El equilibrado mensaje crítico de García Cuerva a Milei: avanzar con las reformas y el ajuste pero manteniendo con vida el cuerpo social del país
|La imagen de la despedida final de Jorge García Cuerva con Javier Milei fue fuerte y significativa como lo escuchado en el mensaje que dio el arzobispo en la homilía durante el Tedeum por el 25 de Mayo hoy en la Catedral Metropolitana.
El presidente y García Cuerva no solo se saludaron, sino que hubo sonrisas y mensaje en voz baja entre ambos. No fue un gesto más: fue un estudiado movimiento de relación entre el presidente y la Iglesia para que el duro mensaje que el Gobierno había escuchado minutos antes no quedara en color rupturista. Ambos se prestaron a ese juego sin esfuerzo alguno y el Gobierno allí respiró alejándose así de imágenes más conflictivas que puede aportar nuestra historia para un día como este, como cuando Raúl Alfonsín directamente se subió al púlpito para contestar un mensaje similar del primado.
García Cuerva arrancó su mensaje en la Catedral con ritmo amable pero anticipando un previsible discurso de crítica a la situación social. El Gobierno lo sabía y la seriedad en los gestos de los integrantes del Gobierno para experimentados daba cuenta de eso. De ahí que no se esperaban sorpresas, ni siquiera en el final del mensaje. El respeto a las formas, la historia y los protocolos que siempre rodearon al Tedeum por el 25 de Mayo, y que el kirchnerismo se empeñó en violentar en sus cuatro gobiernos, ayudó a mejorar el ambiente de relación que se vivió en la Catedral, mas allá de la obvia protesta de la Iglesia frente a la situación de los más necesitados.
El arzobispo sabe moverse en el pantano político mucho mejor que lo que la mayoría de los analistas piensan. Su rol de pivote de equilibrio entre la realidad nacional, la representación del papa Francisco y sus ideas sobre la Argentina y las distintas corrientes que debe contener dentro de la Iglesia ya es reconocido por todos.
Toda esa historia reciente pesó hoy en los análisis de su homilía en la Catedral. El arzobispo recorrió un camino que lo llevó a criticar con una dureza pocas veces vista a toda la clase política y, sobre todo, a la ausencia de responsabilidad y acción en atender la calamidades que la corrupción, la pobreza y el narcotráfico le trajeron a todos los argentinos.
Para el Gobierno de Javier Milei hubo atenciones directas: “No podemos hacernos los tontos, hay que acompañar con palabras el esfuerzo”, dijo, y habló directamente de los tan comentados “autoaumentos de sueldos de hace algunas semanas”. En tercera fila, tanto en la caminata presidencial desde la Casa Rosada hasta la Catedral como en la ubicación dentro del mismo templo, estaba Nicolás Posse, el jefe de Gabinete responsable de la administración pública y por lo tanto de los salarios que se pagan en el Estado, objetivo casi directo de las palabras de García Cuerva y primer objetivo hoy de la reconfiguración de Gabinete que tiene en mente Milei.
Esas decisiones, que tomaron un tono de escándalo en el Senado cuando se quiso esconder no solo la suba salarial sino también la creación de un aguinaldo que los senadores no deben cobrar, ya que su remuneración constitucional e históricamente es una dieta y no un salario, también fueron tomadas en el Poder Ejecutivo con incrementos que pueden o no ser lógicos, pero que impactan bajando la moral de un cuerpo social que está intentando llegar a fin de mes inclusive apoyando la dura receta del ajuste que propuso siempre, y sin mentir, Javier Milei.
En su mensaje, García Cuerva no evitó hacer una referencia continua a la clase política pero con una transversalidad de las críticas que puntillosamente no dejó a nadie afuera. Cayeron bajo su palabra quienes robaron, quienes no empatizan con la necesidad de los más pobres, con los narcotraficantes que asolan y contaminan la sociedad y contra las fuerzas de la política que no los combaten. Por eso el mensaje que pide dejar de lado el ego y pensar a la sociedad como un todo.
Nadie quedó afuera de este pedido, aunque el kirchnerismo y su inacción de años pareció quedar impactado en primera línea: “Le pedimos a Dios que nos preserve de las manos manchadas de sangre del narcotráfico”. Fueron décadas de abandono de políticas antinarcos en el país bajo la mentirosa excusa de abrazar estrategias progresistas.
“Nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande”, siguió el arzobispo y apuntó directo al tema del momento al recordar que es en “en aras a las promesas de un futuro mejor”. Ahí está el centro del equilibrio que se le pide al Gobierno de Milei: avanzar con las reformas y el ajuste pero manteniendo con vida el cuerpo social del país. Por eso la crítica a las inequidades morales que se cometen en el sector público, un discurso que el arzobispo sabe que empatiza directamente con toda la sociedad y que él pronuncia como si se tratara de un político profesional.