Monseñor Puiggari, ordenó a un neopresbítero: “Sé hombre de oración, hombre de la Eucaristía”
|El arzobispo de Paraná, monseñor Juan Puiggari, ordenó sacerdote al diácono Enzo Giménez, en el marco de una celebración eucarística realizada el 29 de junio pasado, solemnidad de san Pedro y san Pablo, en la capilla Nuestra Señora del Cenáculo.
“Dos vocaciones complementarias, dos personalidades cautivantes. Dos existencias conquistadas por Cristo, por su amor. Amor delicado por Pedro, a pesar de sus negaciones; amor vigoroso por Pablo, a pesar de ser un perseguidor”, describió en la homilía, refiriéndose a ambos apóstoles.
Dirigiéndose al ordenando, el arzobispo paranaense expresó: “Providencialmente, te ordenas en el año de la oración y de la misión. Los verdaderos apóstoles son los santos, y lo son porque rezan”.
“‘Perdemos muchas batallas porque oramos poco’ nos recordaba San Juan Pablo II; y el padre Pío de Pietralcina nos decía que la oración es la más grande fuerza de la Iglesia”, agregó.
Tras reiterar que hay que convencerse de que la oración “es fundamental para la vida y misión del sacerdote”, lo exhortó a Enzo: “Sé hombre de oración, hombre de la Eucaristía”.
“Sólo el orante puede ser un hombre teologal, hombre de fe. Nacemos de un misterio de fe, somos un misterio de fe y debemos ser perennes testigo de la fe”, agregó, y completó: “Hombres de paz y de alegría, fruto de la esperanza. Nunca la pierdas”.
“Hombre de la caridad: Si amas a Dios con todo tu ser, tu vida será una irradiación de Dios en la vida de tus hermanos, que se manifestará en actitud de servicio, de escucha, de disponibilidad, de testimonio que edifica con la vida, porque esta manifiesta al Señor. Acá está el fundamento de la misión: querer llevar a tus hermanos la vida de Dios. El que ama quiere compartir su riqueza: Dios”, le recordó.
Monseñor Puiggari destacó que el ordenando haya elegido, como lema sacerdotal, la expresión de Jesús en el Padrenuestro: “Hágase”, al subrayar: “Es una parte fundamental de esta oración cristiana”.
“Quiero terminar encomendando el sacerdocio de Enzo a María Santísima, la Inmaculada del Cenáculo, del Rosario. Fue y será su Madre, formadora y compañera del camino en todo momento de su vida, como lo hizo con Jesús”, concluyó.