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De agresores a injuriados: arrepentimiento e indignación

Pablo Erbetta, padre de los jugadores Federico y Germán, aceptó que cometió, junto a su Familia, un grueso error en cuanto a la intención de dialogar con los jueces del partido que en el “Juan M. Baglietto” protagonizaron los U17 del Quique Club y de Echagüe. Admitió que fue “una profunda equivocación haber intentado hablar tras el juego con los árbitros, y peor aún, haberme detenido para aclarar la situación”, pero no obstante, afirmó tajantemente que “el haber sido considerado éste grupo familiar como un clan mafioso no va a quedar así. Desde ya que reservo los derechos y acciones legales ante semejante injuria”.

 

En diálogo exclusivo con Cuestión Entrerriana, el padre de Germán, jugador U17 del AEC, reconoció “estamos muy mal por todo lo que sucedió y lo que se está diciendo. El daño moral y hasta profesional es tremendo. Si las agujas del reloj retrocediesen evitaría hacerme mala sangre innecesariamente. Fue un partido en el cual sobraron las críticas hacia los árbitros desde las dos parcialidades. Y no tuvimos mejor idea que, tras el mismo, dirigirnos a ellos para expresarles nuestra disconformidad con sus desempeños. ¿Para qué?… ¡Los dos equipos clasificamos!!! Fue una estupidez. Pero así como yo acepto nuestro error, sería justo que alguien, una vez, al menos una vez, sea testigo de la actitud de ellos. En todos los partes que estoy leyendo se habla de nosotros, de la Familia Erbetta, sin embargo no se dice que uno de los jueces insultó a mi esposa y fue el de Paraná. ¿Y cómo se puede frenar a un hijo que siente que insultaron a su madre, más aun después de toda la adrenalina de un partido en el cual sobraron los gritos, los reproches??? De eso no se habla… Se cuenta todo para proteger a los árbitros y se nos deja a nosotros como un clan mafioso”.

 

Siempre a modo de monólogo, el cual respetamos en pos que logre descargar su visión en torno a los hechos, Erbetta consignó: “sigo reconociendo… Estuvimos mal nosotros como padres al esperar que los árbitros no sean tan soberbios y al menos nos respondan algo. Fuimos tontos. Como también nuestro hijo, si bien es comprensible que salga en defensa de su madre, termina extralimitándose innecesariamente. Pero, insisto, nadie habla de las agresiones verbales hacia mi señora y de los gestos soberbios, desafiantes, hacia Federico que explotó sin justificación más allá que pueda comprenderlo y defenderlo como padre. Y duele el silencio cómplice que hay en derredor a los árbitros. Duelen tantas adhesiones y que nadie nos haya llamado, ni siquiera desde Echagüe para preguntar qué pasó. Solo Cuestión Entrerriana se comunica para conocer nuestra versión, y lo valoro muchísimo”.

 

En cuanto a lo acontecido ya en la calle, Erbetta completó su narración exponiendo: “luego de encontrarnos con José Palacios, quien prometió interceder ante los árbitros para tratar de moderar la situación, habiendo subido al auto y arrancando el mismo, no tuve mejor idea que frenar para tratar de ver si podíamos ponernos de acuerdo. ¿Cuál fue el resultado?… Otra vez los gestos, las poses, la actitud soberbia que ya es un clásico de los árbitros paranaenses, y de nuevo Federico reacciona desfavorablemente pero allí también recibe una poco oportuna respuesta de Perotti. ¿Qué iba a hacer yo como papá? ¿Quedarme de brazos cruzados? Y lo juro por lo que más quieras que intenté separar. Quería que se termine todo. Le gritaba a Federico. Germán buscaba también separar y mientras trataba de evitar que al final mi hijo mayor termine herido. Eran muchas las cosas que pasaban por mi cabeza”.

 

Finalmente, Erbetta, con evidentes signos de consternación, consignó: “estamos destruidos. Sabemos que hemos actuado mal. Pero de allí a que unos digan que obramos como mafiosos y otros avalen esa expresión, resulta una injuria muy grave. Nos sentimos desamparados. Como si el dedo acusador de los jueces y de quienes se les adhirieron pesara más que nuestro Derecho a defensa. Analizaremos en profundidad la situación y muy posiblemente pongamos todo en manos de abogados, aunque previamente radicaremos nuestra exposición ante sede policial, lo cual no concretamos esa tarde por el estado de shock que nos embargaba. La impotencia, la angustia nos congeló. Admitimos nuestro error. Pero no somos una pandilla de violentos. No somos delincuentes organizados. Actuamos inadecuadamente y por ello hemos pedido disculpas a los jueces. Pero de ahí a que se nos rotule de salvajes y de mafiosos es una calificación que genera daño moral y profesional, lo cual no estamos dispuestos a soportar. Hay mucho en juego. El prestigio personal de los integrantes de ésta Familia, nuestros desempeños profesionales, nuestra conducta humana en todos los estamentos de la sociedad que ocupamos. Nuestra actitud fue incorrecta, incongruente, pero por sobre todo impropia. O sea, para nada relacionada a nuestro proceder cotidiano”.