El Cónclave daría inicio entre el 5 y el 10 de mayo

En los pasillos marmóreos del Vaticano, donde el incienso se mezcla con el perfume inasible de la historia, los pasos de los cardenales resuenan con el peso de una decisión que transformará los años venideros: elegir al próximo sucesor de Pedro, tras el deceso del papa argentino, Francisco.
Mientras dos guardias suizos, firmes como estatuas vivas, custodian el ataúd del sumo pontífice en la capilla de la Casa Santa Marta, los emisarios del Espíritu Santo comienzan a llegar desde los rincones más recónditos del mundo.
Arriban con túnicas y lenguas diversas, con teologías divergentes, con dudas, nostalgia y esperanza. Son 135 los cardenales con derecho a voto, todos menores de 80 años, procedentes de 71 países, un mosaico global que revela no solo la universalidad de la Iglesia, sino también su encrucijada. No hay mayoría clara. No hay una idea común para suceder la grandeza de Franciscus I.
Hay algo en el ambiente que recuerda a la víspera de una tormenta. No una tormenta meteorológica, sino espiritual, institucional, profética. Porque, a diferencia de la última transición, esta vez no habrá renuncia, ni pontífice vivo en Castel Gandolfo. Solo el cuerpo de un hombre que quiso ser llamado “el obispo de Roma”, expuesto sin catafalco, sin báculo, en una caja de madera forrada en zinc. Solo su testamento, que pide ser enterrado “sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”.
La Capilla Sixtina los espera. Las normas establecen que el cónclave no debe convocarse durante los Novediales —el período de nueve días de misas por el alma del papa fallecido, que empieza a contarse desde el entierro— ni extenderse más allá del vigésimo día tras su muerte. En este caso, con el funeral fijado para el 26 de abril, los Novediales concluirán el 4 de mayo, y el cónclave podrá comenzar entre el 5 y el 10 de mayo, fecha límite marcada por la normativa vaticana.
Afuera, en la Plaza, los fieles rezan. Algunos en voz alta, otros apenas susurrando. A cada paso que dan los cardenales, crecen las especulaciones. ¿Será africano el próximo pontífice? ¿Volverá a ser un latinoamericano? ¿Se inclinarán por una figura conservadora o por alguien que continúe la revolución inconclusa de Francisco?
En uno de los claustros interiores, un pequeño grupo de cardenales cruza miradas. No hace falta decir demasiado. Hay un murmullo casi reverente, un reconocimiento tácito: están a las puertas de algo mayor que ellos mismos. La historia los observa. La Iglesia, también.
Dos bajas
Por el momento, asistirán al cónclave para elegir a un nuevo papa un total de 133 cardenales, por lo que la mayoría para nombrar al nuevo pontífice quedará en 89 votos.
El cardenal Antonio Cañizares, de 79 años, arzobispo emérito de Valencia, con opción a voto, no asistirá por “motivos de salud”, según confirmaron fuentes del obispado valenciano a El País.
Esta baja se suma a la del bosnio Vinko Puljić, de 79 años, quien tampoco estará presente debido a su delicado estado de salud. “Mi salud no me permite asistir a un tercer cónclave. Los médicos no me lo aconsejan y no creo que pueda resistir físicamente. No iré a Roma, salvo que el Vaticano me lo solicite expresamente. He aprendido a escuchar”, explicó a Radio – Televisión Herceg-Bosna.