Adorni y otra promesa sin cumplir
A Manuel Adorni nunca se lo vio interactuando con diputados o senadores y tampoco con los mandatarios provinciales durante su gestión como vocero presidencial. Incluso, los chicaneó cada vez que pudo en épocas que hacía las conferencias de prensa. Es por ese motivo que resulta extraño que se resalte “la necesidad de renovar el diálogo político” con un secretario que casi no tiene fotos o participaciones activas en ese sentido.
El presidente y su hermana cuentan con un círculo íntimo muy pequeño, que se cuentan con los dedos de dos manos. El vocero es uno de ellos. Nunca contemplaron la posibilidad de distribuir realmente el poder a aliados. Los lugares de privilegio son para ellos o su limitado entorno.
Adorni ganó holgadamente en las elecciones porteñas de mayo y debería asumir en diciembre como legislador, puesto que jamás quiso afrontar, pero fue pedido por los hermanos Milei para medirse contra el PRO, resultando una contienda clave para el actual sometimiento al partido amarillo.
Desde entonces, el funcionario recalcó decenas de veces que él iba a asumir en su nuevo rol y hasta se molestaba con los periodistas que le reiteraban su consulta. “Estoy cansado de repetir que el 9 de diciembre renuncio”, señalaba el portavoz.
No obstante, en el último tiempo esa postura cambió. Primero, desde su círculo señalaban que iba a asumir y que, quizás, en 2026 podría regresar en otro lugar dentro del Ejecutivo ya que “el presidente y Karina lo quieren si o si con ellos”. Y a las pocas semanas indicaban que “si Milei le pide que asuma otro cargo antes, lo aceptará”.
Al parecer…, Adorni sabía hace, al menos, dos semanas que iba a ocupar el rol de Guillermo Francos. Le estaban buscando la mejor forma de hacerlo. Lo ideal era que ocurriera cerca del 10 de diciembre. Desde mediados de octubre que el vocero y su equipo están avanzando en la reformulación de la “Vocería”, que será absorbida por la Jefatura de Gabinete.
De esta manera, hará de las veces de Aníbal Fernández o Jorge Capitanich, quienes tenían ese puesto como ministros coordinadores y voceros a la vez. Por consiguiente, todo dependía de la capacidad del mandatario para poder medir los tiempos y que no se desmorone antes de tiempo su ingeniería con los cambios en el Gabinete. No pudo ni empezar a diagramarlo. Se le desarmó a menos de una semana de su imponente triunfo del domingo.
“Estoy cansado de decirlo. Están locos, ¿qué les pasa?”, decía Adorni en momentos que festejaba el domingo el triunfo violeta, cuando se le preguntaba si iba a asumir como jefe de Gabinete. Era un hecho para los distintos armadores libertarios y ya lo palpitaban Francos y Catalán, que comenzaron a levantar el perfil con entrevistas y la reciente convocatoria con los gobernadores, que ya envejeció a las 24 horas porque sus dos principales impulsores dejan al Gobierno sin mala praxis, solo carcomidos por una interna que sigue sacudiendo las placas tectónicas del centro del poder libertario, con un final incierto.

