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La Justicia sobreseyó a Oscar Parrilli

El ex titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Oscar Parrilli, uno de los más cercanos colaboradores de Cristina Fernández de Kirchner, fue sobreseído en otra causa armada por el grupo de legisladoras denunciadoras del Kirchnerismo. El fallo lo firmó el juez Ariel Lijo.

 

En este caso fue Graciela Ocaña la que apuntó contra Parrilli acusándolo de que encubrió al narco Ibar Pérez Corradi porque cuando estuvo a cargo de la central de espías envió a dos agentes a Paraguay a investigar y, supuestamente, escondió un informe con datos sobre la pareja del narco.

Sin embargo, quedó probado que los dos agentes siguieron investigando e informando en enero de 2016, es decir que Parrilli no tapó ninguna información referida a Pérez Corradi y además le transmitió a Gustavo Arribas, el nuevo titular de la AFI, que la operación estaba en marcha.

 

El dato llamativo es que en el caso aparecen dos protagonistas que se hicieron famosos en el último tiempo: el falso abogado Marcelo D’Alessio, que aparentemente participó de una operación para capturar a Pérez Corradi, y el fiscal Juan Ignacio Bidone ahora doblemente procesado por ser parte de la banda de D’Alessio.

La causa por encubrimiento contra Parrilli tuvo episodios de una gravedad inusitada. En primer lugar, hubo una manipulación de escuchas telefónicas que el gobierno macrista usó para ensuciar al kirchnerismo. Se recuerda aquella llamada en que CFK le dijo “soy yo, pelotudo” a Parrilli cuando éste no la reconoció en una comunicación. O sea, utilizaron una escucha para algo totalmente ilegal ya que la conversación no tenía nada que ver con Pérez Corradi ni la investigación sobre las andanzas del narco. La difusión de las escuchas en un programa de televisión no sólo demostró el vínculo del periodista con la AFI sino también que espiaban a Parrilli para saber qué hablaba con CFK.

 

El otro episodio gravísimo, señala Página 12, fue que el fiscal Guillermo Marijuan pidió la detención de Parrilli en el marco de este expediente. Es decir que usó el método de Cambiemos de encarcelar opositores sin juicio y sin sentencia y, para colmo, en una causa en la que Parrilli termina sobreseído. En Comodoro Py dicen que Marijuan no se da por vencido, pidió ayer la causa y va a apelar. Todo indica que tiene pocas chances ya que la Cámara Federal ya sostuvo que no hay pruebas contra el ex titular de la AFI.

 

En esta causa todo es sospechoso:

El fiscal a cargo de la búsqueda de Pérez Corradi fue Bidone, ya doblemente procesado por integrar la banda de D’Alessio.

Para variar, al principio apareció un testigo de identidad reservada que aportó una información para ubicar a la pareja de Pérez Corradi. Cuando no es un anónimo es un testigo de identidad reservada. A nadie le sorprendería que ese testigo haya sido D’Alessio o alguno de sus adláteres.

Bidone tardó 20 días en pedirle colaboración a la Gendarmería y casi un mes en hacer lo propio con la AFI, que designó dos agentes para investigar. Todo esto ocurrió en septiembre de 2015.

 

Según la acusación, los agentes designados por la AFI produjeron un informe en noviembre de 2015, es decir a pocos días del cambio de gobierno, el 10 de diciembre de 2015. El texto señalaba que dieron con Gladys, la pareja de Pérez Corradi, pero que no habían encontrado al narco. El escenario de la búsqueda fue Paraguay.

Ocaña apuntó a Parrilli diciendo que ocultó ese informe pero el ex titular de la AFI tomó dos medidas de fondo: ordenó a los agentes que sigan investigando y le informó a Gustavo Arribas que esa operación estaba en curso.

 

Pese a semejante evidencia, se armó la causa contra Parrilli e incluso –Marijuán mediante– se intentó meterlo preso.

Lo impactante es que Pérez Corradi se entregó en junio de 2016 tras un acuerdo entre su defensa, encabezada por Carlos Broitman, y la ministra Patricia Bullrich.

 

Antes de la entrega pactada hubo una operación a tiros, en Asunción, para tratar de capturar a Pérez Corradi y exhibir las cosas como una captura, no como una entrega. En esa operación habría participado D’Alessio. Es un tema que investiga en Dolores el juez Alejo Ramos Padilla.

Lo que siguió fue un show montado por Bullrich. A Pérez Corradi se lo trajo a la Argentina en medio de francotiradores, chalecos, cascos, helicópteros y cuanto cotillón pudieron encontrar.

 

La promoción del operativo consistió en que Pérez Corradi aportaría las pruebas para inculpar a Aníbal Fernández en el triple crimen de General Rodríguez y en el comercio de efedrina. “Si yo fuera Aníbal Fernández estaría preocupada”, anticipó Bullrich públicamente.

La maniobra quedó en la nada: el narco no pudo aportar ni una prueba ni un elemento sólido, de manera que la jueza a cargo, María Servini de Cubría, ni siquiera llamó a declarar al ex jefe de Gabinete.

 

El periodismo utilizó las escuchas entre CFK y Parrilli para denostar a ambos. La fuente fue la AFI que filtró las grabaciones pedidas por Lijo. Pero, además, filtraron otras escuchas ordenadas por Servini de Cubría, pero que la jueza había ordenado destruir.

Ahora se cayó la causa armada por Ocaña, Bidone, seguramente D’Alessio y la AFI. Queda la vergonzosa utilización de las escuchas, el papel jugado por el periodismo y el pedido de Marijuan de apresar a otro opositor sin juicio y sin condena. Se trata de un episodio más de la ofensiva fraudulenta de la coalición política–judicial–mediática, alineada con Cambiemos.