Maran Suites & Towers

El básquet necesita padres menos apasionados y más comprometidos

Ir a una cancha de básquet paranaense para apreciar juegos de Categorías Menores representa una amargura total. Desde estadios fríos, lúgubres, con canchas inseguras por distintas falencias, sanitarios sucios, a marcos de concurrencia cada vez más magros. Peor agravante es el comportamiento de jugadores y técnicos dentro del rectángulo, las reacciones del público y arbitrajes que no ayudan.

 

Está palmariamente comprobado que la Asociación Paranaense de Basquetbol NO POSEE una Comisión Técnica que supervise escenarios del básquet Local.

Otra de las promesas sin cumplir de una gestión APB que se estuvo preparando DOS AÑOS para desembarcar y, si bien ha tenido aciertos, han sido mayores los DESACIERTOS y/o la INDIFERENCIA hacia temas tan debatidos por este medio ya desde gestiones anteriores.

 

Pareciera que se espera una TRAGEDIA para verificar el estado de algunas canchas y/o cómo se presentan previo y durante competencias programadas.

Pareciera que la SALUD, la SANIDAD no interesa a la APB y así determinados clubes muestran escenarios con baños y/o vestuarios de estado inadecuado en lo inherente a salubridad.

 

Pero lo peor de todo es la INCONDUCTA de jugadores y entrenadores, como resulta execrable el comportamiento de algunos padres, peor aún, de algunas madres, que evidencian procederes gestuales y verbales poco acordes a su imagen femenina.

 

Más grave todavía… Ya el blanco de sus improperios no solo es el nivel de los árbitros, que también están “ayudando” y mucho por cierto a que la agresividad crezca preocupantemente.  Estas madres gritonas, exacerbadas, agravian a chicos. Sí, a chicos de 12 a 15 años (son las categorías que podemos atestiguar…) en forma CRUEL, VIL, CONDENABLE. Se burlan de yerros, ironizan imprecisiones y hasta por allí se ofenden con los técnicos porque sus hijos no entran y empiezan con ODIOSAS COMPARACIONES sobre “por qué mi nene no juega y sí juega éste perro…”.

 

Estábamos habituados a observar, en forma PERFECTAMENTE IDENTIFICABLE a padres ardorosos, apasionados, y hasta por allí LAMENTABLEMENTE DESUBICADOS. Aunque es, sin hesitar, más INQUIETANTE verificar el proceder de estas madres “Barras Bravas”.

 

Y nos dirán… “los jueces tienen la culpa…”, y en parte TIENEN RAZÓN. Pero los árbitros NO SON RESPONSABLES 100 % de la violencia física desmedida que se está dando ya en Divisiones Formativas.

 

Hay actitudes de los jugadores, órdenes de los técnicos y fogoneos de los padres a que se juegue con una agresividad alarmante, turbadora.

Pareciera que, quien pone “más h….” GANA. El más guapo, GANA. El que apuesta a la fricción constante, al empujón, al chequeo vehemente y hasta a la artera agresión, es quien marca la senda del juego. TODO con la complicidad de árbitros que deberían APLICAR la norma, el reglamento, a rajatabla.

 

Pero no… Ya desde hace años venimos diciendo que, como en el Interior se practican defensas al límite del foul, y los jugadores desde Mini están habituados al rigor y al vigor de cada contacto, los árbitros evidencian un criterio OBSESIVAMENTE permisivo en Paraná, invocando algunos “es para que cuando jueguen Liguilla estén acostumbrados a los golpes y/o a las provocaciones”.

 

Es SIMPLEMENTE UNA LOCURA. Un criterio IMBÉCIL que TODO el básquet de Paraná debería REPUDIAR pero por los canales correspondientes, no gestando microclimas en plenas contiendas.

 

La dirigencia debería presentar ante la APB una nota COMÚN en la cual se le EXIGE a los jueces una aplicación más DURA, más INFLEXIBLE del reglamento.

¿Hace cuánto lo expresamos?… Va el grandote al ataque, lo chequean ilegalmente, lo empujan, lo rasguñan, le aplican hasta roces violentos con miembros inferiores, se los anticipa pecheándolos con fouls CLARÍSIMOS a la hora del posteo, o hasta se los dobla, se los triplica cuando les llega la bola y se les aplica manotazos de todo calibre. ¿Los árbitros? NARANJA… NI MU… Se tragan los pitos.

 

Ese mismo grandote se mueve con cierta torpeza, no controla su cuerpo, y al menor roce en DEFENSA, es sancionado con foul. O se le observa la cantidad de tiempo dentro de la zona, o cuando es APREMIADO por dos o tres rivales y demora en el pivoteo, se le cobra infracción técnica por tantos segundos con la bola sin pasarla, o por mover el pie pivot a causa de los empujones defensivos.

No se sanciona a los VERDADEROS infractores. A los ladinos, sagaces, astutos defensores más pequeños. Es una DISCRIMINACION repudiable la de ciertos jueces.

 

Entonces, a partir de ese tipo de injusticias, vienen los incidentes. Crece la virulencia, la aspereza dentro de la cancha, se amplifican los reproches de los técnicos, los jugadores (hasta chicos de 12/13/14/15 años!!!) exhiben expresiones belicosas, provocativas, aumenta el descontento de los hinchas y los cruces verbales cambian de tono y contenido.

 

Así nacen los episodios como el del último juego en cancha de Talleres entre el local y Paracao, categoría U15.

Los árbitros PUDIERON PREVENIR y NO PREVINIERON.

 

Sabían de los estilos de ambos. Sabían de las particularidades de cada plantel. Sabían de las urgencias por la instancia. Era un partido que ganaba Talleres por 30. Quedaban escasos minutos y NO SE PREVINO lo que finalmente ocurrió.

 

¿Tienen la culpa los árbitros de ello? EN PARTE SÍ. No cabe la menor duda por las declaraciones GENERALES que hablan de DISTINTAS VOCES que apelaron a hacer reflexionar a los jueces.

Triunfaba por 30 (o más) el “Rojo”. Había dos jugadores que YA SE HABÍAN CRUZADO. Uno que había salido ya en un contexto de beligerancia. ¿Por qué no concordar con los entrenadores dejar en cancha a los relevos más serenos y buscar concluir el match de la manera más pacífica posible???

 

Y luego, el caos… Padres que entran a separar y quedan como agresores. Otros padres que debían  CALMAR y seguían agregando leña al fuego, con expresiones inapropiadas, con gestos ampulosos, con actitudes desafiantes y hasta con procederes para nada armónicos. O como es VOX POPULI, algunas madres que en vez de CONTENER destilaban ODIO, INQUINA, RENCOR, vaya uno a saber a qué…

 

Por eso el título de esta Columna. Necesitamos padres y madres que se ubiquen en sus roles. Por allí es COMPLICADÍSIMO para quienes jugamos, dirigimos y ESTUDIAMOS básquet, mantener una postura ABSOLUTAMENTE ecuánime, imparcial, neutral y MUCHO MENOS de SUMISIÓN ante determinadas cuestiones técnicas de los juegos que presenciamos.

 

Somos FRANCOS. Somos SINCEROS. Se complica el SILENCIAR nuestros pensamientos cuando vemos entrenadores que NO CUMPLEN DEBIDAMENTE CON SUS ROLES. Cuando miramos jueces que pueden EVITAR COYUNTURAS ADVERSAS. Cuando observamos que hay jugadores DESOBEDIENTES, AGRESIVOS, IRRESPETUOSOS. Cuando contemplamos azorados cómo se transforman algunos padres y madres. Pero DEBERÍAMOS SER EJEMPLOS. Y NO LO SOMOS. Podemos MEJORAR.

 

Sería bueno que quienes NO TIENEN LA MENOR IDEA de lo que es el básquet, y el porqué de diferentes situaciones de un juego, se dediquen a mirarlo y a aprender para tener FUNDAMENTO, ARGUMENTO en sus reprobaciones.

El básquet necesita papás y mamás involucrados pero en POSITIVO. Cada club, cada subcomisión debe contar con padres laboriosos, comprometidos, y de manera IMPRESCINDIBLE, INSOSLAYABLE, cada entidad debe presentar padres que POSEAN PROFUNDO conocimiento de la actividad para oficiar de nexos entre coach-jugadores-Familia y/o sepan mantener productivo diálogo con APB, FeBER y Colegio de Árbitros.

El día que se logre armar esa estructura SÓLIDA en las instituciones, nuestro básquet dará el esperado salto de calidad. Mientras, sería bueno que cada estamento ayude a evitar una tragedia.