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¡Feliz día mamis…!

Mamá, palabra tan pequeña y que enclaustra tantos sentimientos. Mamá, palabra mágica que suele conmovernos, enternecernos. Mamá, análogo de calidez, protección, custodia, auxilio, consuelo, educación, formación, ejemplo, comprensión, paciencia. Mamá, sinónimo de AMOR y FE.

 

Hoy, en éste día tan especial, deseo agradecer a Dios por la extraordinaria madre que me trajo al mundo y colmó de cariño, y por la noble mamá y admirable esposa que me dio cuatro hijos adorables. Pero en estas palabras vaya implícita mi admiración por esas madres que son capaces de ofrendar su descanso, su recreación, tiempos de trabajo o estudio, y hasta arriesgan salud psicofísica priorizando de manera permanente a sus hijos.

 

Gracias Dios por el temple que les concedes a esas madres que llevan durante 9 meses los críos en sus vientres.

Gracias Dios por la valentía que demuestran el día que alumbran sus chiquillos en un acto repleto de amor y abnegación.

 

Gracias Dios por la perseverancia espiritual que les transmites a la hora de postergar sus necesidades y ofrendar sus vidas por alimentar, amparar a los bebés indefensos.

Gracias Dios por el coraje que les irradias para que cuiden con celo el sano crecimiento integral de los pequeños.

 

Gracias A Dios, hay MUCHAS madres que desde el primer segundo de vida de sus bebitos y hasta que se hacen hombres, VELAN de modo constante porque NADA les falte, pero esencialmente, son usinas ejemplares de valores morales plenos de decencia.

 

Gracias A Dios por sembrar en tantas mamás esa pujanza por propender constantemente a resguardar la integridad de sus hijos más allá de los tiempos controvertidos que hoy estremecen la moral, las buenas costumbres, los buenos hábitos.

 

Gracias a Dios precisamente porque haya MUCHAS madres que irradian fe en Él y la inculcan a sus retoños, en especial ante el dolor, la aflicción, la enfermedad, la tristeza, la desesperanza.

 

Gracias a Dios por iluminar las vidas de tantas madres que saben enseñar a dar, a compartir, a escuchar, a comprender, a interpretar, a alentar, a corregir.

 

Gracias a Dios porque, más allá de haber tantas madres peculiares, existen mamás ejemplares que son guías paradigmáticas perenemente.

 

Gracias a Dios por aquellas mamás del corazón, que por distintas vicisitudes no lograron llevar en sus pancitas a bebés, ni procrear, pero han sido, son y serán mamás tan o más virtuosas que aquellas que sí tuvieron ese don divino.

 

En definitiva, GRACIAS DIOS por habernos otorgado a los HOMBRES, la bellísima posibilidad de gozar a través de nuestras madres el conocer a verdaderos ÁNGELES en la Tierra.