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Frente a todos los cardenales del mundo, el prelado Víctor Fernández defendió férreamente a Francisco

Delante de los casi doscientos cardenales del mundo, el clérigo que fue más cercano al papa Francisco, el cardenal argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández, protagonizó una encendida defensa de Jorge Bergoglio ante las críticas de “algunos deshonestos que decían que defendía a los perezosos, a los holgazanes, a los ociosos, a los delincuentes” cuando él afirmaba que “el trabajo es la mejor ayuda para el pobre”.

Fue en la homilía de la sexta misa como parte de los nueve días de luto por la muerte del pontífice oficiada en la Basílica de San Pedro, en un alto de los plenarios de todos los cardenales lo que se llama “Congregaciones Generales”.

Los cardenales se reúnen y debaten en esta Congregaciones Generales, hasta que empiece el cónclave el miércoles, la situación de la Iglesia en el mundo, los desafíos que afronta y el perfil que debería tener el futuro papa.

Fernández fue el único clérigo argentino que Francisco llevó al Vaticano y lo hizo casi al final de su papado para ocupar el importantísimo cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el mismo que ocupaba el entonces cardenal Joseph Ratzinger antes de ser elegido papa y como progresista suscitó la resistencia de los sectores eclesiásticos más conservadores.

El hecho de que este jueves se haya celebrado el Día del Trabajador le posibilitó a Fernández el marco adecuado para referirse a la relación de Francisco con los trabajadores “que estaban tan presentes en su corazón” y recordó un video que Jorge Bergoglio envió a una reunión de empresarios argentinos en el decía que no se cansaba de referirse a “la dignidad del trabajo”.

Citó un tramo en el que se defendía de quienes lo acusaban de no promover la cultura del trabajo.“‘Algunos me han hecho decir que propongo una vida sin esfuerzo, o que desprecio la cultura del trabajo’. De hecho -dijo Fernández, algunos deshonestos dijeron que el papa Francisco defendía a los perezosos, a los holgazanes, a los ociosos, a los delincuentes”.

Pero él insistía -agregó el purpurado que fue hasta su designación en Roma arzobispo de La Plata: “‘Imaginen si se puede decir esto de mí, un descendiente de piamonteses, que no vinieron a este país con el deseo de ser mantenidos, sino con un gran deseo de arremangarse y construir un futuro para sus familias’. Se ve -añadió- que les habían molestado”.

“Porque -puntualizó- para el papa Francisco, el trabajo expresa y alimenta la dignidad del ser humano, le permite desarrollar sus capacidades, le ayuda a entablar relaciones, le permite sentirse colaborador de Dios para cuidar y mejorar este mundo, le hace sentirse útil a la sociedad y solidario con sus seres queridos”.

Tras afirmar que “el trabajo, más allá del esfuerzo y las dificultades, es un camino de maduración humana”, Fernández señaló -volviendo a citar a Francisco- que el posibilitar el desarrollo de una tarea ‘es la mejor ayuda para un pobre’. Es más, ‘no hay pobreza peor que la que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo’”.

“Cada persona es tan digna y debe ser tomada tan en serio que no se trata solo de darle cosas, sino de promoverla, dijo y destacó: “Es decir, que pueda desarrollar todo el bien que hay en ella, que pueda ganarse el pan con los dones que Dios le ha dado, que pueda desarrollar sus capacidades”.

En otra alusión, esta vez implícita a otra acusación que se le hacía a Francisco en Argentina de no reconocer la meritocracia, Fernández dijo que Francisco advertía que “había que tener cuidado con algunos discursos falsos sobre la ‘meritocracia’”.

“Porque -añadió- una cosa es valorar los méritos de una persona y recompensar sus esfuerzos. Y otra cosa es la falsa ‘meritocracia’, que nos lleva a pensar que solo tienen méritos aquellos que han tenido éxito en la vida”.

En ese sentido, dijo. “Veamos el caso de una persona que nació en una buena familia y fue capaz de aumentar su riqueza, llevar una buena vida con una bonita casa, un coche y vacaciones en el extranjero. Todo va bien. Ha tenido la suerte de crecer en las condiciones adecuadas y ha realizado acciones meritorias. Así, con sus capacidades y su tiempo, ha construido una vida muy cómoda para él y para sus hijos”.

“Al mismo tiempo veamos -agregó-, alguien que trabaja con sus brazos, con méritos iguales o mayores debido al esfuerzo y al tiempo que ha invertido, no tiene nada. No ha tenido la suerte de nacer en el mismo contexto y, por mucho que se esfuerce, apenas consigue sobrevivir”.

Y completó: “El papa Francisco lanzó un grito profético contra esta falsa idea. Y en varias conversaciones me señalaba: ‘mira, nos hacen pensar que la mayoría de los pobres lo son porque no tienen ‘méritos’. Parece que es más digno el que heredó muchos bienes que el que hizo trabajos pesados toda su vida sin poder ahorrar nada ni comprarse una casita”.

“Por eso afirmaba en (la exhortación apostólica) Evangelli gaudium que en este modelo ‘no parece tener sentido invertir para que los que se quedan atrás, los débiles o los menos dotados puedan abrirse camino en la vida’”, subrayó.

Y concluyó: “La pregunta que se repite es siempre la misma: ¿los menos dotados no son personas humanas? ¿Los débiles no tienen la misma dignidad que nosotros? ¿Los que han nacido con menos posibilidades deben limitarse a sobrevivir?”.

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