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Argentino A: dale Patrón… Dale campeón!!!

Patronato despachó sin piedad ni mucho menos complicaciones a un Santamarina de Tandil que rápidamente cayó rendido a sus pies. Pero si bien por allí se enfatiza en las expulsiones o en la diferencia numérica a raíz de esas bajas por acrílicos rojos, debe aclararse que desde el vamos se vio a un “Aurinegro” dubitativo, inexpresivo técnicamente y que solo en contadas excepciones afrontaba el duelo con el carácter necesario. Claro que justamente los de mayor temperamento dejaron a su equipo y técnico en inferioridad por irse a las duchas anticipadamente. Fue un 2-0 que dio nada menos que el Ascenso, pero pudo ser paliza antológica.

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Evidentemente el cansancio acumulado terminó por desgastar a Santamarina gravemente y la sensación fue la de un equipo técnicamente partido al medio, aunque esencialmente CERO dinámica.

Patronato fue todo lo contrario. Admirable la enjundia, la guapeza, el temperamento para doblar y hasta triplicar en la zona media, en el corazón creativo tandilense, y la firmeza atrás para solventar cualquier acción que insinuase peligro.

Y como ya enfatizamos, quizás enarbolando una crítica a ésta altura demasiado rigurosa con tanto por festejar, si algo le faltó para que sea una noche BRILLANTISIMA, IMPECABLE, fue manejar el traslado de la pelota sin tanta ansiedad, sin tanto recurrir al pelotazo largo hacia Jara o Leclercq. Adoleció de esa pausa necesaria para saber jugar con los nervios ajenos, quizás porque uno de sus “fogoneros” de mayor despliegue como Emmanuel Urresti y otro compinche como Mariano Echagüe se pasaron de vuelta mordiendo en cada rincón para evitar que el circuito virtuoso “Aurinegro” logre funcionar a pleno.

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Justamente, esa actitud encomiable en cuanto a la contención y quite, permitió que la misión de anular toda gestación ofensiva visitante sea exitosa. Obviamente, tarea simplificada con la expulsión de Barrios Suárez.

Pero ni aún con esa diferencia o ventaja numérica el “Santo” pudo hilvanar ataques cohesionados entre volantes y delanteros, o combinaciones asiduas entre laterales (Graciani y Márquez) con Jara y Leclercq. Todo fue muy intenso, con enorme, inmensa actitud, un derroche inconmensurable de bríos, de energías, y de sanas intenciones de ir al frente permanentemente.

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Claro que, más allá de nuestra visión exigente, Jara y Leclercq, como algunos cambios de frente del “Chino” Urresti, y algunas trepadas del Gaby Graciani y Lucas Márquez posibilitaron desequilibrar a la extrema línea tandilense y producir zozobras sucesivas a un Bertoya que abajo era inexpugnable pero arriba presentaba dificultades, quizás por incomodidad con el flujo lumínico de las torres.

Más allá de algunos tibios y/o esporádicos encuentros entre González y Telechea, todo era del “Patrono” nacional que con el cuchillo entre los dientes plasmó un derroche fenomenal que tuvo su bonificación con esa proyección de Márquez, ese pase-centro como con la mano (de zurda) y el anticipo de Jara confundiendo a un Bertoya que se adelantó dos pasos como queriendo salir a achicar.

Luego, lo ya conocido… Peinada con el parietal, el arquero que lució como encandilado, y la pelota que formalizó su idilio con la red luego de moverse caprichosamente pero no ingresar nunca para que se desagoten las gargantas con gritos estentóreos de gol.

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Y si uno pensó que el 1-0 en contra, o el 3 a 1 global, inquietaría o causaría un revulsivo en los de Murúa se equivocó. En sí, nos equivocamos. Es que, honestamente, no entendimos jamás, más allá de comprender lo del cansancio, porqué Santamarina lucía tan resignado.

Peor aún fue cuando imbécilmente el goleador Diego Barrios Suárez, le aplicó un inexplicable, e innecesario, codazo en el rostro a Gabriel Graciani. No solo dejando a su equipo con 10 sino despidiéndose de la temporada. Absurdo total como para no contratarlo más en ningún equipo.

No obstante ese 11 contra 10 y ese 1 a 0 o 3 a 1, el pase a vestuarios por tan mínima expresión, no reflejaba con elocuencia el dominio abrumador, sin exquisiteces pero hegemonía rotunda al fin.

El paso al recreo largo dejó como incertidumbre, entre la multitudinaria concurrencia y entre la prensa ubicada en cabinas, y pupitres, si Patronato aguantaría semejante desgaste y si Murúa haría algún enroque especial o daría una arenga extra.

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Pequeños sustos pero enseguida retorna el espíritu demoledor

Primero Echagüe y luego Jara alarmaron a todos acusando tirones, el peor fue Pipo pero fue una falsa alarma. Santamarina no quería saber más nada y su máximo estandarte parecía una vieja gruñona. Tanto reclamó que Montero lo expulsó porque la Vizcacha González insultó a el línea tras un gol anulado por supuesto off side (nos quedaron dudas, y en cierta forma creemos que fue una posición adelantada, muy pero muy fina…).

Ya con 9 jugadores, el elenco de Tandil fue un fantasma y todavía no nos explicamos como no terminó todo en una paliza memorable. Claro que una justificación hubo: los “Santos” tuvieron no menos de cuatro acciones de neta peligrosidad ante Bertoya, y siempre definieron abajo, donde ese buen guardameta se siente más cómodo.

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La frutilla del postre para Dieguito Jara la creó él mismo, recuperó una pelota y corriendo por la izquierda llegó a las barbas del arquero y lo sometió con un furibundo zurdazo que liquidó todo más allá que restaba un cuarto de hora en el cual el anfitrión gestó un par de acciones más vía contragolpe que bien hubiesen cimentado la goleada que no fue, aunque para el logro extraordinario consumado los goles no anotados pasaron a ser una anécdota insignificante entre tanta emoción de la gran Familia “Rojinegra”.

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Patronato ganó, no goleó pero gustó, teniendo como caudillos principales a Diego Jara y a Leo Ferrero, los dos con distinguido, pero ahí no más, con 8.50 Echagüe y Urresti. O con 8 Soto, Andrade y Bértoli quien en las dos únicas maniobras claras (más allá del gol anulado) de la visita respondió con esa jerarquía y seguridad de Primera categoría.

El resto?… No menos de un 7 para Espínola, Leclercq, Graciani y Márquez, pero no podemos calificar solo elogiar a Díaz, Prono y Brítes pues jugaron menos de media hora, aunque el ritmo del local no cambió para consolidar una victoria histórica que significó el Ascenso y desatar un festejo loco durante toda esa inolvidable noche que estremeció a la capital entrerriana.

Fotos: Manuela Calderón Bourband y Matías Calderón Bourband.-

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