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Varisco no llamó a Bahl y solo genera más discrepancia contra sí mismo

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- El actual vicegobernador de la Provincia de Entre Ríos, y electo intendente de Paraná, Adán Bahl, aseguró que “no nos ha llamado Varisco, ni su candidato a la viceintendencia, ni sus concejales que en la mayoría de los casos hoy son funcionarios. Nos interesa tener un espacio de diálogo para llevar adelante una transición ordenada”. Una coyuntura muy poco fecunda.

 

Nadie puede discutir que Sergio Varisco ha soportado estoicamente no solo el drama de ser inculpado en diversas caudas judiciales de extrema gravedad, sino también ha sufrido el escarnio público y sobre todo periodístico desde distintos sectores, muy especialmente de medios porteños e inclusive, sobrellevó la acusación de miembros del Gobierno de Mauricio Macri.

De más está decir que la presunción de inocencia es un Derecho que todos los ciudadanos argentinos deberíamos gozar, sin embargo, al intendente lo sometieron a un ataque feroz.

 

Podemos tener nuestra concepción, visión, criterio, subjetividad; podemos adoptar una posición; pero es innegable que Varisco sufrió una invectiva atroz, una permanente difamación por parte de sectores muy notables de la prensa nacional, en connivencia con políticos del propio gobierno nacional como Lilita Carrió o hasta de Patricia Bullrich, y así se dio la prioridad “de comer la cabeza” a lectores, oyentes, televidentes, para crucificar, estigmatizar al presidente de la Comuna Capitalina entrerriana.

 

Su cuerpo también le jugó una mala pasada, quizás respondiéndole por tantos descuidos de él, fiel, a su complejo carácter, en especial a su pasión desenfrenada por la política y todo lo que ello acarrea si no se es mesurado, prudente.

Varisco se autoflageló en ese sentido, y causó inocultables estragos en su salud, motivando la impactante derivación a la Fundación Favaloro y dejar la gestión durante un período que pudo ser más metódico, más sistemático, más ajustado a lo que el Pueblo quería ver: una Municipalidad sin Varisco, pero conducida por un representante visible.

 

Fue un grueso error del intendente y su séquito. Pensaron que la institucionalidad no tendría transformaciones y/o no sería eje de discusión en la agenda del ciudadano.

Peor aún… El silencio oficial respecto a su tratamiento echó a volar innumerables versiones, la mayoría pletóricas en deshonra, en afrentas, mancillándolo aún más.

 

Todo esto le jugó muy en contra. Demasiado. Y no lo quiso ver… Pero tampoco desde su entorno le hicieron ver que se estaba equivocando con tanta tozudez. Y si así lo hicieron, no consiguieron que reflexione adecuadamente.

Paradójicamente, en las Primarias ya sintió el estremecimiento que las Generales serían complicadas y no tuvo mejor idea que buscar votos con alianzas desesperadas en vez de cambiar el mensaje.

Pero lo peor que pudo hacer fue ir a la Batalla con un espíritu irrefrenable, sin cuidar la incontinencia verbal, y sobre todo, sin controlar la virulencia de ciertos sectores que parecieron apoyarlo y en realidad lo único que lograron fue mancillarlo más.

 

Respetuosamente, y hasta con afecto, diremos que Sergio Varisco es un “Animal Político”. Y lo decimos en el buen sentido. Nada sabemos de lo que se le acusa más allá de los rumores, de las inculpaciones, de las imputaciones. Ni siquiera lo imaginamos…

Pero sí conocemos de él su tendencia a trabajar celosamente con un manejo absoluto, anotando todo, controlando todo, con el gravísimo error en la elección de lo poco que deriva y el no adoptar las medidas oportunas y enérgicas para revertir cualquier clase de error que pudo cometerse en el fragor de las Campañas donde por ahí se pierde el equilibrio con tantos reclamos, tantas demandas escuchadas y hasta propuestas trasnochadas.

 

Varisco con su silencio de hoy, otorga. Pero a la vez se equivoca profundamente en no mirar su propio futuro. ¿Puede pensar en una proyección nacional si no consigue derrotar innumerables “fantasmas” o vicisitudes que se le vienen plantando delante de su camino?

Podemos entender su cansancio, su agotamiento, su extenuación. Sabemos de su reincidencia por el cigarrillo. Interpretamos sabiamente que cuando el cuerpo dice “basta”, es BASTA.

 

Sin embargo, el protocolo no le debería impedir levantar un teléfono y llamarlo a Bahl como al propio Bordet. Al menos como un rito ya debería haber compuesto un mensaje enriquecedor de reconocimiento al triunfo adversario.

No obstante ya desencantó a sus propios seguidores, a su entorno, a los que confiaron ciegamente en él en la noche del domingo cuando decidió recluirse y dejarla sola, vulnerable más que nunca a la luchadora incansable de su hija Lucía o a sus más estrechos y abnegados colaboradores que no tenían palabras para desentrañar tanta tristeza, tanta desilusión por el revés y por no saber qué pasaba con su líder.

 

Todavía está a tiempo de revertir la coyuntura Varisco. Él es un demócrata empedernido que durante toda su trayectoria política ha intentado imitar y aún mejorar el legado de sus antecesores radicales máximos.

Con este silencio falla. Incurre en un desliz, en un yerro, en un desacierto que podría revelarse como un “tirar la toalla” incomprensiblemente.

 

Bahl será a partir del 10 de diciembre el nuevo intendente de Paraná. Hasta ese día, Varisco tiene tiempo, en casi 6 meses, de potenciar sus méritos y rectificar los rumbos inconducentes.

Mientras, está a tiempo de no quedarse afuera del mapa político argentino para lo que viene. Solo debe salir a la palestra y ejercer su investidura con DIGNIDAD. Ojalá logre discernir estas palabras, no tan periodísticas sino redactadas desde el sentimiento mismo de un ciudadano que no esperaba esta actitud inconveniente, justo en un momento de país en el cual se precisan consensos y parar con tanta divergencia yerma, estéril, improductiva.