El cuerpo de Benedicto XVI descansa ya en la que fue tumba de Juan Pablo II
|Los restos mortales del papa emérito Benedicto XVI reposan en la que fue la tumba de San Juan XXIII hasta 2001 y de San Juan Pablo II hasta 2011. Esta es una de las capillas de las grutas vaticanas más cercanas a la tumba del apóstol San Pedro. Está presidida por una imagen en relieve en la que se ve a la Virgen con el Niño.
La tumba no es un sarcófago esculpido en piedra o mármol, como en otras casos, sino un sepulcro excavado en el suelo y cerrado con una lápida como el de san Pablo VI.
Antes de llegar a las Grutas, el papa Francisco rezó brevemente ante el ataúd de su predecesor en la Plaza de San Pedro. En la sepultura participaron varias decenas de personas, entre quienes se encontraba el secretario personal de Benedicto XVI, el arzobispo Georg Gänswein. En el ataúd del fallecido papa emérito se colocó anoche el Rogito, un texto en latín sobre la vida del pontífice alemán.
Las Grutas del Vaticano están en el sótano de la basílica de San Pedro, tres metros por debajo de su parte central, donde se encuentra el altar mayor, llamado “papal”. De hecho, es una iglesia inferior que ocupa el espacio entre el piso actual del templo y la antigua basílica erigida por orden del emperador Constantino en el siglo IV. Allí están enterrados un total de 23 obispos de Roma, comenzando con San Pedro.
Las grutas, que constan de nichos, corredores y capillas laterales, se dividen en dos partes: las “Grutas Viejas”, construidas sobre la planta de una iglesia de tres naves, con capillas con tumbas papales, y las “Grutas Nuevas” con semiábsides circulares, capillas y monumentos funerarios. El centro de este lugar lo forma la ermita de san Pedro, sobre el que en la parte superior de la basílica se eleva el altar “papal” y la cúpula diseñada por Miguel Ángel y la tumba de san Pedro, el primer Obispo de Roma.
Se trata de un conjunto monumental de edificación de extraordinaria trascendencia histórica y gran valor artístico. Además de numerosas tumbas papales, otras personas de la Iglesia también están enterradas allí, así como miembros de familias gobernantes romanas, italianas y europeas.
Todos estos lugares están decorados con obras de arte, algunas de ellas de la antigüedad. Las lápidas y esculturas más antiguas y de valor incalculable que se conservan hasta hoy incluyen los monumentos funerarios de los papas: el alemán, de solo 26 años, Gregorio V (996-99), Adriano IV (1154-59; el único inglés en el trono papal), Bonifacio VIII (1294-1303) – obra de Arnolfo di Cambio, el cardenal Berardo Eroli (de Giovanni Dalmata), el emperador alemán Otón II (fallecido en Roma en 983), así como fragmentos de frescos atribuidos a Pietro Cavallini.
La mayoría de los papas del siglo XX también están enterrados en la Gruta: Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, san Pablo VI. A ellos se unió Juan Pablo I y ahora Benedicto XVI.
Sin embargo, no todos los papas querían descansar en este lugar. Por ejemplo, Pío IX (1846-78) pidió que lo enterraran en San Lorenzo Extramuros y su sucesor León XIII (1878-1903), así como mil años antes Silvestre II (999-1003) descansaron en la basílica de San Juan de Letrán.
Las tumbas de muchos otros sucesores de san Pedro se encuentran fuera de Roma por completo, por ejemplo, Martín I (649-55) murió en Crimea, pero fue enterrado en Roma (no en la basílica), Adriano II (867-72) en Nonantola, Víctor II (1055-57) en Rávena, Esteban IX (1057-58) en Florencia, Gregorio XII (1406-15) está enterrado en la concatedral de San Flavio en Recanati y otros descansan fuera de Italia -esto se aplica principalmente a los 6 papas de la época de Aviñón (1309-76).
Dos papas de las últimas décadas: los santos Juan XXIII y Juan Pablo II también fueron enterrados inicialmente en la Gruta, pero tras su canonización en 2014, sus restos mortales fueron trasladados a la basílica.
No todos son Papas
En la Gruta descansan no solo los obispos de Roma, sino también algunos eclesiásticos, por ejemplo, el cardenal Rafael Merry del Val, colaborador cercano de san Pío X, así como dos reinas católicas: Carolina I, de Chipre (1458-64) y Cristina de Suecia (1632-54), así como el príncipe inglés James Francis Edward Stuart (1688-1766), hijo del rey Jaime II, con sus dos hijos Charles Edward y Henry Benedict.+