Caso Pérez Volpin: piden penas de hasta cuatro años y cinco meses de cárcel y habrá veredicto a las 22
|El juez Javier Anzoategui citó a las 22 para dar a conocer su veredicto en el caso de la muerte de la periodista Débora Pérez Volpin. Fue después de una extensa jornada en la querella reclamó 4 años y 5 meses para el endoscopista y tres años para la anestesista. La fiscalía pidio lo mismo para la mujer pero cuatro años para el endoscopista. Los acusadores también pidieron investigar por falso testimonio a la instrumentadora y por encubrimiento a tres directivos de la clínica. Las defensas reclamaron los profesionales fueran absueltos.
Los acusadores no tuvieron dudas de lo que quedó demostrado durante el juicio oral por la muerte de la periodista Débora Pérez Volpin: tanto el endoscopista Diego Bialolenkier como la anestesista Nélida Puente fueron responsables del desenlace fatal. La querella pidió cuatro años y cinco meses para el endoscopista por homicidio culposo, mientras que la fiscalía reclamó cuatro años. Ambos coincidieron en pedir tres años para la anestesista. Y diez años de inhabilitación para los dos.
Pero además fiscalía y querella pidieron investigar por falso testimonio a la instrumentadora Miriam Frías, que estuvo procedimiento y llegó al tribunal, embazada y diciendo que no se acordaba de nada. Y promovieron una investigación por encubrimiento para tres médicos de la clínica.
Después llegó el turno de las defensas. La de la anestestista reclamó su absolución porque sostuvo que nunca se violó el deber de cuidado y no desatendió a la paciente. Esta noche, los abogados del endoscopista también solicitaron que se lo declare inocente por el beneficio de la duda. Fue después de reclamar la nulidad de las acusaciones y de hablar de la estigmatización que hizo la prensa sobre su cliente.
Ni Bialolenkier ni Puente eligieron hacer uso del derecho de sus últimas palabras. En el juicio ambos negaron su responsabilidad, hicieron acusaciones cruzadas y pidieron perdón a la familia. El veredicto por parte del juez Javier Anzoategui será a las 22.
Todo comenzó a las 8.30 en la sala de audiencias en el salón de Derechos Humanos del Palacio de Tribunales que estuvo colmada. Martín Lousteau, candidato a senador por la Capital por “Juntos por el Cambio”, llegó temprano para acompañar a la familia de su amiga, pero no quiso hablar con la prensa. Débora había elegido en el último año de su vida dejar el periodista y acompañara Lousteau en su camino político y había sido electa legisladora porteña. En las afueras, habían colocado un televisor para los periodistas que no podían entrar.
El abogado Diego Pirota, a cargo de la querella, comenzó su exposición haciendo hincapié en un cronómetro. Lo activó mientras recreaba qué le había sucedido a Débora en el quirófano. Quería demostrar el tiempo precioso que se perdió sin haberla asistido.
“Nunca nadie entendió cómo sucedió esto de esta manera. Cómo es que esta barbarie pasó y en cuánto pasó. Vamos a hablar del tiempo en que pasaron los hechos que sorprendieron a los propios médicos: no se logra explicar cómo ocurrieron en cada instante tantas cosas mal hechas. Y ante la emergencia, no supieron cómo proceder; no sabían resolver una crisis”, aseguró Pirota. “Hoy estamos juzgando a dos médicos que consideramos responsables por la muerte. No todos los endoscopistas perforan a un paciente, ni todos los anestesistas no pueden no reanimar a un paciente”, continuó.
“La perforación se produjo en el minuto uno y se desparramó por todo el cuerpo; Débora dejó de respirar y el corazón dejó de funcionar y los médicos no se dieron cuenta. Siguieron con el procedimiento y nunca se dieron cuenta”, sostuvo.
El rol del endoscopista. A criterio de la querella, la perforación existió desde el minuto uno en que el instrumento entró el cuerpo. Y deslizó que la lesión tiene justo la medida que tienen las pinzas que se colocan para un estudio de extracción para dominar “la punta loca” que tiene el endoscopio. “Coincidimos en que Bialolenkier no se dio cuenta que la perforó. Pero ante la desesperación de darse cuenta, lo ocultó. Cuando le preguntaron qué pasó, se quedó callado con el endoscopio en la mano. ¿Podría haber sido distinta la suerte de Débora? Posiblemente sí, si decía lo que pasó. Pero Débora guardó silencio”. “Bialolenkier no puede hacerse el distraído. No le avisó a nadie. Cuando sacó el endoscopio, salió lleno de sangre. Algo le tuvo que haber llamado la atención. Sabía que había perforado y arteramente no se lo dijo a nadie”.
El rol de la anestesista. “No es responsable de la perforación. El problema de Puente es que no controlaba a la paciente. No se hacía nada y se tomaron todas decisiones desacertadas. Todas”, subrayó la querella. “Primero que nada no se la conectó al monitoreo cardíaco. Pero además hasta que no llegó la cardióloga Ramos no le realizaron masaje cardíaco. La desaturación no fue abrupta. Para ella lo fue, porque no estaba controlando. Puente no supo resolver el problema que se le presentaba. Ademas no hubo alergia. Y su accionar agravó el cuadro: mandó más aire a donde no lo tenía que haber. Envió aire indiscriminadamente al cuerpo de Débora. Fracasó en los intentos de intubar. ¿Quiso hacer lo correcto? Es difícil si era lo correcto ventilar. ”
En ese momento, resaltó el abogado, “había que drenar el aire. Lo hacen con una birome bic en la calle. Acá estaban en un quirófano, con todas las medidas de seguridad para hacerlo. Pero ni se le ocurrió. Solo mandaban aire. ¿Y por qué Puente no pudo entubar al a paciente? Por incapacidad. ¿A dónde iba el aire? La anestesista no sabe. ¿Por qué? Por no oscultó. La máscara laríngea fue lo único efectivo que logró puente… Habría que preguntarse efectivo para qué. ¿En qué minuto entonces surge la responsabilidad de Puente? En el primero”.
La instrumentadora en la mira. Pirota calificó a la instrumentadora Frías como “una testigo reticente, que ha mentido descaradamente”. Sin embargo, añadió, no mintió en todo su testimonio porque no podía. A su criterio, Frías debería saber “perfectamente” lo que pasó. A su criterio, Frías “faltó a la verdad dirigiendo la responsabilidad hacia la anestesista, vino al juicio a mentir”. La Fiscalía también se sumó a esta imputación. El día de su testimonio había llamado la atención su sugestiva falta de memoria a la hora de dar detalles claves de lo que pasó en el quirófano.
La clínica La Trinidad, acusada de encubrimiento. La querella formalizó un pedido para investigar a los directivos Roberto Martingano, director médico de la clínica; Eduardo Cavallo, director general del sanatorio y Sebastián Cecci, médico gastroenterólogo, hijo de Hector Cecci –dueño de los endoscopios de la clínica- y quien lavó el instrumental que usó Bialolenkier en el procedimiento. A criterio de la querella, acá “mintieron, acondicionaron la prueba y prepararon a los testigos”. En la misma línea, acusó la fiscalía.
“Está claro para los peritos forenses que lo que lesionó fue el endoscopio. El que lo manipuló fue Bialolenkier. No hay ninguna duda ni ninguna discusión. La evidencia lo demuestra”, dijo. Por eso acusó de “canallezca” la actitud del endoscopio cuando declaró en su indagatoria cuando intentó sostener que la lesión en el esófago la habría provocado la anestesista cuando manipuló un tubo con un “mandril”. Se trata de un objeto de metal que se pone dentro del tubo para darle rigidez, pero que -resaltó Pirota- nadie vio en el quirófano.
El abogado resaltó además que la lesión se produjo primero en el esófago y después en el estómago, siguiendo el camino del endoscopio. Y subrayó que en lo único que Frías no mintió fue cuando dijo que en la punta del endoscopio se podía poner unas pinzas que miden 3 milímetros, justo la medida de perforación de Débora. “¿Nos quieren hacer creer que con el endoscoscopio no la lesionaron? ¿Que se murió de muerte súbita? Débora se murió por su culpa les faltó decir… Difícil morirse de muerte súbita con una lesión de once centímetros de una lesión de arriba hacia abajo”.
En su exposición, resaltó que no todas las personas que se hacen una endoscopia se mueren. Pero “si se maneja mal el endoscopio, va a lesionar de la misma manera que si manejo mal un auto, voy a chocar”.
Sobre las enfermedades previas, Pirota resaltó: “la perfección sucedió cuando Bialolenkier manejaba el endoscopía”. El resto, “son solo excusas.”
Las defensas de la anestesista. El abogado Eduardo Gerome, defensor de la anestesista, reclamó la absolución de su clienta. “Señor juez, la conducta de la doctora Puente no ha violado ningún deber de cuidado. No solo no la desatendió sino que permaneció a su lado”, sostuvo. Afirmó que la mujer actuó “diligentemente” y no es posible, dijo, “ningún reproche penal” contra Puente. El abogado afirmó que “no es que no entubó por inoperancia, sino que no entubó porque no se podía”.
También se quejó porque la querella le hubiera achacado un mal diagnóstico al momento en que pensó en una reacción alérgica. “Las decisiones en medicina se toman en el momento. Hubo una complicación que la doctora Puente no había generado, sostuvo. “No es que le dio más aire como se dijo. Hizo lo que estaba obligada a hacer y ya era imposible revertirlo”, aseguró. Frente a ello reclamó la absolución.
La defensa del endoscopista. Durante más de tres horas, los abogados cuestionaron el dictamen del cuerpo de Médico Forense Forense y habló de interpretaciones “infundadas y caprichosas”. “Me cuesta entender la falsedad de algunas citas”, aseguró el abogado Isaac Churba. También advirtió que el endoscopista no perforó. Pero aún si lo hubiera hecho, no hubiera provocado el resultado de la muerte porque lo que lo hizo fue el aire que ingresó al cuerpo. Afirmó que el proceso de hinchazón de la paciente comenzó con las maniobras de reanimación, que hizo la anestesista. “Se fue inflando durante por las violentas tareas de reanimación”, aseguró.
La defensa además cuestionó que no se hubiera profundizado sobre cruces entre distintos profesionales, que entre los forenses oficiales no hubiera endoscopistas y que nunca hayan considerado los antecedentes médicos de la paciente. También se advirtió que las opiniones de los forenses nunca fueron concluyentes y aseguró que se debió haber pedido careos entre todos.
El abogado Mariano Cúneo Libarona, por su parte, sostuvo que “acá no podemos considerar extrañas conspiraciones” y agregó: “que el aparato andaba o no andaba. Está clarísimo que andaba. Acá la gente del sanatorio no va a ser tan tarada de entregar un procesador con numeración limada cuando no lo pedían. Además, es lo más naturalmente que la clínica haya preguntado qué pasó. Si no hubieran preguntado, dirían no preguntaron”.
El abogado también leyó el consentimiento firmado que firmado antes del procedimiento, en donde se aludía a un riesgo de perforación. Hizo una extensa interpretación sobre si lo que pasó después implicaba entonces dentro del plano jurídico una consecuencia penal.
“Acá esto no cierra. Falta algo. Está película no cierra. Si no cierra, es duda”, sostuvo Cúneo Libarona, al reclamar que se absolviera por no poder probar las acusaciones contra su cliente. Es más, la defensa aseguró que los acusadores cambiaron la base fáctica de la imputación entre lo que se probó en la causa en instrucción y lo que se vio en el debate. “No hay alevosía además en un delito imprudente”, afirmó.
Cúneo Libarona aseguró que la fiscalía a cargo de la fiscal María Luz Castany no había considerado los atenuantes a la hora de pedir la pena, algo que era su obligación. “Ayudó en lo que le pidieron después, se quedó y enfrentó a la familia como pudo. ¿Por un error le piden 4 años y cinco meses? “, dijo. Habló además de “la pena que ya le impuso la prensa durante este año y ocho meses” desde que ocurrió el hecho. “No hay alevosía en un acto imprudente”.
Minutos después de las 19, el juez les preguntó a los acusados si iban a hablar. “Se da por cerrado el debate”, dijo Anzoategui. Y citó a las partes para las 22, hora del veredicto. La suerte de los acusados estaba echada.