Dime qué zapatilla calzas ¿y te diré qué lesión sufres?
ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- El calzado deportivo determina en gran medida las patologías del pie. La amortiguación para soportar el peso del cuerpo, la rigidez del material para evitar los esguinces de tobillo, altura y peso, como función dentro del campo de los adquirentes, pueden ser factores excluyentes que se olvidan a la hora de elegir las zapatillas a comprar. Sin embargo, hay otros puntos que pareciera no se analizan a la hora de la prevención de lesiones.
Este artículo, en verdad, sería formidable que lo avale la firma de un médico deportólogo pues resulta vital recurrir a un estudio más pormenorizado para conocer las causas de la alta incidencia lesional en el básquet argentino, sea de Liga/TNA/TFB o en Ligas Provinciales, Asociativas o simplemente en el nivel amateur.
Solo con esa consideración experta podremos comprobar que la elección del calzado es significativa, substancial, aunque no se deben soslayar otros factores predisponentes como la anatomía, la verificación de datos particulares de cada jugador, la biomécánica de sus movimientos, las limitaciones y deficiencias como potenciales, antecedentes de lesiones o trastornos de la salud, la evaluación, la planificación, la periodización y el tipo de entrenamiento, el sobreentrenamiento, la falta de estiramiento apropiada, el calentamiento, la resistencia, la fuerza, la velocidad, la recuperación, la flexibilidad, el desarrollo y capacidad psicofísica como fisiológica, la alimentación, la hidratación, y/o las condiciones del campo deportivo.
O no se puede rehusar el examinar formas de vida extradeportivas, conductas sociales opuestas a la vida deportiva, problemas en el entorno social o familiar, sobreexigencias de toda índole y hasta carencias innumerables.
Todos los deportes tienen sus características propias de espacio, tiempo, dinámica y exigencias físicas, que puede caracterizar un tipo de lesión más frecuente en cada uno de los deportistas.
La tipología de las lesiones y sus condicionantes están muy relacionados con las características típicas de las sociedades, de los ámbitos, del entorno, de las costumbres, ya que esta genealogía condiciona sus hábitos y estos hábitos sus deportes.
Para esto tenemos que conocer cuáles son los factores de riesgo extrínsecos e intrínsecos que caracterizan a una determinada actividad que pueden variar según el contexto.
Los factores extrínsecos son externos al deportista y por lo tanto la actuación del entrenador o del preparador físico se ve limitada, entre ellos aparecen las condiciones climáticas, las diferentes superficies de juego, todo el equipamiento que lleva el deportista para la competición, la magnitud de la situación competitiva a la que se afronte, entre otros.
Los factores intrínsecos que pueden predisponer al deportista a una lesión son realmente una lista interminable y no está todavía clara de hasta cuando un elemento realmente puede ser riesgoso o no por faltas de evidencias serias; pero podemos nombrar generalmente como ejemplos las diferencias de los distintos tipos de fuerza entre un miembro y otro o entre un conjuntos de grupos muscular y sus antagonistas, los acortamientos musculares, dismetrías entre algunos de los miembros, o determinadas actitudes posturales que pueden transformarse en estructurales.
También aparecen la edad, el género, la predisposición genética, factores fisiológicos, experiencia deportiva y características de los tejidos blandos. A la misma vez la repetición de gestos motores mal ejecutados puede ser una causa de lesión; el máximo acercamiento a modelos técnicos y la coordinación fina nos asegurará de alguna manera estar predispuestos de mejor forma a un episodio lesivo.
Por otro lado, las características antropométricas del jugador de básquet son muy peculiares, predominando grandes estaturas y pesos elevados, aumentando muchas veces los mecanismos de compresión o tracción sobre las estructuras osteoarticulares, esto podría provocar un mayor riesgo a los jugadores que se desenvuelven en la parte interna de la zona de juego.
Luego de esta breve introducción de rigor, nos vamos a meter en un análisis imprescindible para detectar cuánto influye hoy en las considerables lesiones que se verifican diariamente en el básquet de alto rendimiento como en el amateur, el uso (o mal uso) de determinados calzados.
Los argentinos solemos ser arrastrados por la moda. Y no nos percatamos que se acude a una casa de deportes para comprar zapatillas que usan genios de la NBA o del básquet europeo, pero no se aprecia cuánto mide y pesa esa estrella o cuál función ejerce dentro de la cancha, ni se tiene en cuenta su grado de preparación, agenda de actividades competitivas y/o de entrenamiento, tipo de seguimiento médico a sus cuerpos, alimentación, etc, etc…
Pero vamos a detenernos en un punto saliente: la atención que se nos dispensa a la hora de obtener el producto. A diferencia de Estados Unidos o Europa, comúnmente en nuestro país, el vendedor QUIERE VENDER y no se interesa por un aspecto mínimo: el preguntar si el adquirente es pronador, supinador o neutro.
Pronador es aquel que tiene las piernas en forma de X y desgasta el zapato hacia adentro. Supinador, el que presenta articulaciones en forma de rombo y desgasta hacia afuera. Se trata del primer paso para dar con el calzado adecuado a cada deportista, principiante, habitual o pseudoprofesional. No obstante, ello no se indaga y a partir de allí surge la primera INDEFENSIÓN plena de ignorancia por parte del comprador.
Es que, repetimos, el vendedor QUIERE VENDER y le importa un comino la resultante de esa adquisición para el comprador, “total, la culpa es de la marca y no de la tienda”.
Pero si vamos a hablar de quienes venden zapatillas en las principales casas de deporte de Paraná, no podemos obviar que MUCHÍSIMOS adquirentes apelan a internet y por Footlocker, Footaction, East Bay, las páginas internacionales de diversas marcas, o los importadores locales se pueden comprar los modelos más actuales sin poder probarse los mismos, salvo en un par de casas especializadas de nuestra ciudad o de la vecina Santa Fe aunque con ejemplares limitados por los grotescos impedimentos en cuanto a importaciones y todo lo que ello conlleva en cuanto a la falta de variabilidad en la OFERTA.
Volviendo a los cracks de la NBA, nuestros basquetbolistas, en especial los de nivel amateur y principalmente los pibes, no comprenden que estos fenómenos del fastuoso baloncesto estadounidense antes de entrenar y/o jugar se preparan la piel para ser vendados con materiales que raramente se consiguen en Argentina, con metodologías de avanzada y realizándose dichos vendajes con intervención de especialistas contratados para tal fin en una verdadera liturgia previa de vestuario.
Por ende, ESTÁN CUBIERTOS 100 % ¡Y AÚN ASÍ SE LESIONAN! Pueden imaginarse lo que ocurre con pies, tobillos, tendón de Aquiles, tibia/peroné, rodillas y hasta columna de un basquetbolista común cómo quedan expuestos.
Lo que es más, ni siquiera se informa que algunos modelos que aquí se venden con plantillas normales, dichos Súper Star de la NBA, NCAA o ACB/Lega, usan las mismas con “tacos” o accesorios ortopédicos para darle la altura ideal para ajustarse a la anatomía del pie y a los campos de juego.
Reiteramos, no se aprecia la amortiguación, que el calzado modere la estabilidad de cada pisada, sobre todo en cada salto y hasta el dibujo de estrías en la suela que reasegure un afirmación consistente a la superficie de la cancha.
Y aunque cueste creerlo, ni se evalúa el dogma de “material ligero para los bases y más firme para los pívots”.
O sea… No se analizan los movimientos, los cambios de ritmo, cambios de dirección, sprints. Olvidate que se contemple forma de jugar.
De esta manera, más allá de los materiales “aerodinámicos” que se utilizan, los diseños “livianos” y hasta elásticos, sin perder cobertura o resguardo de todo el pié, dicha versatilidad puede beneficiar o perjudicar a distintos jugadores que utilicen el mismo modelo solo por sus características individuales, físicas y de rendimiento.
El calzado deportivo debe contar con determinadas propiedades. Debe ser anatómico y cómodo. Conviene que se adapte específicamente al deporte y al terreno donde se practica. Es muy importante que absorba la carga de las ondas de choque. También es vital que no se deforme con facilidad.
Por lo tanto, un BUEN VENDEDOR sabrá recurrir a básicas apreciaciones en un primario estudio biomecánico, que analice para qué va a ser ocupado ese calzado, por quién, en qué superficie.
La clave será observar CON ATENCIÓN al comprador, mirarle el pie, su tipo de pié, hasta su arco del empeine por si tiene pie plano.
Verificar la estructura del pié para evitar molestias futuras por el roce del mismo con detalles de confección del calzado.
Y, como enunciamos renglones atrás, comprobar peso, altura, modo de caminar, modo de mover piernas y caderas, y consultar en qué posición se desempeña dentro de un campo el adquiridor.
Los riesgos que se afrontan por la elección de una zapatilla equivocada son infinitos. Pueden producir alteraciones de la piel del pié (ampollas por roces), inflamaciones en huesos y tendones, distensiones, estiramientos, dolor plantar, sobrecargas o hasta rupturas.
Y sí, es real… Lo ideal sería hacer las zapatillas deportivas a medida de cada persona, aunque el más delicado problema social con el que convivimos es que LA MAYORÍA acude al centro comercial o a la tienda y lo primero que solicitan son las zapatillas de los basquetbolistas de la NBA.
Y ojo… No lo hacen solo los chicos. Los primeros que recurren a ese cholulismo son los jugadores profesionales que se dejan arrastrar por las modas y no prestan la atención que debieran a la prevención.
En conclusión… Estaría BÁRBARO que los vendedores se capaciten, como que los entrenadores, los preparadores físicos, se instruyan mediante la palabra de médicos especialistas en Deporte y kinesiólogos. no solo en el tratamiento de lesiones sino principalmente en la PREVENCIÓN, y que así puedan asesorar a sus jugadores de modo conveniente.