AGRIDULCE NOCHE

ESPECIAL, por Juan Carlos Gallego (*).- Siempre ese sabor agridulce en la mesa de fin de año. No me refiero al jamón con ananá, ni al pollo con manzanas asadas. Habló de esa mezcla perversa de felicidad y angustia, de ese cóctel que combina, en dosis nunca bien proporcionadas, las sillas ocupadas y las vacías…

Las voces altas de los presentes, no logran silenciar el grito de las ausencias. Somos como lunas mostrándole al mundo nuestra cara brillante, mientras la cara oscura se carga de vientos nostálgicos.
Nos aferramos a las presencias. Cruzamos miradas que son conversaciones completas.

Reconocemos las sombras entre los pliegues de ojos laqueados por el brillo. Nadie habla de ello, salvo alguna referencia ocasional con frases trilladas (aunque amorosas) a los que “Hoy ya no están, pero nos miran desde el cielo” o comentarios afines.
Parece que aquella puñalada que sentimos al saber que “ese ser” ya no volvería a estar, se reabriera con la fuerza de una represa quebrada.

Ese día copa en alto y con el estúpido estruendo, que utilizan algunos para acallar músicas internas, sentimos que nada cicatriza para siempre. Que las heridas de los ausentes, van a permanecer siempre.

Y creo que está bien. Que es parte de la vida. Que si los recordamos es porque se lo ganaron y quizás, si seguimos desparramando amor, algún día, cuando la silla vacía sea la nuestra alguien mezclará el dulce elixir de un beso con un poco de la mar del ojo.

(*) Actor – Artista – Presidente en Asociación Cultural Arteatro.-