La tasa sigue bajando y el Central confía en mantener ese ritmo comprando dólares
|El mayor cuestionamiento de todo el empresariado al programa monetario finalmente está encontrando una respuesta más contundente. Tras tocar picos del 74%, la tasa de interés cayó al 52,44% en un descenso que promete continuar.
Este fenómeno comenzó a tomar mayor velocidad en lo que va del 2019, donde ya registró un recorte de 682 puntos básicos, de la mano de una fuerte intervención del Banco Central en el mercado cambiario.
Las autoridades de la máxima autoridad monetaria consideran que la consecuente emisión de pesos que generó la compra de 610 millones de dólares -producto de que la divisa operó gran parte de enero debajo del piso de la banda- fue uno de los principales motivos que explican el suceso.
“Naturalmente la compra de divisas ayuda a bajar la tasa. Compramos dólares, se expande, caen las Leliqs y finalmente descienden las tasas”, explicaron desde la entidad que preside Guido Sandleris.
Es que, contrario a lo que muchos pensaban en un principio, el hecho de que el Central haya ampliado su poder de intervención a 75 millones de dólares por día a partir de febrero, no tiene como objetivo ubicar al dólar nuevamente en el centro de la banda.
Sandleris confía en que de esta manera se acelerará este retroceso en el costo de financiamiento, que ya se reflejó en el primer día hábil del mes, a pesar de que solo se adquirieron 50 millones de la moneda estadounidense.
En la primera licitación de febrero, se adjudicaron $170.000 millones a una tasa que fue 125 puntos básicos menor a la rueda anterior. En tanto, eso no impidió una nueva absorción de pesos al contraer $19.300 millones por el alto ratio de renovación de Leliqs, que superó ampliamente los vencimientos del día.
A su vez, el Central asume que la expansión que surge de la compra de divisas no tiene efectos inflacionarios “porque se trata de una demanda genuina de pesos”, aunque su preocupación radica en que “el aumento de la base monetaria sea absorbible por el sistema y no tenga una velocidad excesiva”.
Como contraparte, reconocen que está implicando una apreciación cambiaria, que comienza a ser criticada por los sectores exportadores, pero bajo la cual el Gobierno parece sentirse cómodo. “Si esto implica tener un peso más apreciado, es lo que va a ser”, sostuvieron.
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El problema es que con una inflación que no desciende y un dólar que bajó de $40 a $38 aproximadamente, el tipo de cambio real pierde cada vez más competitividad. “Va a llevar tiempo que baje la inflación, sobre todo estos primeros meses de ajuste de tarifas. Recién para el segundo o el tercer trimestre podría mejorar”, calculan en el Gobierno.
Como explicó este medio, el escenario se muestra alentador en términos electorales para recomponer relativamente los salarios en dólares, empujar de manera artificial el consumo y así llegar con un mejor clima social a octubre.
Y al no implicar una variación tan abrupta, no revertiría la mejora en el frente externo que se estuvo viendo en los últimos meses, a partir del derrumbe de las importaciones y la caída de turistas argentinos paseando por el mundo.