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El préstamo del FMI no alcanza para financiar la fuga de capitales durante el macrismo

En la economía son más las causalidades que las casualidades. Por eso el dato que se conoció esta semana difícilmente pueda atribuirse al juego de las coincidencias: la fuga de capitales en Argentina en los últimos tres años es prácticamente igual al préstamo que el Fondo Monetario Internacional le otorgó al país.

 

El informe de la evolución del mercado cambiario que publicó el Banco Central arroja que a lo largo del año 2018 los capitales que escaparon del sistema ascendieron a U$S 27.230 millones. Se trata del valor más alto en la serie histórica que difunde la entidad y que arranca en 2001. De esa manera, considerando los últimos tres ejercicios, la fuga totalizó U$S 59.328 millones.

 

La suma es levemente superior a los U$S 57.100 millones que prestará el FMI a lo largo de tres años, según el acuerdo aprobado en junio de 2018 y ampliado en septiembre. El total de los desembolsos puede ser levemente menor ya que el organismo entrega una suma expresada en DEG (derechos especiales de giro) que surge de una canasta de monedas y por lo tanto tiene leves oscilaciones con respecto al dólar.

 

Lo que coloquialmente se conoce como fuga de capitales es, según el lenguaje técnico del Banco Central, la “formación de activos externos (FAE) del sector privado no financiero”. En 2016, primer año de gestión macrista, la fuga fue de U$S 9.951 millones; al año siguiente creció 123% y sumó U$S 22.148 millones; en 2018 subió otro 23%. En todo ese tiempo, el único mes con una entrada neta de capitales fue diciembre de 2016, cuando vencía una de las etapas del blanqueo; en los otros 35 meses el saldo fue negativo.

 

Ese faltante de dinero en el sistema es casi idéntico al que está aportando el FMI: puso U$S 28.200 millones el año pasado, pondrá otros U$S 22.500 millones este año y otros U$S 6.000 hasta junio de 2021. La explicación del organismo para justificar esos montos fue que esa suma era la que necesitaba Argentina para financiar sus compromisos, teniendo en cuenta sus ingresos, la deuda pública y una tasa estimativa de refinanciación de los títulos ya emitidos (rollover). En todo caso, la similitud entre el agujero que dejó la fuga de capitales, la necesidad de financiamiento del país y el socorro del Fondo es francamente llamativa. Claro que los beneficios de la salida del dinero son para unos pocos, mientras que el costo de la deuda deberá ser soportado por todos los argentinos.