El Papa llamó a los sacerdotes a ser cercanos y callejeros
|Ser curas cercanos, curas callejeros, como lo fue Jesús. Fue la invitación que hizo hoy el papa Francisco durante la tradicional misa crismal del Jueves santo, celebración en la que se bendicen los óleos sacros que se utilizan en bautismos, confirmaciones, ordenaciones y para los enfermos, y los sacerdotes renuevan sus votos sacerdotales.
En una Basílica de San Pedro colmada de religiosos Francisco -que esta tarde le lavará los pies a 12 presos de diversos países en la cárcel de Regina Coeli-, recordó que Jesús habría podido perfectamente ser un escriba o un doctor de la ley. Pero que quiso ser un «evangelizador», un predicador callejero, el «portador de alegres noticias» para su pueblo. “Esta es la gran opción de Dios: el Señor eligió ser alguien cercano a su pueblo. ¡Treinta años de vida oculta! Después comenzará a predicar. Es la pedagogía de la encarnación, de la inculturación; no solo en las culturas lejanas, también en la propia parroquia, en la nueva cultura de los jóvenes”, dijo.
“La cercanía es más que el nombre de una virtud particular, es una actitud que involucra a la persona entera, a su modo de vincularse, de estar a la vez en sí mismo y atento al otro”, explicó. “Cuando la gente dice de un sacerdote que «es cercano» suele resaltar dos cosas: la primera es que «siempre está» (contra el que «nunca está»: «Ya sé, padre, que usted está muy ocupado», suelen decir). Y otra es que sabe encontrar una palabra para cada uno. «Habla con todos», dice la gente: con los grandes, los chicos, los pobres, con los que no creen… Curas cercanos, que están, que hablan con todos… Curas callejeros”, pidió.
En la sexta misa crismal de su pontificado, el Papa insistió con que “la cercanía es la clave del evangelizador porque es una actitud clave en el Evangelio”. “Nosotros tenemos incorporado que la proximidad es la clave de la misericordia, porque la misericordia no sería tal si no se las ingeniara siempre, como «buena samaritana», para acortar distancias. Pero creo que nos falta incorporar más el hecho de que la cercanía es también la clave de la verdad. ¿Se pueden acortar distancias en la verdad? Sí se puede. Porque la verdad no es solo la definición que hace nombrar las situaciones y las cosas a distancia de concepto y de razonamiento lógico. No es solo eso. La verdad es también fidelidad (emeth), esa que te hace nombrar a las personas con su nombre propio, como las nombra el Señor, antes de ponerles una categoría o definir «su situación»”, indicó. “Y aquí está esta costumbre -¿fea, no?- de la ‘cultura del adjetivo’: este es así, este es un tal, este es un cual… No, este es hijo de Dios. Después, tendrá virtudes o defectos, pero la verdad fiel de la persona no es el adjetivo hecho sustancia”, agregó, saliéndose del texto preparado.
Virtual mensaje a sectores ultraconservadores
En este marco, en un virtual mensaje a sectores ultraconservadores -que no pueden digerir sus aperturas pastorales y su visión de Iglesia que acompaña a todos y no excluye ni condena-, advirtió de la “tentación de hacer ídolos con algunas verdades abstractas”. “Son ídolos cómodos que están a mano, que dan cierto prestigio y poder y son difíciles de discernir. Porque la «verdad-ídolo» se mimetiza, usa las palabras evangélicas como un vestido, pero no deja que le toquen el corazón. Y, lo que es mucho peor, aleja a la gente simple de la cercanía sanadora de la Palabra y de los sacramentos de Jesús”, sentenció.
“Al sacerdote cercano, ese que camina en medio de su pueblo con cercanía y ternura de buen pastor (y unas veces va adelante, otras en medio y otras veces va atrás, pastoreando), no es que la gente solamente lo aprecie mucho; va más allá: siente por él una cosa especial, algo que solo siente en presencia de Jesús”, dijo, finalmente. “Por eso -advirtió-, no es una cosa más esto de «discernir nuestra cercanía». En ella nos jugamos «hacer presente a Jesús en la vida de la humanidad» o dejar que se quede en el plano de las ideas, encerrado en letras de molde, encarnado a lo sumo en alguna buena costumbre que se va convirtiendo en rutina”.