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Violencia contra la mujer: La responsabilidad de los periodistas

La periodista Verónica Toller, directora del Observatorio de la Vulnerabilidad en la Universidad Austral, considera que frente al drama de los femicidios los profesionales de prensa pueden contribuir mucho más, y sugiere: “Aportemos a identificar las señales de violencia, a dar caminos de ayuda, hablemos a las familias, a los padres, a los varones, a los policías, los jueces, las universidades, los estudiantes”. También propone interpelar a los distintos sectores sociales sobre qué hacen para prevenir la violencia contra las mujeres.

“Somos periodistas. No somos meros espectadores o repetidores de versiones. Creo que el periodismo solo puede ser una cosa: justo. Solo puede perseguir un rédito: una vida mejor para todos. Y sé que muchos periodistas varones y mujeres trabajamos convencidos de ello”, destaca en un artículo.

Toller considera que “falta más” y sugiere: Vayamos a impulsar que el crimen no quede impune, insistir con el caso, no pasar a otro tema a los dos días y dejar la historia atrás, casi como un acostumbramiento.

“Necesitamos preguntar más, ir a los fiscales, exigir datos del proceso, reclamar contra la mora judicial, averiguar cuántos casos quedan judicializados, cuántos en estudio, cuántos en la nada…; preguntar al Estado por presupuesto, logística. No puede obtener resultados un solo fiscal con 20 femicidios a la vez y sin equipo humano suficiente”, sostiene.

“El tema es de interés público, no solo una cuestión de mujeres o de las víctimas. Aportemos a identificar las señales de violencia, a dar caminos de ayuda, hablemos a las familias, a los padres, a los varones, a los policías, los jueces, las universidades, los estudiantes. Preguntemos qué hacen las empresas para prevenir la violencia contra las mujeres, qué hacen los planes educativos, qué hacen las propuestas de los candidatos políticos”, subraya, y concluye: “Vayamos por más”.

Texto del artículo
8M y la violencia contra la mujer: la responsabilidad como periodistas
Una mujer cada 26 horas. O 327 mujeres asesinadas en el año 2019 en la Argentina. O digamos que una de cada 3 mujeres (35%) en el mundo ha sufrido violencia, en particular violencia sexual. Y eso, sin contar las violencias verbal, física, psicológica, económica… El mayor número de agresores se encuentra dentro del hogar: la pareja o la ex pareja. La violencia contra las mujeres está sobre la mesa. Ya nadie puede mirar para otro lado o negarla. No es que “ahora es un hecho”: la violencia contra las mujeres por razones de fuerza, poder o desprecio (en eso consiste la violencia de género) existió siempre. La diferencia es que ahora ya no puede callarse. Y nosotros, nosotras, periodistas y medios de comunicación, tenemos gran responsabilidad en ello.

El dato de los 327 feminicidios proviene del Observatorio de las Violencias de Género “Ahora que sí nos ven”. Según otras fuentes, como Casa de Encuentro, la cifra de muertas por feminicidio en la Argentina 2019 es de 299 mujeres. El 63% de los feminicidios fue cometido por la pareja o expareja. Quedaron en la Argentina unos 270 niños y adolescentes huérfanos por esto. Y el dato de 1 cada 3 es de 2017 y emitió el alerta e informe la Organización Mundial de la Salud.

Cifras abrumadoras. La pregunta es: ¿qué hacemos con ellas?
Como mujeres, corremos uno de dos riesgos: o paralizarnos (el miedo es fuerte; parálisis que significa no salgas de noche, no vayas sola a…, no hagas; enseñar a nuestras hijas a encerrarse como autoprotección) o volvernos refractarias, descreídas, endurecidas (no creas, no confíes, no, no, no…). Ojalá, por el contrario, sirvan para tomar conciencia, educar diferente a nuestros hijos e hijas, y reclamar por seguridad, derechos, deberes.

Pero quiero pararme ahora como como comunicadora: ¿qué hacemos con las cifras? ¿Qué hacemos con los datos?

Los medios conocemos bien el fuerte impacto de las estadísticas y las infografías. Abrí este artículo con números que son un golpazo en la cara. Lo sé: ¡por suerte, hay datos! Hoy, nos dan conciencia y visibilizan lo que sucede.

Pero… ¿y? ¿Qué más?

Es que como gente de prensa, varones y mujeres periodistas tenemos una tarea pendiente: ir más allá. No convertir la cobertura de casos de femicidio en un espectáculo, un guion de televisión, un entretenimiento más.

¿Seguimiento o sensacionalismo?
Lourdes Ramírez, periodista hondureña premiada y también amenazada por sus investigaciones, consultora de la ONU y de otras organizaciones en materia de derechos humanos y de violencia contra la mujer, habló este viernes 6 en un webinar sobre cobertura de feminicidios: “No hay seguimiento como periodistas sino sensacionalismo –dijo-; cubrimos el emergente, nos quedamos con la historia de la víctima y no la del victimario, repetimos hasta el cansancio que él la mató porque ella hizo esto o lo otro o iba vestida así… Parecemos a veces más escritores de un guion de televisión que investigadores periodísticos”. Entonces, “lo que transmitimos termina siendo una suerte de justificación repetida, hay un por qué la mata, desde lo que dice la autoridad en la escena del crimen hasta el titular sensacionalista del medio”.

Y aparecen los detalles: cómo la siguió, qué le dijo, de qué forma la golpeó, qué ropa llevaba ella, quién era la víctima, qué hacía, cuantos hijos, cuántas parejas tuvo, de qué trabajaba…; se le da la palabra al victimario, que cuenta desde la cárcel sus porqués. Y construimos un escenario donde, en el relato, ella hasta parece culpable de cosas.

El webinar, convocado por Connectas (organización que nuclea a periodistas latinoamericanos), tuvo también la palabra de otros dos expertos: Juan Camilo Maldonado (de Colombia) y Valeria Durán (de México). Ambos insistieron en la misma línea. “En Colombia, según estudios, el 80.5% de las coberturas de medios no revelan cifras de contextualización del caso. Y entre el 70 y el 80% de las notas contienen problemas de datos, de terminología, no dan rutas de solución, números de contacto… Una cosa es el registro y otra es cómo lo estamos informando”, remarcó Maldonado. “Hay un reto colectivo de cambio cultural a todos los niveles, empezando por nosotros mismos, y se debe dar uno a uno, periodista a periodista, reportero a reportero”.

La mexicana Valeria Durán agregó que debemos aportar algo diferente. Que tras nuestras coberturas no se diga “otro caso más”, o sirva para husmear cómo la mataron. No se trata de revolcar la historia sino de aportar. Quedarse con la primera versión (“la mató porque ella…”) es una forma de revictimizar a las víctimas desde nuestros titulares y nuestro estilo de cobertura.

Cuando la información no está bien dada
Rita Segato, antropóloga y feminista, investigadora de las estructuras de violencia contra la mujer, habló en 2019 en la Feria Internacional del Libro en Neuquén. Alertó acerca del tratamiento mediático de la violencia femicidia. Los medios, apuntó, hemos dejado de cubrir los suicidios, porque el suicidio “es contagioso”. Y es verdad. Recuerdo que, siendo Jefa de Redacción del Diario El Día de Gualeguaychú, adopté como norma en conjunto con la Dirección del medio no dar reportes de suicidios, sino hablar del tema como problema de salud social. Porque el caso a caso siempre traía efecto dominó.

Con los femicidios pasa algo similar. “Debe haber información, solo que está mal dada porque se lo presenta como espectáculo”, explicó Segato a colegas de La Mañana de Neuquén. “Cuántas veces se mata a una misma mujer en la pantalla de la televisión –dijo-. Se glamoriza en el sentido de que se transforma en un espectáculo. Se lo repite, se lo analiza, se buscan detalles, sin ningún cuidado para el mimetismo que produce en la gente. El femicidio es contagioso y la violación como la de Thelma Fardin también es contagiosa. Y no hay una voluntad mediática por ver cómo se va a tratar la cuestión de la ofensa sexual y la ofensa letal contra las mujeres. (…) Debería haber un debate entre editores, profesores de comunicación, dueños de periódicos, dueños de canales de televisión, psicólogos sociales. Un debate mucho mayor sobre cómo se muestran estos fenómenos a la sociedad, de manera de informar sin promover, sin contagiar. (…) Aunque al agresor se lo muestre como un monstruo, es un monstruo potente y para muchos hombres la posición de mostrar potencia es una meta. Entonces, el monstruo potente es éticamente criticado, es inmoral, pero a pesar de eso, es mostrado como un protagonista de una historia y un protagonista potente de una historia. Y eso es convocante para algunos hombres, y por eso se repite”.

Nos debemos a la búsqueda, a analizar más allá
Somos periodistas. No somos meros espectadores o repetidores de versiones. Creo que el periodismo solo puede ser una cosa: justo. Solo puede perseguir un rédito: una vida mejor para todos. Y sé que muchos periodistas varones y mujeres trabajamos convencidos en ello.

Pero falta más. Vayamos a impulsar que el crimen no quede impune, insistir con el caso, no pasar a otro tema a los dos días y dejar la historia atrás, casi como un acostumbramiento. Necesitamos preguntar más, ir a los fiscales, exigir datos del proceso, reclamar contra la mora judicial, averiguar cuántos casos quedan judicializados, cuántos en estudio, cuántos en la nada…; preguntar al Estado por presupuesto, logística. No puede obtener resultados un solo fiscal con 20 femicidios a la vez y sin equipo humano suficiente.

El tema es de interés público, no solo una cuestión de mujeres o de las víctimas. Aportemos a identificar las señales de violencia, a dar caminos de ayuda, hablemos a las familias, a los padres, a los varones, a los policías, los jueces, las universidades, los estudiantes. Preguntemos qué hacen las empresas para prevenir la violencia contra las mujeres, qué hacen los planes educativos, qué hacen las propuestas de los candidatos políticos.

Vayamos por más.”.-

Fuente: Prensa AICA.-