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El temor y la sospecha amenazan el censo

El censo nacional de población que se realizará el 27 de este mes podría encontrar un escollo importante entre la gente: cada vez son más las personas que dejan trascender que ese día no le abrirán la puerta al censista porque desconfían del manejo oficial del relevamiento o por miedo a ser víctima de un robo ante la ola de inseguridad.

Esa situación se advierte especialmente en los grandes centros urbanos, como la Capital y el Gran Buenos Aires. Incluso, hay vecinos de edificios enteros que se aprestan a recibir a los censistas en el palier o en la calle, pero nunca en el interior de las viviendas.

Cadenas de mails que instan a no atender a los encuestadores se han vuelto moneda corriente. También cartas de lectores en los diarios advierten que, en el mejor de los casos, sólo se está dispuesto a pasarle por debajo de la puerta al censista una copia de un formulario bajado de Internet.

Hasta hay un perfil en Facebook titulado “Censo Nacional 2010: no le abras”, que en poco días sumó 3580 adherentes. En la calle, la percepción es similar. Mucha gente admite que tiene miedo y no parecen conformarla las confirmaciones del Indec de que los censistas estarán debidamente identificados con una “credencial inviolable”, entre otras prevenciones.

A diferencia de otras décadas, en las que los encuestadores eran hasta agasajados por los dueños de casa, que vivían el censo como un deber que los hacía sentir orgullosos de haber participado de la encuesta, este año, la creciente inseguridad podría conspirar contra ese objetivo fundamental para el conocimiento no sólo de la cantidad de habitantes del país, sino de su nivel de vida, de trabajo, de salud y de instrucción, entre otros, todos índices necesarios para el desarrollo de políticas públicas.

A la inseguridad le sigue en jerarquía la negativa de muchas personas a brindar datos personales al Indec, un organismo cuyo descrédito ha crecido en los últimos años.

A tal punto parece haber llegado el temor que ligas y federaciones de consorcistas y de la propiedad horizontal han recomendado que en los edificios se atienda a los censistas en los halls y hasta en la calle. Esas entidades admiten que reciben una gran cantidad de mails de propietarios de departamentos de todo el país, preocupados por la actitud que van a tomar el próximo 27 cuando el censista llame a su puerta.

Por caso, así lo expresó Alicia Giménez, presidenta de la Unión de Consorcista de la República Argentina. “Hay temor por la inseguridad; recibimos muchos mails de propietarios que van a tener a los encargados de los edificios trabajando todo el día para constatar que son censistas y no otra persona la que los quiere entrevistar. Muchos también han contratado un servicio de vigilancia durante todo el día”, dijo Giménez.

Osvaldo Loisi, presidente de la Liga del Consorcista de la Propiedad Horizontal, aseguró que “los propietarios no están obligados a hacer ingresar al censista en la vivienda ni a brindar documentación personal de la casa”. En tanto, Marcos Bergenfeld, presidente de la Federación Argentina de Consorcios, consideró que “hay reticencia. Nosotros -dijo Bergenfeld- les decimos que las personas que vivan solas no deben dejar entrar a los censistas y que la solución es que los consorcios armen una mesa en el hall de entrada de los edificios y hasta en la calle, de ser necesario”.

“En este barrio te asaltan y te matan por dos mangos”, dijo a LA NACION José Luis Retta, vecino de Villa Urquiza. Retta fue una de las miles de personas que sumaron su apoyo a la página de Facebook.

En una convocatoria de lanacion.com a los lectores, la mayoría de las opiniones también giraron en torno de la inquietud que les provoca abrir la puerta a un desconocido.

Operativo de control

Ana María Edwin, directora del Indec, dijo a LA NACION que no hay por qué negarse a atender al censista el próximo 27, día en el que por haber sido decretado feriado nacional no habrá actividades comerciales, recreativas ni reuniones públicas hasta las 20.

“Todas las fuerzas de seguridad del país estarán abocadas a resguardar tanto a la gente como a los censistas. Habrá mucha presencia en la calle de las Fuerzas Armadas y policiales. Es un censo inclusivo que nos da la posibilidad de reconocer al otro. Y hay un espíritu de colaboración en la sociedad para que salga de la mejor manera. No hay que transmitir miedo, todo lo contrario”, dijo la funcionaria.

Mediante los censos un país reúne información sobre aspectos demográficos, sociales y habitacionales. En esta oportunidad, a los datos habituales se sumarán preguntas destinadas a saber cuántas personas provienen de pueblos originarios, son afrodescendientes o tienen algún tipo de discapacidad.

La consulta será confidencial. Sólo bastará con dar el nombre.

“Participarán más de 600.000 encuestadores. Hay que aclarar que las preguntas no se pueden contestar con anticipación, sino que debe hacerlo el censista, con un lápiz especial. Todos los encuestadores estarán identificados y la ley dice que es obligación responder”, dijo Edwin.