Cardenal Karlic: “necesitamos afianzar la cultura del trabajo”
|En el marco del Día Internacional de los Trabajadores, el Cardenal Estanislao Esteban Karlic presidió en la Catedral Metropolitana la misa concelebrada junto al sacerdote Silvio Fariña Vaccarezza. En representación del Gobierno de Entre Ríos asistió a la tradicional misa el secretario de Cultura de la provincia, Roberto Romani, mientras que no se observó concurrencia representativa de la Comuna capitalina. Galería de fotos.
Al término de la misa, Karlic salió de la Catedral y realizó la clásica bendición de manos como de los elementos y herramientas de trabajo a las personas que se acercaron a la explanada, entre las que se vio a representantes de empleados municipales, bomberos, taxistas y colectiveros, que estacionaron sus unidades sobre la calle Su Santidad Francisco en la puerta del templo.
En su homilía, Karlic señaló que “el trabajo debe ser, absolutamente, una dimensión de nuestra grandeza. Sólo el hombre es capaz de trabajar, con lucidez, amor y libertad, para transformar y utilizar el universo. Todo hombre, por ser hombre, tiene el derecho y el deber de trabajar. Por el trabajo se actualiza la dignidad de la persona, se provee a su subsistencia y a la de los demás. Por el trabajo el hombre perfecciona y embellece el universo. Sin trabajo el hombre se entristece, la sociedad se resquebraja”.
También destacó que “La virtud de la laboriosidad constituye el corazón de la cultura del trabajo. No basta tener trabajo. Necesitamos afianzar la cultura del trabajo. No basta solamente trabajar. Es necesario identificarse con la obra que uno hace porque eso define a la persona y a la nación. La Iglesia, madre y maestra, como entra al corazón del hombre, entra al corazón del trabajo enseñando la dignidad de la persona, la dignidad de la sociedad, la trascendencia de las acciones humanas, por lo tanto, de la acción del trabajo, por el cual el hombre transforma al mundo y se transforma a sí mismo”.
En ese sentido añadió: “La Iglesia es madre y maestra del mundo del trabajo cuando enseña la fragilidad del hombre, cuando dice que estamos afectados por el pecado original y sus consecuencias, y que por eso podemos ser no solo perezosos, sino hacer mal los trabajos. Y que por eso entendemos que el hombre necesita, no sólo de la ayuda de otro hombre, sino de la ayuda de Dios. Y que por eso ha de trabajar no con soberbia sino con humildad, con agradecimiento, con responsabilidad, con paciencia, con sacrificio”.
Finalmente, destacó la trascendencia de la Familia como cuna de la cultura del trabajo. “No tendremos cultura del trabajo, con la profundidad y la pureza que Dios requiere, normalmente, si no tenemos una familia que verdaderamente viva su misterio de encuentro del amor humano. Quiera Dios que nuestro sueño sea la familia. Ahí que haya pan, que haya educación, que ahí empiece el trabajo, que ahí empiece la Patria que debe ser una gran familia. Pedimos a Dios, nuestro Señor, el don del trabajo, el don de la familia, el don de la nación, el don de la paz; que es la plenitud de la vida; que es la sinfonía de la verdad, la libertad, la justicia y el amor; que es el esplendor de las virtudes del hombre y de la sociedad”.