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Dolor en el mundo del boxeo: murió el mítico Martillo Roldán con Coronavirus

El mundo del boxeo argentino despide a uno de sus símbolos: Juan Domingo “Martillo” Roldán murió en las últimas horas en Córdoba tras ser diagnosticado con Coronavirus. El emblemático pugilista, que realizó dos históricas pelas ante Marvin Hagler y Thomas Hearns, tenía 63 años.

Hace una semana, su familia había informado que Martillo debió ser ingresado en la terapia intensiva del hospital José Bernardo Iturraspe de San Francisco a raíz de una “insuficiencia respiratoria” que estaba directamente asociada a la “neumonía bilateral” que se le diagnosticó tras contraer Covid-19.

Roldán nació en la localidad cordobesa de Freyre y fue parte de una época dorada del boxeo argentino. Peleó tres veces por el título mundial de la categoría mediano y se retiró de los cuadriláteros con un récord de 67 victorias, 47 de ellas por nocaut (además tuvo cinco derrotas, dos empates y un combate sin decisión).

Martillo se consagró internacionalmente cuando fulminó a Frank The Animal Fletcher en el 6° round (10/11/83) en el Caesar’s Palace de Las Vegas. Fletcher, a quien le auguraban un gran futuro, cayó boca abajo tras un derechazo en cross a la mandíbula y pudo ponerse de pie cinco minutos después. Fue la misma noche en la cual Larry Holmes venció a Marvis Frazier por KO.

Ese combate cambió el destino de Roldán, pues con los 180.000 dólares de bolsa que le pagó Bob Arum se compró el campo de 80 hectáreas en el que habían trabajado como peones él, su padre y su hermano Víctor a quien apodaban Tenaza en su breve paso por el boxeo.

Fue en esa época –la de los 80– que la categoría de los medianos, la de Roldán, tenía a los “cuatro ases”, cuatro figuras que hoy casi 40 años después se incluyen en el ranking de los diez mejores medianos de la historia. Y ellos eran Sugar Ray Leonard, Marvin Hagler, Mano de Piedra Durán y Tommy Hearns. Todos fueron campeones del mundo y Roldán podía ser retador de cualquiera.

Para decantar los cruces y una vez que Leonard venciera a Hearns se esperó a que Hagler le ganara a Durán. Fue así que Martillo –esta vez con la corona en juego y por 300.000 dólares– pelearía con el enorme Hagler en el hotel Riviera de Las Vegas el 30 de marzo de 1984 y Monzón como ilustre huésped de la Top Rank, la empresa organizadora.

La despedida la hicieron en la localidad de Quebracho Herrado –pegadito a San Francisco– en el restaurante del matrimonio Priotti: salame y ravioles caseros de inolvidable color y sabor –dignos de un brindis lleno de moderada esperanza-.

Roldán perdió por nocaut en el 10° asalto luego de una pelea extraordinaria y valiente. Más aun, fue el único boxeador que derribó a Hagler. Esto ocurrió en el 1er asalto y aunque el golpe visible, el último, fue una izquierda pasada que terminó impactando en la nuca, lo que Hagler sintió fue un derechazo previo, corto y al mentón. Nadie lo podía creer. Y el asombro se prolongó hasta el round siguiente en el cual Martillo se lo llevó por delante con una actitud agresiva, veloz, sostenida y vigorosa con dos ganchos impecables que Hagler sintió. Pero el 3° Roldán salió de un cuerpo a cuerpo y fue víctima de un foul evidente para todos menos para el árbitro Tony Pérez. Hagler con incuestionable experiencia dejó que Roldán se aproximara al cuerpo y al levantar el gancho desprendió el dedo izquierdo de su guante hasta introducirlo y lesionarle el ojo derecho. Martillo se lo advirtió al arbitro: “No veo, no veo nada”, le dijo sin que éste lo escuchara. Y después de un uppercut de Hagler cayó. La infracción fue tan visible que el entrañable Miguel Diaz –quien se hallaba en la esquina como curador de heridas– apeló a su experiencia y le gritó a Adolfo Robledo –segundo de Roldán– “¡quitale los guantes Robledo, quitale los guantes, ya está, ya está, descalificación, eh referí, eh Tony…!”. Fue en vano ya que el combate continuó.

Desde allí hasta el final la pelea fue un martirio pues el ojo se cerraba cada vez más, la cara se transformaba en una máscara, no tenía visión directa ni periférica, la órbita era una estrecha ranura sangrante y el esfuerzo de Roldán era tan grande que para atacar lo hacía lateralizando el cuerpo desde su perfil izquierdo, bien de costado para poder ver lo que le permitía ese ojo; fue así que cayó en el 3°.

Después de cada asalto llegaba al rincón y le decía a Tito que no veía. Y la respuesta era increíblemente recriminatoria: “No te entregues, no seas cagón, tenés aire para veinte rounds…”. Esta escena se repitió hasta el final del 9°. Roldán tenía el rostro muy congestionado por hematomas violáceos y un profundo corte en el puente de la nariz. Lectoure lo presionaba, le seguía exigiendo lo imposible e invocaba a Galindez y su estoico triunfo en Sudáfrica ante Richie Kates en el último round: “Acordate de Galindez que estaba peor que vos y ganó… A este tipo lo podés poner nocaut, poné huevos”. Fue en vano pues lo obligó a salir en el 10° y Hagler le pasó la zurda en todo su recorrido hasta golpearlo en el ojo lesionado. Roldán cayó resignado hacia atrás y le dijo al referí que no iba más.

Leonard, quien comentaba la pelea para la HBO junto a Barry Tomkins, pidió para su siguiente combate contra Hagler que se modificara el diseño de los guantes y que el dedo pulgar no quedara suelto, que se pegara al resto y que todo el guante fuera una sola pieza anatómica. Las autoridades lo escucharon y desde la derrota de Martillo frente a Hagler se cambió la reglamentación. En la actualidad y desde el dedazo de Hagler a Martillo hace 36 años, los guantes de boxeo tienen el espacio del dedo pulgar adheridos a la empuñadura.

No hubo llegada triunfal a Freyre, ni carro de bomberos; no hubo cinturón para lucir ni vecinos para abrazar. Por suerte quedaron más noches en el restaurante de los Priotti donde celebrar la vida con salame casero color rubí, ravioles humeantes y manuales acompañados por un vino de amistoso sabor. Pero las inversiones continuaron y aunque la confianza en algún depositario haya sido defraudada, algunos bienes quedaron y el boxeo siguió.

El final de la campaña fue contra Michael Nunn en el Hilton de Las Vegas, otro campeón mundial contra quien Martillo consiguió el alivio final de no boxear más a cambio de 100.000 dólares.

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