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El final menos deseado en Tandil

La última presentación como local de Santamarina en la temporada no terminó de la mejor manera. El agónico empate de Piñero Silva desató la frustración generalizada, en algunos casos canalizada a través de la violencia.

Desde la subjetividad, mucho podrán encontrar algunos para cuestionar la labor del árbitro Pablo Díaz, pero de ningún modo es justificable lo acontecido dentro y fuera del estadio San Martín, últimamente testigo habitual de episodios desagradables.

Apenas concluido el encuentro, innecesariamente, parte de la dirigencia aurinegra ingresó al campo de juego para cuestionar los fallos arbitrales del colegiado de Totoras.

El presidente aurinegro, Diego Puissant, y Paulo Castaño, delegado de la institución arremetieron contra Díaz.

El primero de ellos desde lo verbal, y Castaño (a posteriori sujetado por dos efectivos policiales) a través de un golpe que propició la respuesta inmediata del árbitro.

Los incidentes acaecidos en el mediocampo enardecieron a un sector del público, que ingresó a la cancha dejando al descubierto la ineficacia del operativo policial y de ciertas condiciones de infraestructura del estadio.

La invasión generó intercambio de golpes entre público y policías, una persecución de un agente a un hincha que rozó lo grotesco y un efecto residual que se propagó a las afueras del estadio, donde se vivieron los episodios más desagradables, con balazos de gomas, gases lacrimógenos y piedrazos que provocaron daños en vehículos estacionados en las adyacencias del San Martín.

Fuente: El Eco.