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En menos de un año, ya son 500 mil las hectáreas quemadas en las islas entrerrianas

El humo de las islas contamina el aire de Rosario y produce serias molestias. Sin embargo, hay quienes están exponiendo la vida para terminar con los incendios más largos que sufrió el territorio entrerriano y que repercute fuerte en la ciudad. Cada día, cerca de un centenar de brigadistas se reúne en el aeroclub de Alvear, que presta las instalaciones, y desde allí se traslada a las islas en tres helicópteros. Desde las 9 y hasta que cae el sol, los bomberos trabajan sobre suelo quemado, con el peligro de ser atacados por las víboras, intentando detener el avance del fuego que destroza todo a su paso.

Los brigadistas provienen de distintos puntos del país, y pertenecen a las distintas fuerzas de seguridad. Dejan a sus familias y permanecen entre 10 y 15 días en las cercanías de Rosario para realizar este titánico trabajo que parece no terminar nunca.

“Los incendios se van a acabar cuando llueva”, sostienen los brigadistas que, mochila en mano, esperan cada día la llegada del helicóptero para llegar hasta la isla.

Algunos cargan en la espalda mochilas de 20 litros de agua, y otros las raciones necesarias para pasar el día en el extenso territorio isleño.

Además, transportan palas, rastrillos y hasta motosierras para cortar los pocos árboles que quedan en la isla y que pueden suponer un peligro.

Antes de que ellos se trasladen a las zonas de incendios, a la mañana temprano se realiza un vuelo de reconocimiento para ubicar los focos y una vez determinadas las zonas, se traslada a los brigadistas al terreno.

En apenas 20 minutos el helicóptero llega a las islas donde se encuentran activos los focos ígneos. “Primero bajamos las llamas con las mochilas de agua, y luego se trabaja con la tierra, se intenta cercar el área que está encendida para evitar que el fuego avance”, explicó ¡el jefe de brigadistas de la Policía Federal, Maximiliano Cancina a La Capital en su recorrida por el lugar.

Todos están capacitados en el manejo del fuego, pero hay varios de ellos que además cuentan con la experiencia de haber participado de las brigadas que sofocaron los tremendos incendios que asolaron el Amazonas el año pasado.

Desde los helicópteros que sobrevuelan las islas se pueden apreciar las grandes extensiones quemadas, totalmente negras, y otras grises y blancas por el rastro de las cenizas.

Vastos terrenos que eran verdes humedales, ahora lucen secos, marrones, con algunos animales lánguidos y otros que yacen muertos por la falta de agua.

“Estimamos que se quemaron unas 500 mil hectáreas de islas”, indicó el secretario de Protección Civil de la provincia, Gabriel Gasparutti, quien trabaja codo a codo con los brigadistas.

Para tomar dimensión de lo que esto significa, Gasparutti explicó que desde el norte de Santa Fe hasta el Delta del Tigre (Buenos Aires) hay una extensión de un millón cien mil hectáreas de islas.

“Las 500 mil hectáreas es todo lo que se ve de islas desde Rosario, como para dimensionar”, amplió el funcionario.

Quienes dirigen el operativo de manejo del fuego no creen que se pueda apagar rápidamente, al contrario, las condiciones climáticas y del suelo no colaboran.

“El fuego en las islas es muy distinto al que se extiende en otros territorios”, comentó el director nacional del Plan de Manejo del Fuego, Alberto Seufferheld, quien desde Alvear comanda todos los operativos que se realizan cada día.

“Estamos en un momento crítico porque se juntan dos factores que complican la situación: la peor bajante del Paraná en los últimos 50 años y la sequía de toda la zona. Muchas de las hectáreas que se están quemando estaban bajo el agua, pero con estas condiciones hoy permanecen en la superficie y ardiendo”, destacó el funcionario nacional.

Por otra parte, comentó que aunque no se vean las llamas en la superficie, el fuego se sigue expandiendo en forma subterránea porque se alimenta de sedimentos del río que, al no estar tapados por el agua del Paraná, arden con facilidad.

Fuente y foto: Gentileza Diario La Capital.-

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