Chau Lole, ahora estás junto al “Chueco” Fangio y al “Cabezón” Froilán
|ESPECIAL, por Ladislao Uzín Olleros (*).- En la inmensidad celestial existe un espacio al que no todos ingresan, está reservado para los Grandes. Al “Lole” no le faltaron críticos que lo tildaban de timorato. No sabían, o no recuerdan, que a bordo de un modesto “FIAT 1500” le ganó a Pablo Brea en el autódromo de Paraná, por entonces circuito de tierra, cuando Pablo venía de competir en Europa al comando de un “FORD Cortina Lotus”, auto campeón del turismo europeo por aquel entonces.
Años después, en una charla con Pablo, organizando los detalles para una carrera del calendario del TC-2000 (él presidía la categoría), yo le recordé aquel episodio, y -nobleza obliga- él me reconoció que el “Lole” le ganó en buena ley.
No sabían, o no recuerdan, que en aquel Gran Premio de Fórmula Uno de Argentina de 1971, edición no puntuable para el campeonato y que anticipaba el reingreso de nuestro país a la máxima categoría, el “Lole” hizo podio conduciendo un “McLaren M7C”, debutando en la categoría.
No sabían, o no recuerdan, que aquella fatídica jornada del 13 de enero de 1974, una pirueta del destino lo dejó al margen de su primer triunfo en el Gran Premio de Argentina, cuando llevaba 29 segundos de ventaja a su inmediato perseguidor, el neozelandés Denny Hulme, a la postre ganador de la carrera que sería su último triunfo en la Fórmula Uno. –
No sabían, o no recuerdan, que ese mismo año 1974 ganaría tres Grand Prix (Sudáfrica, Austria y EE.UU.) y que en 1975 triunfaría en el mítico Nürburgring, el “infierno verde”, como lo definiría Jackie Stewart.
No sabían, o no recuerdan, que su palmarés registra doce triunfos en la Fórmula Uno, logrados en una época en la que se colocaban el buzo, el casco y los guantes unos muchachitos llamados Lauda, Fittipaldi, Hunt, Piquet, Stewart, Rindt, Scheckter, Hill, Jones, Andretti, rondando las veinte coronas del Grand Prix.
No sabían, o no recuerdan, que en aquel mediodía de octubre del ’81 en Las Vegas, puntuaba primero para llevarse la corona delante de Nelson Piquet y cuando su auto falló le hubiera bastado con sacarlo de pista y consagrarse campeón, pero primó la caballerosidad sobre la tentación de la gloria alcanzada con juego sucio; al final, la gloria y el fracaso son impostores efímeros, como lo afirmaría un gran pensador de la humanidad. Transcurridos los años, Nelson recordaba aquel episodio y ansiaba reencontrarlo para darle un abrazo, mientras me espetaba: “Lole un caballero”.
No sabían, o no recuerdan, que cuando “Michelin” decidió incursionar en la Fórmula Uno, lo prefirió al “Lole” por sobre cualquier piloto francés, para poner a punto la goma que reinaría en el circo de la Fórmula Uno.
Y tampoco sabían, o no recuerdan, que siendo gobernador de su provincia, cuando avanzó el Salado e inundó la ciudad (abril 2003), lejos de impartir órdenes desde su despacho, se calzó las botas de goma y bajó a colaborar con la gente.
Por todo eso, el “Lole” tiene ganado su lugar en el espacio celestial reservado a los Grandes.
Desde el Club de Volantes Entrerrianos esbozamos estas líneas a modo de póstumo merecido homenaje.
(*) Asesor Letrado del Club de Volantes Entrerriano.-