Operación caquitas de perro: muy bien 10 a estos dueños
|ESPECIAL (por Francisco “Pancho” Calderón).- Hace mucho, pero mucho tiempo andaba con ganas de destacar una buena obra como la de una pareja dueña de una hermosa perrita llamada Dulce, a quienes observé en Plaza de Mayo, acompañar a la Cocker en el acto de deposición fecal y cumplido el mismo, tomar el excremento con una servilleta y después colocarlo en una bolsita a la cual la depositaron en un cesto. Tarde pero seguro, aquí pongo las fotos de los educados propietarios de tan bella mascota y opino sobre éste tema.
Siempre, desde pequeño, me pareció muy mal, desagradable, que en las calles y aceras de nuestra ciudad haya deposiciones caninas por doquier, dando un aspecto antiestético y nada higiénico de nuestras calles y aceras por donde paseamos y nos desplazamos a pié los viandantes.
El comportamiento detestable de muchos dueños de perros debería ser penado. Se debería hacer algo para concientizar y de algún modo evitar que esta lamentable situación que a nadie agrada se siga produciendo.
Alcaldías europeas, al poner en práctica el multar a los dueños de perros que dejen abandonadas las heces de sus mascotas caninas en la calle, hallaron saludable saldo pues hubo un cambio sustancial en la actitud de los propietarios de perros.
Ello fue ayudado con pequeños puestos de toallitas especialmente diseñados para ello, los que están acompañados de cestos montados para ese único fin, y montados por firmas de alimentos y productos para mascotas que son favorecidas en materia impositiva y cuidan a su vez lo concerniente a la degradación de la caca en pos de evitar mayor contaminación.
La idea es que una eyección animal, no recogida por su dueño, ya sea por la causa que sea, se sancione con una multa de cantidad en euros muy superior al doble de lo que supone poner en riesgo la vida y la salud de varias personas al mismo tiempo. Eso implica que una caquita de perro dejada impúdicamente por los amos del animalito pueda costar caro como sanción.
Claro que a la norma, se le acompaña como campaña de precaución, una movida en la cual se procura hacer reflexionar a los potenciales infractores del daño que se pueda hacer con sus actitudes indiferentes, insensibles y maleducadas, detallando a su vez para espacios como plazas, parques donde asisten niños y ancianos, y áreas céntricas horarios fijos en pos de evitar situaciones enojosas entre particulares sin perros y aquellos imprudentes que no solo no cuidan el tema de las heces sino que también dejan libres a pequeñitas aunque histéricas mascotas, o a monstruos simpatiquísimos pero que con una carga llena de amor buscando una caricia pueden fracturar en diez partes a un octogenario, o desnucar a un pequeñito.
En otras localidades también se fomentado disponer de sistemas de mangueras con las cuales se puede hacer correr la materia fecal hasta las alcantarillas, zonas debidamente señalizadas y reservadas a tal fin.
Si uno ve que en otros países hay medidas que funcionan, se las debe tomar en cuenta para imitarlas dentro de lo que significa la idiosincrasia de los argentinos. Entre todos y todas debemos hacer de Paraná una ciudad limpia, sin deyecciones caninas (lo mismo cabe para aquellos dueños de gatos que los sacan a pasear), sin riesgo para nuestros niños y con una mejor convivencia ciudadana.
Por esta breve exposición es que me pareció saludable destacar a buenos vecinos, a buenos dueños y a su perrita “Dulce” que tan bien se portaron delante nuestro sin imaginar que estaba la cámara de Cuestión Entrerriana.
Las disculpas por no haber obtenido sus nombre y apellidos, priorizando solo el nombre del hermosísimo y vivaz can.