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UPD: ¿hasta cuándo vamos a mirar para otro lado?

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- En la madrugada de hoy se dio la bienvenida a una nueva edición del Último Primer Día de Clases; un rito que agrava la crisis inocultable de la ingesta de alcohol y hasta de sustancias prohibidas, como de conductas inapropiadas en la juventud paranaense. La onda es juntarse todos los estudiantes secundarios del último año en el Parque Urquiza o Costanera y allí dar rienda suelta a una “celebración” que culmina con una amplia mayoría de estudiantes asistiendo a los colegios en lamentable estado. ¿Cómo se soluciona tan delicada coyuntura? No hay recetas mágicas, pero…

 

El ritual de juntarse todos los estudiantes del último año de la Secundaria trajo aparejado este año riñas, botellazos, y algunos chicos en Guardias de centros de salud, nosocomios privados y hospital San Martín con cuadros etílicos de variado grado, sintomatología inherente a haber consumido sustancias o medicamentos inadecuados, y en algunos casos, cortes o heridas producto de reyertas que no implicaron graves saldos por la tarea preventiva de personal policial que anoche se duplicó en la zona de los “festejos”.

 

El Último Primer Día de Clases ya forma parte de una costumbre evidentemente NO controlada por los mayores. Cierto que la generalización produce lógico dolor o comprensible estigmatización a padres y madres ejemplares, pero -tristemente- crece de manera vertiginosa una abrumadora mayoría de chicos sin control.

Una “solemnidad”, un “culto” al absurdo, al grotesco de beber indiscriminadamente durante toda la noche precedente a la primera jornada del último ciclo lectivo secundario, sin faltar otros excesos que constituyen una “previa” contradictoria, tan extravagante como incongruente y en definitiva una falta de respeto total por los establecimientos educativos a los cuales luego concurren en estado deplorable y hasta con procederes tan desafiantes como violentos.

 

El UPD viene a ser una especie de “desafío” con “metas” u “objetivos” discordantes, o en las antípodas de lo que realmente debería ser un inicio de la última etapa secundaria.

Y cueste concebirse así (o no…) es PLENA responsabilidad de los padres que DEBEMOS poner límites mediante el diálogo, la charla franca, el consejo sincero y esencialmente EL EJEMPLO.

 

Por estas horas, el UPD ya no solo genera serios trastornos en escuelas, colegios, institutos… Ocasiona conflictos comprometidísimos como riñas, destrozos, suciedad pestilente, al no existir un CONTROL adecuado a la manifestación, pese a las buenas intenciones del personal policial apostado en zona del Parque y Costanera.

No es necesario hablar de “castración”, “prohibición”, “proscripción” o peor aún… “represión”. Hablamos de evitar el DESCONTROL.

Y si bien está MUY claro que hay un disyuntiva elocuente en el obrar de los padres, también es indudable que ha llegado la hora que ediles y legisladores se pongan de acuerdo en proyectar, debatir y aprobar leyes que REFUERCEN los límites hoy avasallados.

 

En realidad, hablamos del UPD, pero en verdad, los chicos tienen su “bautismo” alcohólico, de tabaco y hasta de drogas o psicofármacos a muy temprana edad. Sin ir más lejos, basta asistir a un cumpleaños de 15 para ver cómo se montan “barras” con bebidas alcohólicas servidas indiscriminadamente o se disponen recipientes con toda clase de botellas y/o latas de productos con alcohol y de altísima graduación.

 

De hecho, hasta en los menús o cartas, se “legitima” lo que se tomará esa noche, todo ello bajo plena autorización de los padres de la jovencita agasajada.

Pero ojo… No pongamos solo a “la noche” como ámbito ideal del desenfreno. También suele darse el acceso al consumo de alcohol en los clubes y a toda hora.

 

Es axiomático… Innegable… Hay un problema espinoso que se arrastra desde décadas pero se ha profundizado desenfrenadamente en los últimos años: la crisis que se padece en el seno de LA FAMILIA.

Y hete aquí el punto en cuestión que debería analizarse exhaustivamente: ¿quién se hace cargo de todo el daño que puede hacerse o puede hacer un chico, una chica de 16/17/18 años alcoholizada, drogada o en un estado de agresiva excitación?

 

Es un buen momento para que los concejales, senadores y diputados, junto a sus costosísimos asesores, junto a funcionarios educativos, de salud y deportes, proyecten un URGENTE cambio, creando leyes que refuercen, sostengan, re-apuntalen límites transgredidos por la inconsciencia de pibes y pibas, contemplados pasivamente por padres que DEBEN HACERSE CARGO DE LA RESPONSABILIDAD PERTINENTE y -como actitud primaria- prefieren mirar para otro lado en pos de soslayar discusiones acaloradas con sus hijos.