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Caso Insaurralde: a veces, mejor callarse

Los familiares y amigos de Gabriel Insaurralde están acongojados, atribulados y repletos de dudas y desconfianza. Es lógico.

Sorprende como recién una semana después hallan el cadáver del locutor de LT 14 a tres cuadras de la casa, en un pozo cubierto con agua y malezas, y desde esferas de la investigación y justicia se dejó entrever -dentro de tantas hipótesis las cuales crecen segundo a segundo- que pudo haberse caído accidentalmente. Nadie cree ello. Todos se imaginan lo peor: que fue asesinado.

El locutor de LT 14 había sido visto por última vez hacía siete días, y tras producirse la ausencia llamativa a la radio AM de Paraná, sus familiares radicaron el pedido de localización.
Tras varios días de investigación policial y judicial en la cual no hubo datos concretos sobre el paradero del hombre de 41 años, el fin de semana las autoridades de la fuerza de seguridad diagramaron un amplio operativo rastrillaje del cual iban a participar 500 uniformados.
El mal tiempo lo pospuso y en la mañana de este lunes se concretó la recorrida, empezando por las inmediaciones de la casa de Insaurralde, ubicada en calle Balbín 2997 de Paraná, a corta distancia del ingreso al aeropuerto de la capital entrerriana.

Ni bien comenzó el operativo de la Policía se tomó conocimiento de que en un viejo aljibe y pozo negro que se encontraba a unos 250 metros de la casa del locutor en dirección al oeste por sobre Balbín, había algo raro en el interior.
Bomberos Zapadores fueron encomendados a la tarea de la inspección del pozo desde el exterior y se dio el alerta que dentro del pozo, de unos cinco metros, cubierto con agua a la mitad, había un cuerpo ya que desde la superficie se apreciaba con claridad una mano sobresaliendo.

El aljibe se encuentra en medio de un terreno y se puso especial énfasis en marcar lo peligroso que es, ya que cualquier persona podría haber caído al interior del pozo que estaba cubierto con algo de la vegetación de la zona, llámese chilcas y primaveras describió de manera impecable el colega Javier Aragón.

El juez de Instrucción Carlos Ríos dispuso asegurar el trabajo de los Zapadores, por lo que se procedió a las maniobras de extracción pero sin bajar.
Con sogas y grampines, finalmente el cuerpo fue recuperado y trasladado a la superficie. Allí el cuñado del locutor, Marcelo Suárez, tuvo la difícil tarea de reconocerlo, ya que el resto de los familiares estaban llegando o bien no soportarían encontrarse con la triste realidad.

El familiar, inspector de Tránsito de la comuna, informó al magistrado que por la vestimenta y las zapatillas no dudaba en asegurar que se trataba de Gabriel Insaurralde.

El juez Carlos Ríos dialogó con la prensa y en ese contacto fue directo: “No descarto ninguna hipótesis”, en alusión a que se podría estar frente a un homicidio, un accidente o bien un suicidio.
El magistrado, con respeto por la situación de los familiares, contó criteriosamente que “en la autopsia que se terminará en la madrugada del martes (por hoy), se deberá establecer con certeza que se está con el cuerpo de Insaurralde; luego los forenses deberán trabajan en determinar los motivos del deceso y para dar mayor prolijidad dispuse que participen de la autopsia dos forenses”.

Lo que causó una fuerte dosis de desconcierto o extrañeza entre los familiares directos allí presentes, y la confusión contagió al periodismo es que Ríos, seguramente en pos de satisfacer con sana voluntad la afanosa requisitoria periodística, señaló: “por los primeros indicios y visualizaciones no tenemos nada que pueda dar crédito a que se esté frente a un homicidio, ya que no había rastros de violencia en el cuerpo, por lo menos a simple vista. La autopsia es fundamental, ya que allí se sabrá cómo murió este hombre. El cuerpo se encontraba hinchado y algo deforme, pero al estar dentro del agua había buena conservación. Puede ser un accidente, ya que se pudo haber caído buscando un perro que se le había ido; puede ser un homicidio, pero no hay lesiones que se vean o puede ser un suicidio, por más raro que parezca, todo lo estamos investigando”.

La hermana de Gabriel, María Elena Insaurralde no vaciló en repetir a cada medio que le requirió su palabra: “no puedo acusar a nadie, pero en ese lugar existe un aljibe, y ese dato no lo sabíamos ni nosotras. Por eso pensamos que debe ser alguien que conoce muy bien el lugar, aunque no acuso a nadie, ya que camino al aljibe hay huellas de auto. Si buscaba un perro como se dijo, ¿porqué cerró la casa con llave y puso la alarma?”. En ese lugar existe un aljibe, debe ser alguien que conoce el lugar, sin acusar a nadie. Yo no sé qué pasó, sé lo mismo que la prensa, y estoy desconcertada”.

La realidad, incontrastable, innegable, es que ante éste tipo de gravísimas coyunturas, mejor acogerse al silencio y no enhebrar hipótesis que puedan ser tomadas como expresiones inverosímiles o que hasta le adosen mayor misterio, suspicacia y colmen de susceptibilidad a quienes más consideraban al joven locutor.
Debe tenerse muy en cuenta, esencialmente, que recién una semana después lo hallan en ese maldito pozo, reiteramos, a tres cuadras de su casa. Sí… siete días después lo encuentran tan cerca de su domicilio…

Por eso el título de éste artículo… A veces más vale cerrar la boca, más allá de la loable predisposición por procurar dar algo de claridad a semejante oscuridad. La Ley, la Justicia, ampara ese silencio, justamente propendiendo a no generar en la sociedad, y en especial en el círculo íntimo de la víctima, un más profundo enigma y -por añadidura- consideraciones que a la corta o a la larga pueden transformarse en perniciosas.

Francisco J. Calderón
Director Periodístico
Foto: Diario UNO.-