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Venta de zapatillas para básquet: CABB, federaciones y asociaciones podrían sumar fuertes ingresos

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Ex jugadores de Liga y/o de diferentes plazas del básquet argentino importan prendas y zapatillas relativas a este deporte sin ningún tipo de inconveniente. Luego las venden cash o como máximo en dos cuotas. Hasta hay dirigentes que lo hacen… Mientras, las casas de deporte de la Argentina denuncian que tienen enormes dificultades para “stockearse” con calzado de baloncesto. Allá por el 2013 decían que el “Efecto Moreno” causaba enorme perjuicio. ¿Y hoy? Se importa de todo, pero los comercios del rubro esgrimen continuar con trabas. ¿Cómo hacen otros? ¿Por qué no actuar Confederación, federaciones y asociaciones para aliviar los bolsillos de los padres o de los propios basquetbolistas Mayores/Seniors y hasta sumar nuevas modalidades de ingresos? ¿Y si volvemos a las Flecha o Topper de lona? Las usamos en los 70/80 y no había tantas lesiones. Ni hablar de las superficies que pisábamos. O las canchas al aire libre…

 

El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se propuso frenar la huida de divisas al exterior y equilibrar la balanza comercial, además de impulsar el desarrollo de la industria nacional. Pero en la práctica, con las restricciones a las importaciones el mercado comienza a trastabillar, porque no llegan –o llegan a muy alto costo– componentes, insumos o productos terminados que acá no encuentran reemplazo.

Las compras en el exterior a través de páginas web se convirtieron en una salida para muchos que no consiguieron productos en el mercado local.

 

Hoy, calzados y prendas de básquet tienen a lo largo y ancho del país sus “representantes”, en la mayoría de casos ex jugadores, algunos de, otrora, enorme prestigio y muy queridos en el ambiente. Obviamente súper confiables.

También, en nuestra ciudad, hay entrenadores y dirigentes que suelen solucionar esta carencia de productos, oficiando de “intermediarios” y trayendo -desde los Estados Unidos- zapatillas, remeras, buzos, shorts como hasta artículos de merchandising varios.

 

¿Cómo hacen con la operación de importación? Ni idea. Seguramente tendrán alguna franquicia o privilegio que les posibilita otorgar ese servicio valiosísimo, teniendo en cuenta la inercia de los empresarios de la Región que por algún motivo impreciso, difuso y hasta confuso, desde hace décadas tienen dificultades para vender indumentaria de basquetbol.

 

Resulta increíble que comerciantes de Paraná o Santa Fe expongan tantos presuntos obstáculos para tributar una prestación acorde con sus trayectorias y el prestigio de sus locales.

Pero es tan sorprendente o asombroso como indiscutible. De hecho que, hasta sus empleados terminan aconsejando “llame a éste ‘importador’ o a éste otro…”, cuando resignados no están en condiciones de vender, especialmente un par de zapatillas para esta disciplina.

 

De tal manera, quienes se adentraron en el mercado importador “minorista” y hoy ofrecen muy buenos productos -aunque con dos dificultades: el tiempo de adquisición y la forma de pago- exhiben una prosperidad satisfactoria y hasta no tienen más alternativas que seleccionar las solicitudes innumerables, dando turnos para poder cristalizar exitosamente la operación.

Justamente, esa es una de las trabas: la falta de stock inmediata y luego se presenta la traba para los adquirentes en lo inherente a que en este tipo de transacciones no existe la tarjeta de crédito y menos la amplia financiación.

 

No es lo mismo ir a una casa de deportes y adquirir un calzado o remera o buzo y abonarla con amplias variables de plásticos, llevarla de inmediato y contar con ese plazo de pagos tan imprescindible.

Quienes importan, más allá de sus equipamientos de indiscutible calidad y hasta de confiar en sus clientes otorgando dos cuotas, no ofrecen, más allá de remeras, shorts o buzos, calzado en forma rápida. Deben elevar pedido, abonar una entrega, y esperar el tiempo prudencial que va de 15 días mínimo a 45 días máximo todo depende de cuándo efectuaste el pedimento.

 

Por ende, suele suceder, entre los chicos de 12 a 19 años que, en ese mismo lapso de espera sus pies crecen y cuando llega la zapatilla les queda chica o incómoda.

Pero está el ejemplo cabal relacionado a ello de pibes que sufren hasta lesiones por no contar con el calzado ideal a tiempo y lo paradójico: compran la zapatilla importada y muchas veces, sin probarla apropiadamente, usan la misma y no era lo que sus pies necesitaban.

 

La gestión de los importadores es muy útil e innovadora, como beneficiosa. Sin embargo, es un derecho inalienable el poder concurrir a un comercio local y conseguir zapatillas de marcas importantes sin tantas restricciones.

Está en juego la salud de niños, adolescentes y jóvenes que generalmente gastan entre dos a tres pares de calzados por año, o no solo los desgastan sino que, como ya lo expresamos, aumentan su número de modo vertiginoso, acorde al crecimiento de la talla.

 

Por consiguiente, no es la primera vez que lo advertimos, es imprescindible entonces que desde Asociaciones y Federaciones se eleven notas de preocupación, evidenciando desvelo por la coyuntura, para que la Confederación Argentina presente ante el Gobierno nacional una misiva en la cual se describa la problemática.

 

En una recorrida por las casas de deporte de Paraná y Santa Fe pudimos apreciar que la faltante de zapatillas de básquet es grave y por lo que pudimos recabar en diferentes ciudades del país, vía Redes Sociales, sucede lo mismo y los insultos a empresarios y Gobierno son de calibre variado.

 

¿Qué se espera? ¿No llegó el momento de exponer debidamente a las autoridades gubernamentales que el básquet ha tributado a la Argentina las más gratas y constantes alegrías deportivas en los últimos tres lustros? Por ende, al Derecho privativo de cada habitante, se le suma una prerrogativa contundente, un fundamento irrefutable para flexibilizar ésta providencia aduanera.

Estamos convencidos que las autoridades nacionales deben tener sobre su mesa cientos de pedimentos con sus argumentos respectivos ligados a diferentes rubros, pero consideramos que sería estupendo un diligenciamiento oficial/formal en pos de destrabar la operatoria que condiciona a una de las plazas basquetbolísticas mundiales de mayor prestigio.

 

Y de última, así como hay exjugadores y dirigentes que pueden importar estos productos, insistimos, no tenemos idea de cuál es la metodología, bien podría instrumentarse de común acuerdo con el Gobierno, que la CABB o sus afiliadas pueda/n tener store/s para vender artículos de básquet y de este modo el círculo se cierre convenientemente.

Si los empresarios o comerciantes no quieren, no pueden o no saben cómo poder satisfacer las necesidades de sus clientes, que los estamentos del basquetbol argentino lo hagan sin perjuicio del negocio que han montado los actuales vendedores y, de por sí, contribuyentes que posibilitan el ingreso al país de todos esos productos que, extrañamente, los propietarios de firmas comerciales no importan por alguna razón que desconocemos.

 

La situación es simple: sin estos vendedores, quizás hoy no habría básquet por falta de calzado conveniente. ¿Por qué? No tenemos la menor idea… Es muy borroso, indefinido. Los empleados de comercios invocan que las firmas no envían el surtido imprescindible. Y hasta confiesan que no hay elección sino imposición de modelos.

Inaudito es poco… Suena hasta ridículo. Pero no tenemos la palabra oficial, ni de empresarios, ni de las firmas internacionales. Ojalá alguien se haga eco de esta Columna Editorial y nos despeje la incógnita.

 

Mientras, sería espectacular que la CABB tome nota. O quizás, de última, habrá que volver a las fuentes y usar las zapatillas con las que supimos jugar y no había tantas lesiones pese a que no había tecno-pisos o estadios cubiertos…