11 11 11: ¿espiritualidad, negocio, o catarsis?
|ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Dejé que pasen varias horas de éste viernes 11 de noviembre de 2011 (11/11/11). La idea fue analizar lo acontecido en la jornada y sacar conclusiones acerca de un día, sin hesitar, peculiar. En síntesis, salvo varios casamientos y algunos nacimientos no pasó nada raro o particular, más allá que el partido entre Argentina y Bolivia haya terminado 1 a 1. Por eso reafirmo la idea que hay mucho chanta dando vuelta pregonando la Buena Nueva de la meditación, las energías renovadas y el Fin del Mundo.
El mero hecho de ver lo que costaba la estancia en Capilla del Monte por uno o tres días, evidencia un gran negocio. Una gran jugada turística que seguro deja formidables dividendos a hoteleros, gastronómicos y organizadores de la movida.
O luego, observar por la tele -desde el Planetario y hasta al lado del Obelisco- ese tan distintivo esparcimiento de ondas, de sensibilidades, de vibras, con gestos pletóricos en cuanto a formas curiosas de respiración, transmitiendo raras fuerzas, justo cuando empezaron a apuntar las cámaras… despierta mínimamente vacilaciones acerca del espíritu de la convocatoria.
No me cabe duda que los seres humanos somos grandes exploradores de significados, mediante una capacidad incontrolable de buscar patrones y coincidencias, anteponiendo en éste caso una hipotética exploración de la armonía en la diversidad, o la indagación de nuevos canales energéticos. Y no dudo de la espiritualidad de algunos, aunque creo en la esencia honesta de aquel ritual de meditación íntimo, alejado de la frivolidad, de la superficialidad que brota tangiblemente del mundo televisivo.
Quizás falló la producción de algunos canales, o tal vez el objetivo fue ese, desenmascarar a algunos que manos hacia el cielo, orando, girando, abrazándose, aplaudiendo, actuando como poseídos cuando los apuntaban las cámaras y de ponto se los veía charlar, fumar, darle a la birra o al fernet con movimientos más coordinados, sin tanta aparatosidad, cuando creían que los camarógrafos habían apagado sus filmadoras.
Hagan este sencillo cálculo: sumen su edad a las dos últimas cifras de su año de nacimiento. ¿Quizás el resultado sea 111? Pasado el susto inicial, esta casualidad no tiene más que una lógica explicación matemática aunque, para algunos, pueda haber un mensaje oculto. El 11 del 11 de 2011 se ha convertido en la nueva fecha señalada por profetas apocalípticos como el fin del mundo. Según ellos, el impacto de un meteorito, una explosión solar o un nuevo desastre natural amenazan nuestra superviviencia.
Más allá de las creencias de cada uno, de los cultos y religiones, la invitación era convertir el 11 del 11 del 11 en un día especial de conciencia y encuentro con el espíritu. Una oportunidad para aprender a convivir fraternalmente. Si de algo podía servirnos esta fecha entonces era para reflexionar que en la medida que todos nosotros, como humanidad, nos esforcemos por crear un mundo mejor, eso es lo que lograremos, y de no conseguirlo, seremos nosotros, y nadie más, los únicos responsables de lo que ahora anuncian como “El Fin del Mundo”.
Respeto las creencias de todos, no hay una creencia mejor que la otra mientras no se le haga mal a nadie. Eso sí… Miremos agudamente a ciertos personajes que se escudan en éste tipo de Organizaciones espiritualistas para aprovecharse de la ingenuidad y la Buena Fe de muchos, esos vivos que, recuerden, se aferrarán el año venidero a que los mayas hablan del 21 de diciembre de 2012 como la fecha del fin de la civilización humana tal y como la conocemos para montar otro operativo con el cual se pasarán flores de vacaciones.