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Un diezmado Unión le propinó fuerte dolor de cabeza a Echagüe

De cara a lo que serán sus intervenciones en el Circuito Profesional del básquet argentino 2016/2017, Unión de Santa Fe (TNA) y Echagüe de Paraná (flamante adquirente de plaza en LNB) se enfrentaron anoche en el “Ángel P. Malvicino”. Una victoria por 84 a 81 dejó con semblante optimista al equipo de la Segunda División que no contó con tres nacionales y sin su ficha extranjera ante un adversario completo y con tres fichas foráneas.

 

Lo de Echagüe en la vecina orilla debería generar básica, primaria inquietud. Claro está… imposible pretender que cualquier equipo renovado casi íntegramente se muestre homogéneo en tan solo dos ensayos de pretemporada en los cuales se privilegia la rotación.

De hecho, suele ocurrir a menudo que muchísimos planteles demoran más de una Fase o hasta hay casos en los cuales no basta toda una temporada para hallar la puesta a punto.

 

Sin embargo, el tan solo reflexionar que Unión jugó sin Fernando Podestá (uno de sus valores principales Mayores), Facundo Jeréz (U23), Matías Borsatti (U19) y Jordi Godoy (U21), como a la vez aún no cuenta aún a Justin Herold, ala-pivot de 2m03 -nacido en Santa Rosa, California-, que estará llegando a Santa Fe para sumarse al “Tate” a mediados de septiembre, debería crear una primaria preocupación al cuerpo técnico de Echagüe.

 

A ver si podemos ser más claros: el “Rojiblanco” jugó el amistoso con 4 de sus 6 fichas Mayores (sin su pieza forastera), sin sus U23 y U21, y sin uno de sus baluartes juveniles (el ex Sionista Borsatti.

El “Negro” de la capital entrerriana llegó completo al estadio santafesino, o sea con tres extranjeros y todos sus nacionales. Y perdió.

 

Obviamente, el resultado es anecdótico siendo un segundo examen evaluativo previo a la temporada Regular. Lo que no puede obviarse es que fue ante un rival de una categoría inferior y, como ya enunciamos, sensiblemente debilitado.

Por consecuencia, ponerse a hilar fino de lo ocurrido cuarto a cuarto pasa a ser una ingenuidad.

 

Simplemente, para Echagüe fue una práctica formal con una oposición superior a lo que son los “picados” o los 5 x 5 que matizan la semana donde se profundiza el tomar el mejor estado atlético con miras a lo que viene.

Ahora… ¿hasta qué punto son productivos éstos experimentos a menos de dos semanas del debut oficial? Solo el head coach del AEC lo sabrá. O al menos, nos imaginamos que lo sabe…

 

Sintéticamente, lo mejor que expuso Echagüe fue en el tercer chico (17-21) luego de perder los dos anteriores por un global de 46-41.

Brandon Davis cumplió un estreno satisfactorio en lo singular, pero ya dio las primeras impresiones respecto a que necesitará muchísimo de la pelota, con una voracidad casi incontrolable de comandar cada ofensiva.

Kodi Augustus no decepcionó siendo, por lapsos, vital como ya ocurrió ante Libertad, y el que cotizó más alto fue Daylin Bachynski al predominar con su talla por la falta casi total de oposición en los trapecios.

 

¿El resto? Flojo, con notorias irregularidades en el rendimiento particular trasladando precisamente esos baches a lo colectivo.

Como imaginábamos… por las características del perímetro armado, habrá que ahondar sensiblemente el tema del “control” de la pelota y la circulación o distribución inteligente para no caer en exagerados individualismos.

 

Unión, con poco, hizo mucho. Bruno Barovero y Miguel Isola se vengaron de todo lo que no pudieron brillar en los Playoffs por el Ascenso en la temporada 2015/2016 con la casaca de San Isidro, justamente ante su verdugo de Paraná.

Entre los dos marcaron 43 de los 84 puntos del “Tate”.

 

Lógicamente, como precitamos, Daniel Beltramo debe haber quedado más que conforme con lo forjado por sus dirigidos, sobre todo en lo concerniente a saber cubrir las ausencias con elogiable dinámica y actitud. Mientras que su colega, si cuenta con la dosis imprescindible de autocrítica, debe estar al menos algo intranquilo por la exhibición de sus orientados desde diferentes aristas.

Reiteramos… Nada por dramatizar. Bajo ningún aspecto. Dos amistosos no son la más ínfima vara para medir atributos, carencias, negligencias. Aunque, jugar completo, con tres foráneos y perder ante un adversario marcadamente perjudicado por bajas trascendentes, se erige en una circunstancia para meditar, para examinar con la insoslayable rigurosidad.