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La Iglesia pide un “pastor que dé la vida por sus ovejas”

Con un llamamiento a la “unidad ” de los católicos se inició este martes el primer ritual del histórico cónclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI, el papa que renunció en un momento crucial para la Iglesia Católica. Miles de fieles llegados de los cinco continentes asistieron a la solemne misa “Pro Eligendo Pontifice” en la basílica de San Pedro, presidida por el decano del colegio cardenalicio Angelo Sodano, en presencia de los 115 cardenales electores llamados a escoger al Sumo Pontífice número 266 de la historia.

 

En su homilía, Sodano exhortó a los cardenales a “colaborar para edificar la unidad de la Iglesia” y a “cooperar con el sucesor de Pedro”. “Les exhorto a comportarse de manera digna, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, tolerándose recíprocamente con amor, tratando de conservar la unidad del espíritu a través del vínculo de la paz”, agregó Sodano, refiriéndose a la Carta a los Efesios del apóstol Pablo.  (Lea también: 1.200 millones de católicos eligen a su nuevo guía)

 

Pero también imploró al Señor que pronto conceda otro Buen Pastor a su Santa Iglesia”. Sodano se refirió a la misión del papa y dijo que la “actitud fundamental” de cada buen Pastor es dar la vida por sus ovejas y que eso vale sobre todo para el Sucesor de Pedro, “ya que cuánto más alto y más universal es el oficio pastoral, tanto más grande tiene que ser la caridad del pastor”.

 

Sodano, que no participará en el cónclave por tener 85 años, agregó que Pablo reconoce que en la unidad de la Iglesia existe una diversidad de dones, pero que esa diversidad “está en función de la edificación del único cuerpo de Cristo”.

 

“San Pablo nos enseña que también todos nosotros tenemos que colaborar para edificar la unidad de la Iglesia, ya que para realizarla es necesaria ‘la colaboración de cada articulación’.

 

El cardenal Sodano también expresó  la gratitud de los cardenales a Benedicto XVI. (Lea también: Todo lo que hay que saber del meticuloso ritual del cónclave)

 

“Queremos agradecer al Padre que está en los Cielos la amorosa asistencia que siempre reserva a su Santa Iglesia y en particular por el luminoso pontificado que nos ha concedido con la vida y las obras del 265 sucesor de Pedro, el amado y venerado pontífice Benedicto XVI, al cual en este momento renovamos toda nuestra gratitud”, afirmó el cardenal.

 

Los cardenales entraron en procesión vestidos con sus paramentos rojos y mitras en el majestuoso templo especialmente iluminado para la ocasión, entonando cantos gregorianos.

 

La ceremonia fue seguida por creyentes y turistas en la plaza de San Pedro a través de cuatro pantallas gigantes y retransmitida por televisión a numerosos países. “Ojalá elijan un papa con mucha fuerza, sabiduría, mucha coherencia. Y que resuelva los escándalos de “Vatileaks”, dijo la mexicana Verónica, de 30 años, quien viajó con su marido y su hijo para conocer al nuevo papa. La misa inaugura el ritual de un cónclave estrictamente pautado, aunque sin ningún favorito claro. (Lea además: Rezos y expectación en la plaza San Pedro en el arranque del cónclave)

 

Se barajan una decena de nombres de cardenales, todos ellos conservadores, como el italiano Angelo Scola o el brasileño Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo, considerado el candidato de la curia y que podría convertirse en el primer papa de América.

 

Los purpurados se instalaron a primera hora de la mañana en la Casa de Santa Marta, la residencia dentro del recinto del Vaticano, en la que vivirán totalmente aislados del resto del mundo durante el cónclave. Algunos de ellos se despidieron de sus seguidores a través de Twitter. “Último tuit antes del cónclave: que nuestro Padre oiga y responda con amor y misericordia a todos los rezos y sacrificios para un resultado fructuoso”, escribió el cardenal sudafricano Wilfried Napier.

 

Todos los cardenales, incluso los más ancianos, dedicaron la última semana a esbozar el perfil del próximo líder de los 1.200 millones católicos bautizados del mundo, a partir de los desafíos que deberá encarar en un mundo cada vez más secularizado. Aun así, se ignora cuánto durará este cónclave, aunque si la historia del último siglo sirve de referencia, no debería prolongarse más de cinco días.

 

“íTodos fuera!”

 

A las 16:15, hora del Vaticano (10:15 a.m. hora de Colombia) los cardenales se reunirán para una oración, tras la cual se dirigirán en procesión a la Capilla Sixtina, cantando letanías antes de entonar el himno “Veni Creator Spiritus”, que invoca al Espíritu Santo para que les guíe en su decisión. La clausura total comenzará cuando tras el grito “Extra omnes” (¡Todos fuera!), se retiren las personas ajenas al cónclave y se cierren las puertas de la capilla, quedándose solos los cardenales -que prestan juramento de silencio sobre todo lo que allí se diga- con los majestuosos frescos de Miguel Ángel.

 

A partir de ese momento, la única indicación que tendrá el resto del mundo de lo que ocurre dentro del cónclave será el humo que desprenda la chimenea situada a la derecha de la Basílica de San Pedro.

 

Los cardenales votarán cuatro veces al día a partir del miércoles, aunque pueden decidir efectuar una primera ronda en la tarde del martes, como ocurrió en el último cónclave hace casi ocho años.

 

“Después de la meditación, es posible que los cardenales electores lleven a cabo una primera votación, que difícilmente es exitosa por ser la primera”, declaró el lunes el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. En ese caso, la fumata será negra.

 

Pero cuando un candidato alcance los 77 votos necesarios para ser elegido y acepte asumir esa la responsabilidad, el humo será blanco y estará acompañado por el repique de las campanas de San Pedro, seguido por el resto de las iglesias de Roma.

 

El nuevo pontífice elegirá entonces el nombre con el cual quiere gobernar y vestirá por primera vez la sotana blanca para ser presentado a Roma y al mundo y pronunciar su primer mensaje “urbi et orbi” desde el balcón del Palacio Apostólico.

 

Resumen

 

La palabra “cónclave” procede de la expresión latina “cum clave”, o sea, “cerrado con llave”, y hace referencia al recinto cerrado, donde los cardenales permanecen tradicionalmente hasta elegir al nuevo Papa.

La Capilla Sixtina atenderá el cónclave por vigésimo quinta vez. Formalmente, el recinto obtuvo el estatus oficial de lugar del cónclave solo en 1996, tras la aprobación de la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, de Juan Pablo II.

 

A principios de marzo, en ese famosísimo monumento del Renacimiento italiano, comenzaron los preparativos para el cónclave. Una cuadrilla de cuarenta obreros polarizó las ventanas, montó un podio especial de madera cubriéndolo de tapiz color beige y puso las mesas y butacas. Apareció un conducto de chimenea sobre el tejado para anunciar con el humo la elección o no del nuevo Pontífice.

 

Para un cónclave se colocan dos estufas. Una para quemar las boletas y otra especial para echar humo. El cardenal que sea elegido deberá anunciar claramente que acepta ser el Papa. Hay opciones para el caso de su negación. Pero la historia de la Iglesia Católica aún desconoce tales casos. Simplemente existe este procedimiento. Luego saldrá un cardenal para decir  “tenemos papa”. Y se procederá a la entronización del nuevo Pontífice.

 

Inmediatamente después de ser elegido, el nuevo Papa debe retirarse a la Sacristía de la Capilla Sixtina para orar por el peso de la responsabilidad que le va a caer encima. Allí mismo se viste con vestiduras papales hechas en tres tamaños, dependiendo de la talla del nuevo pontífice y anuncia su nuevo nombre de trono. El Papa está obligado a cambiar su nombre por un papal.

 

Suele tomar un nombre que señale a un predecesor suyo, cuya causa le gustaría continuar. Por ejemplo, Juan Pablo I fue sucesor de la causa de Juan XXIII, quien convocó el Segundo Concilio del Vaticano, y de Pablo VI, quien continuó ese rumbo. Ese Papa falleció pronto, solo treinta y tres días después de asumir el pontificado. Le sucedió Juan Pablo II, quien continuó la causa Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I. Así que el nombre puede ser cualquiera, todo depende del cardenal elegido al papado.

 

Esta vez, entre los cardenales papables, principales candidatos a la Santa Sede del Vaticano, figuran el italiano Angelo Scola, el brasileño Odilo Scherer, el canadiense Marc Ouellet, el estadounidense Timothy Dolan, y el argentino Jorge Mario Bergoglio.

 

El cardenal francés Jean-Louis Tauran es la persona encargada de anunciar el nombre del futuro papa. A estas alturas, lo único que sabemos es que el nuevo pontífice difícilmente se llamaría Pedro II. Primero, porque sería demasiado ambicioso equipararse al apóstol Pedro, cuyo nombre ostenta el Trono papal. Y segundo, porque de acuerdo a una profecía del monje irlandés Malaquías que vivió en el siglo XII, justamente un papa llamado Pedro de Roma o Pedro II será el último pontífice de la Iglesia Católica Romana.