Francisco a la FAO: “El trabajo infantil es un flagelo agravado por la pandemia”
|El trabajo infantil, más aún cuando se manifiesta como explotación, se convierte en un flagelo que hiere cruelmente la existencia digna y el desarrollo armónico de los pequeños, limitando considerablemente sus oportunidades de futuro, ya que reduce y perjudica sus vidas para atender las necesidades productivas y lucrativo de los adultos”, advirtió el papa Francisco.
En el mensaje, firmado por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, enviado al director general de la FAO, Qu Dongyu, para la sesión inaugural del Encuentro Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil en la Agricultura, el sumo pontífice destacó: “Las connotaciones negativas de este drama se han visto exacerbadas por la pandemia, que empujó a un número creciente de menores a abandonar la escuela para caer, lamentablemente, en las garras de esta forma de esclavitud”.
“Para muchos de estos hermanitos nuestros, no ir a la escuela significa no solo perder oportunidades que les permitan afrontar los retos de la edad adulta, sino también enfermarse, es decir, verse privados del derecho a la salud, por las deplorables condiciones en las que deben realizar las tareas que cobardemente se les demandan”.
“Si nos centramos en el sector agrario, la emergencia es aún más alarmante”, analiza el papa: “miles de niños y niñas se ven obligados a trabajar incansablemente, en condiciones agotadoras, precarias y degradantes, sufriendo maltratos, abusos y discriminación”.
Y agrega: “Pero la situación llega a la cúspide de la desolación cuando son los propios padres los que se ven obligados a enviar a sus hijos a trabajar, porque sin su aporte activo no podrían mantener a la familia”.
“¡Un poderoso grito puede surgir de este encuentro exigiendo a las autoridades nacionales e internacionales competentes la defensa de la serenidad y felicidad de los niños!”, dice el mensaje enviado a Qu Dongyu.
“¡La inversión más rentable que puede hacer la humanidad es la protección de los niños!”, exclama Francisco y explica: “Proteger a los niños es respetar el momento de su crecimiento, dejando que estos frágiles brotes se beneficien de las condiciones adecuadas para su apertura y floración”.
“Proteger a los niños también implica tomar medidas decisivas para ayudar a las familias de los pequeños agricultores, para que no se vean obligados a enviar a sus hijos al campo para aumentar sus ingresos, que al ser tan bajos no les permite mantener dignamente a sus familias”.
“Finalmente, proteger a los niños implica actuar de tal manera que se abran ante ellos horizontes que los configuren como ciudadanos libres, honestos y solidarios”.
Francisco desea que las personas y asociaciones deben multiplicarse, en todos los niveles “para un ordenamiento jurídico adecuado y eficaz, tanto internacional como nacional, para defender y proteger a los niños y niñas de esta mentalidad tecnocrática dañina que se apoderó del presente”.
En su mensaje el pontífice hace un llamamiento “a denunciar a quienes esclavizan a los niños mediante la explotación del trabajo infantil”.
Francisco espera, de hecho, “un trabajo de denuncia, de educación, de conciencia, de convicción para que quien no tenga escrúpulos en esclavizar la infancia con cargas insoportables, pueda ver más profundamente, superando el egoísmo y la búsqueda de la ansiedad por consumir de manera compulsiva que terminan devorando el planeta, olvidando que sus recursos deben ser preservados para las generaciones futuras”.
“Si aspiramos a que nuestra sociedad pueda gozar de la dignidad que la ennoblece, si queremos que la ley triunfe sobre la arbitrariedad, debemos asegurar a nuestros niños y jóvenes un presente sin explotación laboral, esto solo será posible si nos comprometemos mancomunada y perentoriamente a velar por que protejan y cultiven sus sueños, juegan, se preparan y aprenden. Entonces se abrirá el camino para un futuro brillante para la familia humana”, concluye el papa.