Desde el 83: un ministro de Educación cada 2 años
|Desde la llegada de la Democracia, en el 83, transcurrieron 34 años. En ese lapso, entre el radical Carlos Alconada Aramburú hasta Esteban Bullrich pasaron 17 ministros de Educación a razón de uno cada dos años. Con semejante inestabilidad en el cargo, en un área que no parece estar tan atada a los vaivenes más calientes de la coyuntura, difícilmente se logre trascender las generaciones con un cambio serio y profundo.
Parece ser más un reflejo de la real importancia que se le da a esa cartera ya que muchos de esos funcionarios abandonaron el Palacio Pizzurno para integrar alguna lista de candidatos a diputados, a senador o a algún otro cargo.
Para comparar, en ese mismo período hubo 25 ministros de Economía que quedaron en el camino como consecuencia de dos hiperinflaciones, un default, convertibilidad, corralito, devaluaciones, cepo y recesiones varias.
No hay candidato a presidente en campaña que no prometa que la educación será uno de los pilares de su gestión. Hablará de la necesidad de una revolución educativa y de planes a largo plazo. La definirá como una política de Estado que debería continuar en el tiempo, más allá de su mandato y del signo partidario de su sucesor. Palabras…
La realidad muestra que no sólo no podrá cumplir con esas propuestas sino que ni siquiera sostendrá en su cargo durante su período de gobierno al lógico ejecutor de ese ambicioso plan.
Alberto Sileoni, el último ministro de Cristina de Kirchner, fue quien más permaneció al frente de la cartera: desde el 23 de julio de 2009 hasta el 10 de diciembre de 2015. Meses antes del final de su gestión cuestionó las medidas de fuerza que llevaban los maestros en algunas provincias asegurando que “lo que gana un docente en la escuela pública es lo mismo que ganan en las privadas”.
Si bien desde la Ley Federal de Educación del 93 las provincias lograron la autonomía educativa, el Presidente de la Nación, a través de su ministro, puede fijar lineamientos, plantear debates y realizar convocatorias para avanzar en el sentido de sus promesas de campaña y no limitarse a ser un espectador pasivo de la discusión paritaria sobre el salario de los maestros.
Hoy, más de 9 millones de alumnos de las escuelas públicas de todo el país no comenzarán el ciclo lectivo por el paro nacional docente. No es un hecho nuevo.
Desde el 83 el inicio de clases estuvo alterado por huelgas. En algunos casos de carácter nacional y, en otros, provinciales. Pero no hay registro de un comienzo normal, a la vez, en todo el país. Cuando no fue un paro nacional, huelgas provinciales impidieron que el ciclo lectivo comenzara en término desde Ushuaia a La Quiaca. Tampoco se logra cumplir con la ley que obliga a 180 días de clases. La “marcha blanca” del 88 a Raúl Alfonsín, la “carpa blanca” desde el 97 al 99 a Carlos Menem, la decisión de Néstor Kirchner de viajar a Entre Rios a 3 días de asumir en 2003 para terminar con dos meses de conflicto y los 17 días de paro a Daniel Scioli de los docentes bonaerenses marcan algunos hitos del descalabro en el que se encuentra la educación argentina pese a las promesas que cada candidato a presidente realiza en campaña.