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Política contradictoria e injusta: cuando el ser y el parecer contrastan…

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- No tenemos la menor duda que Claudia Vallori intentó, procuró, ser una sucesora de lujo para dar continuidad al fecundo ejercicio de Graciela Bar de Juárez al frente del CGE. Tampoco vacilamos en afirmar que procuró ser uno de los soldados más leales del gobernador Urribarri. Su gestión al frente del Consejo General de Educación se caracterizó por visitar hasta el más recóndito lugar de la entrerrianía profunda sin descuidar las necesidades y emergencias cotidianas a lo largo y ancho de la provincia. No obstante, fue ignorada a la hora de armar las listas para cargos legislativos. ¿Por qué? Trataremos de explicarlo.

 

Meses atrás, el nombre de Claudia Vallori era fija entre los rumores del listado de candidatos a diputados o senadores del Frente para la Victoria (FPV). Su labor al frente del Palacio de Educación, SIN SER MINISTRA, trascendió el propio rol de la máxima autoridad educativa y en realidad fue la referente DIRECTA ante la docencia entrerriana.

 

Bregó incansablemente por intensificar capacitación y/o perfeccionamiento mediante programas bajados de nación o de autoría de sus Equipos Técnicos, pero además:

-pugnó tenazmente por revalidar concursos,

-se puso a la cabeza de cada coyuntura propendiendo a hallar soluciones acordes a las emergencias planteadas,

-abrió las puertas de su Despacho permanentemente en pos de escuchar toda clase de demandas interpuestas de modo edificante por diversos actores, y en las cuales pudiese interceder,

-puso énfasis en diligenciar todo tipo de reclamos tendientes a definir inicios de obras postergadas o concluir e inaugurar tantas otras,

-encaminó y ejecutó nuevas carreras,

-formó parte de innumerables ceremonias en establecimientos educativos capitalinos y en cada rincón provincial,

-plasmó un compacto abordaje territorial junto a sus colaboradores.

 

Sin embargo, Vallori tuvo opositores. Porfiados antagonistas no solo desde esferas gremiales sino dentro del propio edificio de calle Córdoba y desde la propia Casa Gris.

Y desde esos segmentos se pergeñó una estrategia combativa y conflictiva que no pudo contrarrestar quizás por no estar rodeada convenientemente, sobre todo a la hora de blandir una estrategia comunicacional la cual no solo consista en divulgar fotos y pequeños copetes en Facebook, o la actualización, poco ágil, de la web Oficial.

 

Estamos seguros que ese fue su Talón de Aquiles contra otras estructuras consistentes en materia de divulgación y sobre todo de “OPERACIÓN”.

Por ello no nos sorprende que docentes sindicalizados, o no, hayan expuesto distintos episodios de protesta con manifiestos variados mediante operaciones tipo comando con apariencia de tácticos mecanismos agitadores en acontecimientos particulares.

 

Así, no solo Vallori fue retada o se le plantaron insurrectos actores de la docencia provincial esgrimiendo petitorios, escritos. También Urribarri fue depositario de demandas, emplazamientos. Y sin hesitar que el gobernador no se sintió cómodo ante estas posturas alineadas de espíritu insurgente, faccioso más allá de la justa apelación.

 

Tantos exhortos, tantas marchas, tanta irreverencia, minaron la imagen de Vallori. Lo extraño, lo paradójico, y hete aquí la falta de un andamiaje SAGAZ en materia de asesores privados, es que la funcionaria villaclarense NO FUE, NI ES la ministra.

Es la presidenta del CGE.

 

El ministro de Educación, Deportes y Prevención de Adicciones es el uruguayense José Eduardo Lauritto. Y las críticas, los ataques, las detracciones recayeron sobre Vallori que tuvo que ponerle el pecho a las balas de modo constante.

 

Basta revisar los exhortos para comprender que POCO o NADA de lo que se endilga a Vallori en el debate acérrimo corresponde a su órbita. Pero termina siendo castigada al ser ignorada para el armado de la estructura electoral con miras a las PASO y las Generales.

Para quien rechace el contenido de esta Editorial le ofrecemos desinteresadamente punto por punto lo que se ha expuesto en recursos o requerimientos interpuestos.

 

Se puede observar a SIMPLE VISTA que, de más o menos quince ítems, el 75 % revista trascendencia MINISTERIAL no solo del ámbito específico sino principalmente económico.

Claudia Vallori, repetimos, es la presidenta del CGE. No es la gobernadora, no es Lauritto, no es Valiero.

 

No tiene injerencia en la resolución de la negociación salarial, en fallos judiciales varios, en inversiones diversas, en detalles tributarios, en designaciones de altos cargos jerárquicos, en lo inherente a problemáticas ligadas a Obras Sociales, en el reajuste de partidas de comedores escolares acordes al costo de vida concreto, etc, etc.

Pero la discrepancia, la disconformidad de ciertos segmentos, inclusive, como ya dijimos, internos, logró mancillar su gestión. Está a la vista. Y lo más delicado, es que da la sensación de haberse quedado sin soporte, sin respaldo, sin sustento.

 

Todo por las pretensiones, las aspiraciones de poder de ciertos personajes expertos en tejes y manejes preelectorales, quienes operan desde las sombras sin escrúpulos, en especial cuando descubren brechas de plena debilidad en aquellos a los cuales se debe deshonrar y desprestigiar.

Si tuvo un error ELEMENTAL Vallori (amén de defectos u omisiones que se le puedan atribuir), fue haberse rodeado convenientemente por empleados o funcionarios probos, honestos, descuidando el armar un Equipo con eruditos avezados en robustecer eso del ser y el parecer, evitando fisuras nocivas, endureciendo cualquier flanco frágil en lo concerniente a traiciones, deslealtades, o revoluciones sea domésticas como exógenas.

 

Digamos que, amén de un círculo consistente y fiel, careció de un sistema de “inteligencia” adecuado a tiempos complejos que requieren insoslayablemente de un sistema PREVENTIVO o PROTECTOR.

 

Alguien le dijo a la presidenta del CGE que imponiendo su presencia de protocolo y con innumerables fotos en Face robustecería el perfil y/o vigorizaría su semblante. Se olvidó de otros detalles cruciales, trascendentes, eminentes, esos que la terminaron debilitando y dejando fuera de las Cámaras legislativas provinciales pese a todo lo bueno cimentado en estos años de gestión.