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Falleció Javier Acosta: un ejemplar periodista y un ser humano extraordinario

ESPECIAL, por Francisco Pancho Calderón.- Consternación, atribulación, sensibilidad al extremo genera la noticia. Falleció en la mañana de hoy, a los 57 años de edad, Javier Porfirio Acosta, uno de los periodistas deportivos de mayor predicamento de la provincia, y un maravilloso ser humano. Estaba internado con un cuadro asociado a Coronavirus. 

Tuve el honor de trabajar con Javier en El Diario de Paraná, pero además, disfruté el sano orgullo de conocer su nobleza distintiva como amigo. Una persona extraordinaria como pocas. Esposo de Valentina López; papá de Sabri, Mili, y Franco. Extraordinaria Familia consolidaron juntos, Javi y Valen.

Representaba profesionalmente todo lo que se ha perdido en el seno de una profesión de complejas connotaciones. Mesurado, reflexivo, prudente, sabiamente objetivo en el manejo de la información y un ardoroso defensor de los derechos del trabajador de Prensa.

Equilibrado, sobrio en su comportamiento representando a un medio, pero para nada sumiso, abyecto o genuflexo. Jamás dudó en defender a un compañero con valentía, con coraje.

Fiel empleado del Colegio de Farmacéuticos de Entre Ríos donde trascendió por su honorabilidad y eficiencia.

Lasallano; hombre del rugby. Sin embargo, para él en su agenda todos los deportes merecían su atención o el espacio en el medio donde evidenció su ilustración, sea El Diario de Paraná o LT 14 AM 1260, a los cuales jerarquizó con su impronta.

Era de esquivarle a lo controversial, a la discusión que trascienda en las páginas o en el éter, pero se prestaba al debate fecundo, enriquecedor, aunque de bajo perfil, sin resonancias.

Dignificó su labor, ennobleció la profesión aunque no llegó a contagiar ese sentir a nóveles colegas que desaprovecharon su savia y sabiduría para seguir ese género sin perder contemporaneidad, moneda corriente en el devenir del tiempo.

La pena que nubla y humedece mis ojos, conmoviendo la fibra anímica más íntima, se vincula a que lo consideré un ENTRAÑABLE AMIGO, aún en la divergencia, en la sana discrepancia por su extrema moderación o discreción.

No obstante, me transmitió con férrea energía sus convicciones, y transfirió sin soberbia su firmeza de concepciones.

Nos deja un símbolo NO RECONOCIDO adecuadamente y quiera Dios que el Gobierno de Entre Ríos o la Municipalidad de Paraná le otorguen post mortem el merecido homenaje.

Devastado; así me siento; no solo por la tristeza sino por el orgullo de haber conocido su sentido de la responsabilidad, de la eficacia, del compromiso, del no dejar jamás de blandir la bandera del honor, de la resistencia, de la congruente pasión no exenta de ética, de honradez, de moral profesional intachable.

Acaba de morir una de las máximas instituciones de la prensa entrerriana, y muchos quizás no toman magnitud de quien nos acaba de dejar.

Me acongoja percatarme que por esta maldita pandemia se despide sin los honores que merece.

Con un profundo dolor lo aplaudimos y le decimos “gracias” por el legado que nos entregó en vida. Nos embarga el desconsuelo, la aflicción; sin embargo nos consuela el saber que siempre nos acompañará y nos dará fuerzas para no arriar las banderas pletóricas de decencia profesional que él supo enarbolar.

Hasta siempre Javier… Te voy a extrañar muchísimo. Seguro que ya estás a la diestra de Dios Padre Todopoderoso. Enviale mi mas fraternal abrazo a tu padre, otro grande del periodismo de esta provincia: José Alejo Acosta. Mi reverencia ante ambos. Ruego nos sigan guiando con tanta luz imperecedera.

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