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Urribarri, entre la Jefatura de Gabinete, el Ministerio del Interior y una cancillería

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Sergio Urribarri quedó fuera de las listas para el Parlamento de la Nación. Y no fue una sorpresa. Se venía pergeñando esto hace rato. Claro está… sin soslayar conciliábulos donde tampoco faltaron idas y vueltas, marchas y contramarchas. Su discutida imagen en cuanto a causas judiciales que lo han venido jaqueando, gestó posiciones encontradas con Gustavo Bordet, pero primó la sagacidad, la agudeza; y el reconocimiento vendría por el lado de la Fórmula presidencial del Frente de Todos.

 

¿Están peleados Urribarri y Bordet? Para nada. Sí, el actual gobernador suele ser muy firme en sus posicionamientos y la teoría se sustentaba en que las alianzas, las coaliciones debían conservar una estructura homogénea en cuanto al tratamientos de leyes que se bajan a las provincias desde el Congreso, buscándose que los votos parlamentarios -sean negativos o positivos- tengan por prioridad el interés provincial y no la convicción idealista del legislador o legisladora de turno.

 

Es obvio que lo ocurrido en estos 3 años y medio de Gobierno testimonió cortocircuitos entre lo que esperaba el gobernador de sus diputados y senadores en la legislatura nacional, y el consenso esperado arrojó chispazos perniciosos a la hora de medir la armonía entre Ejecutivo provincial y Poder Legislativo de Nación.

 

Bordet es un mandatario muy aferrado a sus convencimientos y muy proclive al orden, al equilibrio, a la prolijidad.

Urribarri, es un “Animal Político” (lo decimos en el buen sentido…). Pasional, sanguíneo, digamos que hasta intransigente a la hora de luchar por modelos, arquetipos o lisa y llanamente, sueños.

 

Sin duda alguna, Bordet, un tipo metódico, sistemático no puede estar peleado o enemistado con Urribarri, pero ello no representa un compromiso con las designaciones, nombramientos o candidaturas.

La sucesión gubernamental del 2015 fue en excelentes términos con el ex gobernador ocupando la presidencia de la Cámara Baja, pero las posteriores irrupciones públicas de causas judiciales hasta allí disimuladas con astuta sutileza, conllevaron a que Bordet extreme las medidas de alerta en cuanto a evitar que repercutan tóxicamente en su mandato y/o en su futuro.

 

Por eso no extrañó el armado de las listas para las Elecciones 2019, Primarias y Generales, ya celebradas. Claro que, se esperaba, otra estrategia para el armado vencido este sábado a la medianoche.

Propios y extraños imaginaban a Urribarri ocupando un escaño en el Congreso. Sin embargo, primó una táctica distinta, quizás en cierto modo fortalecido con lo del fallido Sueño Entrerriano del ex mandatario en llegar a la presidencia.

Con una relación inmejorable en la estructura Kirchnerista, pero a la vez, con un trato ultra positivo con Alberto Fernández, Urribarri cosechó altísima aprobación con su gesto de independizarse de las listas entrerrianas para el Congreso de la Nación.

 

Y no es descabellado presagiar que para él y su círculo íntimo llegan buenos momentos si el Pueblo confiara en el Frente de Todos, más allá de las cuestiones que deban resolverse en sedes tribunalicias oportunamente.

Por Redes Sociales, y vía telefonía móvil nos llegan versiones para nada descabelladas. Hay lugares claves en el Equipo de Alberto y Cristina Fernández: Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, Jefe de Gabinete de Ministros, Secretaría General o hasta una Cancillería (o Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto).

 

Urribarri no quedará afuera de triunfar la Fórmula Fernández-Fernández. No tenemos la menor duda. Procesos legales al margen, es una figura de indiscutible predicamento que será nexo de relieve entre la política nacional y las provincias.

¿Qué ocurriría si Macri continuase en el Poder o si sucediera un milagro con otra Fuerza mediante las urnas? Difícil pronosticarlo, aunque, el resultado podría ser devastador para el concordiense y allegados, esencialmente por lo de las cuentas rendir en esferas tribunalicias, más allá de la lógica presunción de inocencia que le cabe hasta tanto se pronuncien los magistrados.