¡Bienvenido 2025! Brindemos por una Argentina unida y en libertad para decir “no” al odio
|Ya estamos en un Nuevo Año. Llegó el 2025. Renovemos el crédito, la convicción de una Argentina con la mirada clara y brillante, en la cual se cumplan los postulados fundacionales de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política que siempre animaron los corazones patrióticos.
Pasó un 2024 complejo; delicado; controvertido; pletórico en estériles debates, infecundas discusiones y agresiones dañinas.
Brindemos por un 2025 en el que le ofrendemos a este bendito país el compromiso de ser tan libres como más equitativos, justos, solidarios para evitar que continúe profundizándose una cruel desigualdad y marcada exclusión con la cual se ahonda la desunión de los argentinos.
Es un buen momento, de plena reflexión para corregir el rumbo en lo inherente a cómo se lucra con la INJUSTICIA SOCIAL y se VIVE de ella.
Brindemos porque no sea una UTOPÍA el soñar con un poder político que acepte el disenso, en pos de INTEGRARNOS y COMPLEMENTARNOS respetando el DERECHO inalienable a la diversidad democrática-progresista, a la manera de decir SIN AGRAVIOS innecesarios y nolcivos, de creer, de ser, de pertenecer, a la LIBERTAD DE VIVIR de cada uno mientras que con nuestros actos NO perjudiquemos al prójimo.
Es la HORA justa en aprender a escuchar para ser escuchados, es la hora adecuada en aprender a comprender para ser comprendidos, para sustentar con conducta que la coherencia entre decir y hacer es un valor excelso, porque no podemos hablar de transparencia, de honestidad, de ética, de LIBERTAD y hacer lo contrario en nuestras vidas.
Amigas, amigos… NO BAJEMOS LOS BRAZOS. Tengamos coraje, seamos valientes de buscar un CAMBIO, pleno de FRANQUEZA, y comencemos por una recóndita AUTOCRÍTICA.
En épocas en que muchas conciencias parecen adormecidas y convivimos en un mundo que aparenta crecer y vive la sola expectativa de un consumo mayor, pero que deteriora y pisotea la dignidad de la imagen de Dios en el hombre, sentimos hoy la necesidad de transmitirles nuestro anhelo en cuanto a que se abran corazones, se acallen voces que menoscaban, desprecian, insultan tan solo por estar en desacuerdo con tal o cual convicción ideológica…
El drama de la pobreza, la desocupación y la marginalidad; la corrupción execrable en tantos ámbitos de preponderancia como el político; el flagelo multiplicado de la droga; el aumento del juego; el clima de inseguridad y el desprecio por la vida; el negocio de la prostitución y/o la trata que avanza sin pausas siguen sin encontrar una suficiente reacción moral en la comunidad, con una educación, formación y cultura que se empobrece y en la cual viven tantos niños, adolescentes y jóvenes que se aíslan en un presente sin proyecto de futuro.
Ante este drama social afiancemos un compromiso con el Bien y la Paz. Debemos detenernos por éstas horas y prestar cuidadosa atención a la señal de estas fiestas: es tan pequeña y frágil, que la insensata omnipotencia de algunos encumbrados personajes del Poder descuidan y pasan por alto.
Promovamos que esa ternura toque el corazón y ablande las durezas de tantos que se encierran en si mismos, los hacen insensibles a Dios y distraídos ante la indefensión y la pobreza que viven tantos hermanos nuestros.
Hagamos un lugar para Dios Niño en nuestro corazón y en la mesa familiar, en nuestra convivencia social y en el servicio de la función, y que Él renueve nuestra paciencia en la vida y nos fortalezca ante las tentaciones o al sentirnos doblegados.
Tenemos la responsabilidad de cambiar la historia de rencores y odio, de resentimientos invocados para tomar ventaja diversa, de injusticias, mentiras y violencia en una historia de verdad y justicia, en libertad y amor solidario.
Debemos comprender que la humildad es generadora de ilusión, en una sociedad excesivamente cargada de soberbia y donde nuestros líderes -sea en la esfera del Estado o empresarial- no dan el suficiente y necesario ejemplo.
Pidámosle a Dios que llene de amor a nuestros conductores para que dejen de debatirse en feroces oposiciones e internas absurdas, y trabajen en conjunto -bajando al llano- reedificando los destinos de ésta bendita Patria.
Pidámosle a Dios por que ciertos empresarios no se embriaguen de tanta codicia, reformulen sus posturas mezquinas, se despeguen de cualquier síntoma de avaricia, y en especial comprendan cuánto daño y pena provocan dejando en la calle a tantos padres y madres de familias para seguir disfrutando de sus opulencias.
Pidámosle a Dios porque nuestros gobernantes, los productores, la clase empresarial se propongan de manera mancomunada erradicar la decepción, la frustración, la tristeza, la angustia, el dolor de quienes día a día sufren precisamente tanto olvido, tanta despreocupación, tanto desprecio. De quienes tienen sus corazones sensiblemente heridos.
Soñemos TODOS, UNIDOS, por una Argentina más justa donde prevalezca la luz del respeto y la aceptación, en la cual se bregue por políticas públicas más justas, y más transparentes, para generar inclusión y fomentando la participación, el servicio y compromiso ciudadano, propendiendo a una distribución más justa y equitativa de los bienes, generando fuentes de trabajo, utilizando el poder como servicio al prójimo, al bien común, a los más débiles, respaldado con el testimonio y la coherencia de vida, despojándose de toda agresividad discursiva.
El sólo intento de lograr una sociedad en paz social será la mejor celebración, el primer paso en firme para celebrar un Nuevo Año con un profundo orgullo de ser argentinos. No nos dejemos vencer por las tinieblas, que brille la luz de la Esperanza en nuestros hogares. Las Fuerzas del Cielo no avalan discordia, resentimiento, rencor, vehemencia discursiva. Dios no nos legó una retórica agraviante en su Palabra, y menos respalda que hablen por Él con ánimos encolerizados, violentos.
El hecho de cerrar estos 365 días tan arduos, agobiantes, repletos de incertidumbres y sensibles cambios, nos hace depositar toda la esperanza en los cuatro dígitos de 2025.
Hoy solo arrancamos otra hoja de un calendario, presentándose la motivación de hallar un nuevo lugar para nuevas oportunidades, nuevas ilusiones, nuevas ideas, nuevos proyectos, nuevas metas.
Y si bien, es indudable que el tiempo vuela; la grata noticia es que somos los pilotos de nuestra propia vida.
De cada lección nos llenamos de sabiduría. Dios bendiga a cada uno de los que quizás tan solo con una palabra de aliento nos acompañaron en momentos delicados, arduos, tortuosos que nos dejaron al borde de pegar el portazo o cerrar la cortina definitivamente. ¡Gracias por estar, día a día junto a nosotros! ¡Gracias por creer en nosotros! ¡Gracias por permitirnos crecer, con innumerables obstáculos, pero con la fe inquebrantable! ¡Gracias por sus comentarios, sus opiniones, sus mensajes, sus llamados!
Que el Nuevo Año les permita dilucidar lo mejor para sus vidas y la de los suyos, valorando siempre a los que más nos quieren, pues sin ellos nada sería igual. Que se les cristalice exitosamente cada noble deseo. Y recuerden… Aunque hayamos perdido una ilusión, nuevas vendrán a anidar nuestro corazón.
Que en este 2025 se impregnen los mejores instantes de sus vidas por cada meta alcanzada. Soñemos juntos por un país repleto de paz y armonía donde gobierne el amor y la esperanza.