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Dolor en el Mundo Boca: murió el Colorado José María Suárez, campeón del mundo en el inolvidable equipo del Toto Lorenzo

El Mundo Boca llora este viernes la partida de José María Suárez, quien murió a los 73 años. Aunque no llegó a afirmarse totalmente la titularidad, el Colorado fue uno de los valores importantes del Boca de la segunda etapa de la década del 70, cuando llegaron los primeros títulos internacionales para el club y cuando recuperó también su impronta ganadora a nivel local.

Nacido el 1 de mayo de 1951 en Villa Dolores, Córdoba -y fallecido en la misma provincia- Suárez integró la primera de Boca junto a destacados jugadores de su época y permaneció en el plantel hasta la nueva conquista del campeonato local de 1981, con Diego Maradona y Miguel Ángel Brindisi como estandartes.

Su momento de gloria se vivió el 1 de agosto de 1978 en Karlsruhe, Alemania, cuando el Boca dirigido por Juan Carlos Lorenzo apabulló a los locales del Borussia Moenchengladbach por 3-0 para lograr la Copa Intercontinental. En aquella jornada, Suárez fue el elegido por el Toto para cubrir el lateral izquierdo y frenar a uno de los más peligrosos delanteros de los locales, el danés Allan Simonsen, luego de relevante papel en Real Madrid.

Suárez inició su camino futbolístico en Unión Florida, del barrio Providencia, en la liga de su provincia, y llegó a la Primera División en Belgrano, donde jugó entre 1970 y 1975. Ese mismo año, César Luis Menotti marcaba los rumbos de la selección argentina (había asumido a fines del 74, tras la debacle del Mundial de Alemania) y una de sus decisiones innovadoras fue la convocatoria de jugadores del interior. No solo era una vidriera para futbolistas de todo el país, sino la posibilidad de un semillero para la selección mayor.

Y varios de los integrantes de aquel equipo del 75 -Lavolpe en el arco, Ardiles, Gallego y Valencia- alcanzarían su lugar luego en la selección que nos dio el primer título mundial, en 1978. Suárez fue uno de los elegidos en el 75 y protagonizó la serie de amistosos en el Estadio Azteca de México, que comenzó con la goleada de 6-0 sobre Estados Unidos (dos de Ardiles), el 2-0 sobre Costa Rica y el 1-1 con los locales.

El ’75 había sido el “año de River” -la vuelta a los títulos locales, Nacional y Metropolitano- tras una sequía de 18 años. Boca, bajo la presidencia de Armando, trató de recuperar terreno en la temporada siguiente con varias contrataciones importantes (Gatti entre ellas) y con Lorenzo como DT. Los resultados se darían: Boca logró los mismos títulos en la temporada del 76. Suárez era la alternativa para cubrir ambos laterales, aunque los titulares eran inamovibles: Vicente Pernía por derecha, Alberto Tarantini por izquierda.

“Cuando estaba en Belgrano, jugamos un amistoso con Boca en nuestra cancha. Hice un partidazo… tiré dos centros, en uno gol de la Pepona Reinaldi y el otro de Miguel Laciar, les gustó como jugué; no sabía nada que ellos estaban interesados en mí”, contó sobre su llegada a Boca.

La entrega del Colorado cada vez que le tocó jugar y sus buenos rendimientos le garantizaron un sitio en el corazón de los hinchas. Y el equipo produjo su escalada internacional, con la conquista de la Copa Libertadores en 1977 y 1978, y la citada Intercontinental. Boca enfrentó allí al Borussia (Liverpool, campeón de Europa, desistió de jugarla). La ida se disputó el 21 de marzo del 78 en la Bombonera y empataron 2-2.

La revancha recién se programó para el 1° de agosto, ya que el Campeonato Mundial en nuestro país reordenaba los calendarios. El Borussia tenía como estrella a aquel famoso cancerbero e implacable marcador de su selección, Berti Vogts. Lorenzo dispuso esta formación: Gatti en el arco, Pernía, Tesare, Bordón y Suárez en defensa, Salinas, Suñé y Mario Zanabria en la línea media, Mastrángelo, Saldaño (luego Veglio) y Felman adelante. Fue un gran triunfo de 3-0 con goles de Felman, Mastrángelo y Salinas.

De su época profesional, Suárez recordaba como los punteros más difíciles de marcar a “Daniel Bertoni, corría de 0 a 100 en segundos, increíble la velocidad y fuerza. Otro fue el ‘Negro’ Ortiz siempre te hacia la misma gambeta saliendo por afuera y aun sabiendo que hacía lo mismo, si no estabas concentrado te dejaba pagando. Otro fue el ´Loco’ Houseman habilidad pura”. Los tres, integrantes de la selección campeona del mundo del 78.

Más adelante, y ya con Marzolini como DT, con la rutilante incorporación de Maradona y un campeonato estelar de Brindisi, Boca volvió a triunfar a nivel local en el 81. En su casa de Villa Allende -según recordó en una entrevista con La Voz del Interior- el Colorado guardaba una réplica de la Intercontinental y la camiseta con el 10 que le entregó Diego luego del 1-1 con Racing, en aquella coronación del 81 (y que fue, por otra parte, el único título local de Maradona en el fútbol argentino). “Jugar con Maradona era jugar con afano. Nos sentíamos como con cinco jugadores más. Y además teníamos a Brindisi. Claro, nosotros sólo teníamos que correr”, contó.

Fue su último ciclo en el equipo, para jugar posteriormente dos años en Nueva Chicago y cerrar su etapa profesional en Huracán en 1985 y 1986.

“Aunque en el documento su nombre figure como José María Suarez, en el mundo del futbol cordobés simplemente será el ‘Colorado Suarez’, aquel marcador de pelo lacio al viento que parecía una llamarada, fue uno de los mejores marcadores que dio el futbol de Córdoba y que triunfó en uno de los más grandes del país. Estos jugadores no se van nunca, porque imaginariamente quedan tatuados en los corazones de los hinchas”, lo describió el periodista Daniel Reynoso.

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