos por publicidad, la pauta oficial, el dinero por entradas, por derechos, por la Selección, por las transmisiones, por los pases mega millonarios de los jugadores (otra fuente de negocios sospechados que ha incluido hasta la falsificación de documentos y datos personales), las necesidades y la avidez de clubes desfinanciados, la mayoría fundidos y mal administrados, y la ambición desmedida de dirigentes que viven del fútbol y del poder político que brinda… Es un negocio enorme. ¿Quién puede dudarlo?

 

Y si bien nadie puede estar en contra de que en el país del fútbol la gente tenga acceso a la televisación de los partidos, es indudable que el programa Fútbol Para Todos se ha transformado en una herramienta de propaganda electoral por cuenta de todos los argentinos, justamente, que desde su implementación han costeado con sus impuestos una suma millonaria por un producto, además, de mala calidad.

 

La pelota no se mancha, pero la verdad es que se ensucia cada vez más. El fútbol debe democratizarse e independizarse del poder político. Lo contrario sólo favorece el clima de corrupción, de presiones, de negocios fabulosos, de alianzas espurias, de tráfico de influencias, de manejos políticos siempre a espaldas de la gente, del hincha, del apasionado que va a la cancha o prende la TV pensando, de buena fe, que lo que está viendo es cierto.