Maran Suites & Towers

Falleció uno de los más ilustres maestros de la pintura argentina: Luis Felipe “Yuyo” Noé, el artista del color sin límite

Con profunda pena, la escena del arte lamenta la partida de un maestro de la pintura contemporánea, un artista generoso y vital, cuyo sentido del humor y su amor por la pintura fueron en extremo contagiosos. Murió Luis Felipe “Yuyo” Noé, a los 91 años, rodeado del afecto de su familia –sus hijos, la artista visual Paula, y Gastón, cineasta, ambos residentes en Francia pero en Buenos Aires desde que Noé tuvo el primer ACV, hace una semana-, junto a sus colaboradores más cercanos. Sus restos serán velados en la Legislatura porteña. Su obra, de vibrante color desde su juventud, está impregnada del amor a la vida.

Hace apenas una semana debió suspenderse la presentación de su libro Asumir el caos. En la vida y en el arte, en el Museo Moderno de Buenos Aires; el tomo contiene su legado intelectual, ético y estético, en el que deja planteado su pensamiento crítico y artístico frente a lo que nos constituye y nos trasciende: el caos. Sobre este concepto, casi obsesivamente, Yuyo Noé trabajó intensamente durante las últimas seis décadas.

Nacido en Buenos Aires en 1933, Noé estudió en el taller de Horacio Butler, pero luego continuó su formación autodidacta. A partir de 1956 ejerció el periodismo como crítico de arte en el diario El Mundo.

Como buena parte de los artistas de su generación, vivió en París y Nueva York. Entre 1961 y 1965 formó parte del grupo conocido como “Nueva Figuración”, integrado además por otros nombres que se hicieron rutilantes –Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega–.

El grupo fue invitado a participar en el Premio Internacional Guggenheim en 1964 y se les rindió homenaje en la sección histórica de la Bienal de San Pablo en 1985, en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires en 1991 y en el Museo Nacional de Bellas Artes en 2010. En este último tuvo su gran retrospectiva.

Junto a los colores restallantes, su pintura se caracteriza también por haber encontrado inéditos patrones de movimiento en sus composiciones. Y la contigüidad de imágenes que no son posibles para el ojo humano: por ejemplo, una figura de frente junto a una figura tomada desde un punto de vista cenital.

En otras obras, Noé ha deconstruido materialmente la tela y su marco, haciendo que el lienzo extendido gire y se desprenda y cuelgue, al modo de un cortinado.

Yuyo Noé pasó sus últimos años rodeado de mujeres. En la Fundación Luis Felipe Noé, su Consejo de Administración es conducido por Cecilia Ivanchevich (en el equipo fundador están el artista y sus hijos Paula Noé Murphy y Gaspar Noé); en la producción de sus textos ha contado con la colaboración de Lorena Alfonso, y en Galería Rubbers, que representa su obra, ha contado siempre con Mariana Povarché, dueña del espacio, y María Basile, directora de la galería.

Desde 1959, subraya la biografía de Luis Felipe Noé, montó más de 100 exhibiciones individuales. Entre sus retrospectivas sobresalen las realizadas en el MNBA, en 1995 y 2017; en el Palacio de Bellas Artes de México, en 1996; en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, en 2010, entre otras. Además de representar a la Argentina en la Bienal de Arte de Venecia en 2009, la mayor vidriera del arte contemporáneo mundial, fue invitado de honor en la XX Bienal Internacional de Curitiba, en 2013.

En 2011, junto al artista Eduardo Stupía, montó la exposición La Línea Piensa, en el Centro Cultural Borges, que contenía dos grandes núcleos, uno por cada artista, pero que exhibía unas 50 obras realizadas a cuatro manos por ambos. La idea de aquella propuesta fue visibilizar a los artistas del dibujo de nuestro país; se extendió varios años, con la curaduría de ambos.

Si su producción pictórica ha sido intensa e inmensa, su producción editorial no le va en zaga. Entre los libros publicados por Luis Felipe Noé está el mencionado Antiestética”, de 1965 y reeditado por De la Flor en 2015; Una sociedad colonial avanzada, de 1971; Códice rompecabezas con recontrapoder sobre cajón de sastre, de 1974; A Oriente por Occidente, de 1992; El otro, la otra y la otredad, de 1994; Noescritos, sobre eso que se llama arte, de 2007; Mi viaje – Cuaderno de bitácora, de 2015; El caos que constituimos, de 2017; En terapia, de 2018; El arte entre la tecnología y la rebelión, de 2020, y varios más.

En 2024 publicó El ojo que escribe, donde se lee en las propias palabras de Yuyo Noé: “Mi formación consistió en estar impregnado por el contexto que me rodeó desde la infancia. He asumido así no solo lo que leí, sino también lo que otros leyeron y en la medida de mi propia necesidad, de acuerdo a los distintos tiempos de mi proceso personal. Digo esto porque me ocurre a menudo que, revisando mi biblioteca, descubro libros que creo no haber leído, hasta que reviso sus páginas y veo muchos párrafos subrayados por mí”.

Más adelante en esas páginas iniciales, el maestro apunta: “Creo que mi formación no se la debo solo a los libros, sino también a la conciencia de estar viviendo mi propia existencia. He vivido la ficción en las imágenes que se contemplan y en las que las lecturas provocan. Pero también por el solo hecho de estar en este mundo; el cual, se me ocurre, es una ficción. No soy particularmente lector de ficciones sino, sobre todo, de ensayos, porque me siento ensayando mi propia ficción de ser”.

Los premios que Yuyo Noé obtuvo en vida son incontables. Pero entre los más destacados corresponde comenzar por el Premio Nacional Di Tella, en 1963; así como el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes, en 1997; el Premio a la Trayectoria, de la Academia Nacional de Bellas Artes, en 2015), y el Konex de Brillante a las Artes Visuales, en 2002.

Ganó además varias becas. En dos ocasiones las de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation (1965 y 1966); y del Gobierno de Francia, en 1961.

La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre, en 2006, ante un auditorio abarrotado de amigos, curadores, artistas, galeristas, directores de museos, y admiradores. Y el Senado de la Nación le otorgó la Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento, en 2017.

En 2009 le fue concedido el Premio Homenaje del Banco Central de la República Argentina y en 2019, el Premio a la Trayectoria Salón Nacional de Artes Visuales.

Con estas palabras, escritas en El ojo que escribe, Luis Felipe Yuyo Noé nos deja un mensaje que será tan eterno como su arte: “En el comienzo de algo creativo hay un misterio que el propio autor desconoce. En ese acto inicial solamente sabe que es una aventura que en el transcurso del hacer conocerá de qué se trata”.

Add a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Desde Cuestión Entrerriana, te invitamos a formar parte de nuestra familia. Mandanos tus fotos y la información que quieras ver publicada.

X