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Un acto de buena fe… Una experiencia paradigmática

José Sánchez, un entrerriano de 39 años, vivió hace unos días un episodio conmocionante: en una jornada de rutina, caminaba por la ciudad de Nogoyá cuando se encontró un maletín lleno de dólares en plena calle.

 

El protagonista de esta historia no tiene un trabajo formal, Sánchez vive de changas: por la mañana realiza trabajos de pintura y por la tarde es panadero. En el camino a su trabajo, vio a un hombre bajar de una camioneta mientras discutía muy nervioso por teléfono; tenía un maletín en la mano que se olvidó cuando se subió de nuevo al vehículo y arrancó. Entonces José fue corriendo a buscar la maleta y al abrirla encontró miles de dólares; 500 mil, para ser precisos.

 

Asustado, nervioso y temblando, Sánchez atinó a llamar a un número de emergencias donde no pudo comunicarse con nadie. En ese momento se le ocurrió hablar con la radio local que él escucha siempre y llevarlo allí para buscar al dueño. Pero mientras caminaba hacia la emisora vio pasar la camioneta y reconoció al conductor que, preocupado, buscaba el maletín. Entonces, sin dudarlo, se acercó y se lo devolvió: “Esto es suyo”.

 

“Me agradeció un montón. La verdad que, a pesar de ser un empresario, supo comprender por qué yo estaba tan nervioso. Enseguida metió la mano para darme algo y no quise. Pero me dijo ‘esto no se va a quedar así’ y me pidió mi número y mi dirección”, relató José, que vive en Nogoyá hace 14 años junto a su mujer Paola y sus hijas de seis y cuatro años.

 

“Ese mediodía comimos fideos hervidos con milanesa de hígado, porque el patrón del lugar donde yo trabajo se fue y no pude cobrar”, relató José, que, aun pasados algunos días, no puede salir del shock.

 

“Cuando lo abrí, lo miraba y lo volvía a mirar porque yo nunca en mi vida vi esa plata. No la conocía. El dinero que conozco acá es el de 100 pesos, pero dólares jamás”, contó a FM Libertad,  la radio donde pensaba llevar el dinero para buscar a su dueño. “En ese momento le dije a Dios, ‘No me recompenses así, dame trabajo nomás'”.

 

Pero a la noche, Gustavo, el empresario rosarino que recuperó su dinero, lo llamó para agradecerle nuevamente y para ofrecerle un millón de pesos o una casa como recompensa: “Pero yo le agradecí y le dije que no quería”.

 

“Me contó que el dinero era para comprar unas termas y me dijo si quería ir a trabajar como encargado. Eso sí se lo voy a aceptar porque por lo menos voy a tener un trabajo en blanco”, contó.

 

“Yo quiero tener un trabajo digno, me gustaría tener una mutual para mi familia, ser viejito y cobrar mi jubilación. Desde que sale el sol hasta que se pone estoy siempre trabajando”, concluyó.