Según la UCA: creció el trabajo informal, el subempleo y el desempleo abierto
En los últimos años el mercado de trabajo, de por sí precario, se precarizó aún más y afectó a un amplio sector de trabajadores, en mayor medida a los jóvenes y a las mujeres y con fuerza a los de menor nivel educativo y a los que viven en el conurbano bonaerense y en villas y asentamientos. Un dato ilustra este proceso: apenas el 43% de la población activa (7,3 millones sobre 17 millones de trabajadores) tiene un empleo pleno. El resto, el 57% de la población en condiciones de trabajar, está afectado por distintos niveles de precariedad laboral o directamente por el desempleo. Es lo que dice el Informe del Barómetro de la Deuda Social que expuso Agustín Salvia.
El Estudio dice que “en términos generales, el balance 2010-2015 resulta positivo solo en la disminución del desempleo abierto” porque “solo 4 de cada 10 trabajadores activos mantuvieron un trabajo con características de calidad, 3 de cada 10 se resignaron a un empleo precario y como consecuencia de la baja en la calidad del empleo y del incremento de las políticas implementadas por el Gobierno aumentó el subempleo inestable”.
Este segmento abarca a ocupados en actividades de escasa remuneración y/o alta inestabilidad, así como beneficiarios de políticas de empleo que realizan alguna contraprestación laboral, quienes pasaron de representar el 9,2% en 2010 al 15,6% en 2015.
En lo que va del año, la situación laboral se deterioró aún más porque descendió el empleo privado registrado o en blanco. Según el Ministerio de Trabajo, a mayo de este año había 6.135.254 trabajadores registrados frente a 6.242.198 en diciembre de 2015, una pérdida de 106.944 empleos.
A la hora de analizar las “desigualdades sociales en la calidad del empleo”, la UCA señala:
– Los trabajadores residentes en hogares cuyo jefe pertenece al estrato trabajador marginal y que residen en villas y asentamientos precarios presentan posibilidades bajas de acceder a un empleo pleno de derechos.
– En el otro extremo, entre los trabajadores residentes en hogares con jefe perteneciente al estrato medio profesional, que residen en hogares de nivel socioeconómico medio alto , el subempleo inestable es casi inexistente.
– El escenario laboral de los residentes en la Ciudad de Buenos Aires se encuentra relativamente menos precarizado que el del resto de las áreas urbanas relevadas. Entre 2010 y 2015, en los trabajadores de la Ciudad de Buenos Aires se incrementó la proporción de empleo pleno de derechos y disminuyó el subempleo inestable. En sentido contrario, el comportamiento del resto de las regiones urbanas fue el opuesto.
– El conurbano bonaerense registra cerca de la mitad de trabajadores con empleo pleno de derechos, un tercio más con empleo precario y veinte veces más con subempleo inestable.
– Las mujeres, los jóvenes y adultos mayores, así como los trabajadores con secundario incompleto presentan una situación laboral más precaria.
– La posibilidad de que los jóvenes se inserten en un empleo pleno de derechos es 20% menor a la de los adultos, brecha que se reduce a 10% si se considera el empleo precario, a diferencia de lo que ocurre con el subempleo inestable.
Entre fines de 2015 y abril de este año, la tasa de pobreza creció del 29 al 32,6%. Son 13 millones de pobres, con un incremento de 1,4 millones de “nuevos pobres” que pertenecen a sectores medio bajos y de la clase obrera integrada.
En tanto, la tasa de indigencia subió de 5,3% a fines de 2015 a 6,9% en marzo de 2016, y afectaría a no menos del 6,2% de la población a mediados de abril de 2016, “lo cual revelaría un aumento de alrededor de 350.000 personas a la situación de indigencia, alcanzando un total aproximado de 2,3 millones de personas una vez finalizado el primer trimestre del año”, dice el Informe del Barómetro de la Deuda Social.
”Si al menos en el corto plazo no se logran atenuar los aumentos de precios en productos y servicios básicos y/o no logra reactivarse la demanda de empleo, se estará cada vez más lejos de una mejora genuina en la distribución del ingreso, y difícilmente podrá revertirse la tendencia ascendente que están registrando las tasas de indigencia y de pobreza urbana”, dice el Barómetro de la Deuda Social. Y agrega que “ la tasa de indigencia resulta sensible a las alteraciones de la cobertura y nivel de ingresos de los planes sociales, con lo cual lo que suceda en materia de política de seguridad social será también central en las futuras condiciones de indigencia de los hogares”.
Con relación a la distribución del ingreso, el Informe señala que “durante la última década, luego de las mejoras ocurridas entre 2003 y 2007 y entre 2009-2010 y 2011-2012, el proceso parece haber encontrado un cauce histórico menos alentador: la desigualdad presentaría un piso estructural con tendencia a crecer”.