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Mauricio Macri quiere revancha… en el Mundial de Bridge

Mauricio Macri está en guardia en dos trincheras. Por un lado, después de haber dado un paso al costado en la carrera presidencial, da batalla en la interna de un Juntos por el Cambio cada vez más dividido de cara a las elecciones nacionales. Por el otro lado, se desvive por volver a Boca como parte de la lista de su delfín Andrés Ibarra bajo la premisa de enfrentar a Juan Román Riquelme y compañía y recuperar el poder político del club que décadas atrás le sirvió como plataforma de despegue en las arenas de la política.

Sin embargo, por estas horas, la cabeza del ex presidente (de la Nación y de Boca) está enfocada en el campeonato zonal sudamericano de bridge que entregará dos plazas para el Mundial de Marrakech, en Marruecos, que se disputará en agosto próximo.

Al cabo de las primeras seis rondas de la eliminatoria, que se disputa en el Palacio Paz, en el barrio porteño de Retiro, frente a la Plaza San Martín, Macri tuvo al menos un motivo para sonreír, ya que la Argentina, en la categoría senior, encabeza las posiciones, seguida por Colombia, Chile y Brasil

Macri, que figura 207 en el ranking mundial de este juego de cartas, forma dupla con Pablo Lambardi, que es además su entrenador personal. Representan al equipo nacional otras dos parejas. Son las integradas por Walter Fornasari y Luis Palazzo y por Ernesto Muzzio y Héctor Camberos.

El capitán de la Argentina es Ezequiel Viejobueno, primo político de Macri, a quien acompañó en SOCMA, la empresa familiar, y también durante su paso como presidente de Boca. Kelo, como lo conocen todos, es un experimentado jugador y maestro de bridge. ​La coach es Debra Hyatt.

Será una intensa semana para Macri, que sigue en su rol de titular de la Fundación FIFA, en el mundo del bridge. Es que este jueves será la premiación y se sabrá si la Argentina irá al Mundial de Marrakech. Y al otro día, el viernes 13, comenzará a jugarse acá en el país un torneo internacional en el que vienen los 20 mejores equipos del mundo, incluido Suiza, último campeón en la categoría libre. Obviamente, Macri y compañía ya están anotados para participar entre los senior.

El ex presidente imita al papá
Se supo durante los primeros tiempos de pandemia que el ex hombre fuerte de Boca renovó su pasión por el bridge. Forzado por el aislamiento obligatorio que decretó Alberto Fernández cuando todavía no circulaban las vacunas, Macri se entrenó duro y parejo a través de plataformas online mientras permanecía recluido en su quinta Los Abrojos, en la localidad bonaerense de Malvinas Argentinas. Su objetivo, entonces, era jugar la Copa América, donde alcanzó las semifinales con el equipo MM. Más tarde jugó un campeonato sudamericano. La última escala fue el Mundial que se celebró en Parma, Italia, donde tuvo un gran papel, pero la Argentina no llegó a la ronda final.

Su padre, Franco​, también disfrutaba con sus amigos de este pasatiempo que, hasta hace no mucho tiempo, supo ser una actividad lúdica casi exclusiva de los hombres y mujeres de la alta sociedad.

Sin embargo, esta pasión de Mauricio lejos está de ser una novedad. Hay una anécdota relatada en el libro “La dinastía, vida pasión y ocaso de los Macri” ​(2001), de la periodista Ana Ale, que refleja la tradición familiar por este juego que combina fortaleza mental, memoria y mucha disciplina.

Rememoraba Franco Macri, fallecido en marzo de 2019, en aquel libro: “Estábamos con los amigos de siempre jugando al bridge. Llegó Mauricio y quiso incorporarse a la partida. ‘¡Pero si vos no sabés jugar!’, le contesté”.

–Dejame sentar y vas a ver si sé o no sé.

“Los amigos dijeron ‘dejalo a ver qué hace’. Se sentó, jugó y ganó. Yo le pregunté: ‘Pero cómo hiciste’. Mauricio sólo sonreía. Después me confesó que había estado más de un año tomando clases en secreto para sorprenderme”.

Bridge, reservado para millonarios
Para encontrar los orígenes del bridge hay que rebobinar unos cinco siglos. Se encontró documentación que confirma la existencia de un juego llamado Triumphus Hispanicus, allá por 1526, que es algo así como el tatarabuelo del popular tute y que sería el punto de inicio de un árbol genealógico cuyo familiar más distinguido es el entretenimiento de cabecera del expresidente.

En el medio, según cuenta la historia y como producto de las deformaciones propias de las tradiciones orales -Gutemberg y sus herederos deben haber tenido otras prioridades que imprimir los reglamentos de los juegos de mesa-, aparecen otros juegos de naipes como el quadrille francés, el vint ruso y el whist inglés. Siguiendo la analogía familiar- este último sería como el hermano mayor del bridge.

El whist, bajo su antigua denominación de Triumph, Trump o Ruff aparece mencionado, por ejemplo, en “Antonio y Cleopatra”, la tragedia escrita por William Shakespeare​ a principios del siglo XVII. Se trata de una licencia poética, un anacronismo, del padre de la literatura inglesa, que practicaba este juego con asiduidad en su juventud. Los romanos y los egipcios jamás se enteraron de su existencia.

De España a Inglaterra. De Inglaterra a Francia -los biógrafos aseguran que Napoleón era otro de los apasionados por el whist- y al resto del mundo. Así el juego se transformó en uno de los pasatiempos preferidos de reyes, nobles y cortesanos. Y, al igual que el Imperio Británico y su política expansionista, llegó como sus colonias a casi todos los rincones del globo terráqueo.

A finales del siglo XIX, el whist encontró una variante en el bridge y, en pocos años, se transformó en el juego de cartas más popular, vaya contrasentido, entre las elites.

Reconstruye la Enciclopedia Británica: “El origen del bridge whist no se conoce con certeza, pero un juego similar apareció en Constantinopla antes de 1870 bajo el nombre de khedive, cuyo nombre por alguna razón se convirtió en biritch (…) En 1887 se publicó en Londres un folleto titulado ‘Biritch o Russian Whist’, en el que se describía el juego. Hay una historia que cuenta que Ludovic Halévy, en 1893, trató de persuadir a unos amigos de París que jugaban al whist para que jugaran al bridge con él, pero se negaron. En el mismo año, sin embargo, se jugó en el Whist Club de la ciudad de Nueva York. En 1894 Lord Brougham, sancionado por no haber entregado la última carta (triunfo) en una partida de whist en el Club Portland de Londres, se disculpó con la excusa de que olvidó que no estaba jugando al bridge, ‘el mejor juego de cartas jamás introducido'”.

El juego encontró su forma actual de la mano de Harold Vanderbilt, otro millonario apasionado por el bridge. Este acaudalado empresario ferroviario, uno de los más poderosos hombres de la industria en la primera mitad del siglo pasado, fue quien le dio la forma definitiva a las reglas del bridge, conocido como bridge de contrato.

El bridge es organizado por la Federación Mundial de Bridge, la FIFA de este juego de cartas, que fue fundada el 18 de agosto de 1958 en Oslo, Noruega. Su primer presidente fue el Barón Robert de Nexon, un aristócrata que supo ser, entre sus múltiples ocupaciones, ejecutivo de Coty, el gigante de la perfumería francesa, y dueño de un exitoso stud de caballos de carrera.

Es desde 1999 una disciplina que tiene rango de olímpica -como el ajedrez-, más allá de no haber formado nunca parte del programa de unos Juegos -como sí sucedió con el polo hasta Berlín 1936 o con las exóticas carreras de globos aerostáticos que se practicaron como exhibición en París 1900-.

Cinco presidentes de la WBF juntos en 2011: Bobby Wolff, Jaime Ortiz-Patiño, Gianarrigo Rona, Ernesto d’Orsi y José Damiani. Foto: WBF
Cinco presidentes de la WBF juntos en 2011: Bobby Wolff, Jaime Ortiz-Patiño, Gianarrigo Rona, Ernesto d’Orsi y José Damiani. Foto: WBF
Al estar cubierto por el paraguas del COI, el juego no sólo está estrictamente regulado, sino que aquellos que compiten deben sortear los mismos controles antidoping que otros deportistas de alto rendimiento, siempre bajo las normas de la Agencia Mundial Antidoping (WADA por sus siglas en inglés).

Como el ajedrez y el póker, el bridge encontró un gran aliado en las plataformas online, donde millones de personas lo juegan sin necesidad de compartir una mesa o un salón, tal como ocurría en los clubes de caballeros de la alta sociedad, esos a los que solían concurrir hombres como Vanderbilt.

Estiman que más de 80 millones de aficionados lo practican en todo el mundo y unos 125 países tienen su federación nacional. Bill Gates y Warren Buffett​, entre otros famosos y millonarios, son grandes jugadores de bridge.

Cómo se juega al bridge
Para jugar al bridge se necesitan cuatro jugadores y un mazo de naipes franceses, los mismos que se utilizan para el póker -52 cartas con picas, tréboles, corazones y diamantes como diferentes palos-. Pero dista de ser sencillo de aprender. Cada pareja se sienta enfrentada y los lugares que ocupan los jugadores representan los puntos cardinales (Norte, Sur, Este, Oeste). Los turnos se siguen siempre en el sentido de las agujas del reloj y cada uno recibe 13 cartas -los ases son lo de mayor valor hasta llegar en forma descendente a los 2-.

Antes de empezar, cada pareja establece su rol a través de “contratos”, tal como estableció Vanderbilt hace casi 100 años. Así es como se da inicio a la primera fase, que es cuando se estipula qué cantidad de bazas -rondas- se necesitarán para ganar al cabo de las trece -una por carta- que tiene cada partida. El equipo declarante pone el objetivo y debe cumplirlo. El rival, o defensor, debe evitarlo para ganar.

bridge juego de cartas
bridge juego de cartas
La segunda fase, conocida como el carteo, arranca cuando uno de los jugadores -el que está a la izquierda del que reparte- tira una carta. Los demás deberán tirar una del mismo palo. Quien tira la carta de mayor valoración, se queda con la baza.

Como el máximo de rondas son 13 -ya que en cada ronda el jugador lanza una carta por baza- el mínimo de rondas ya establecidas son 6 y es necesaria al menos una más para ganar la partida. Sin embargo una pareja puede subir la apuesta y establecer que es capaz de ganar 9 de las 13 rondas de la partida y además instaurar un naipe de triunfo.

Un ejemplo: si se lanza un 3 de corazones quiere decir que, además de las 6 bazas establecidas, el objetivo es ganar tres más y el palo ganador serán los corazones.

Si la pareja declarante gana las bazas que se planteó se llevará una cantidad de puntos. Si eso no sucede será la pareja defensora la que puntúe. Entre principiantes, sin embargo, se juega al mejor de 5 o 7 manos pero sin contabilizar puntos.

El juego, entre profesionales, con variantes múltiples se hace muy complejo. Obliga a conocer y analizar múltiples variantes y tener en cuenta una innumerable cantidad de convenciones, muy difíciles de sintetizar en un simple artículo periodístico. El azar, a diferencia de otros juegos de mesa, no tiene demasiada incidencia una vez repartidas las cartas.

El bridge implica planificación, mucha memoria y una disciplina mental que se adquiere con horas y horas de entrenamiento.

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