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UADER, centro de controversias, reclamos y paradojas incomprensibles

Lo que viene aconteciendo, en el marco del proceso de normalización de la UADER, invita a la reflexión pues la intransigencia de algunos actores de la coyuntura ya ha implicado muestras de intolerancia como las que se reflejan en tomas gráficas captadas por nuestra página, mediante pintadas realizadas en la zona céntrica de la capital entrerriana. Pero además, hay voces y acciones incipientes que dejan al desnudo una obstrucción de la gestión académica encabezada por autoridades normalizadoras y un latente quiebre de la convivencia democrática en la institución.

 

No debemos alarmarnos por la supuesta politización de los conflictos sino, a la inversa, por el imperio de la anti política a través de la violencia, la injuria y el sectarismo, quedando desvirtuados los reclamos por la violencia de las acciones y por la falacia con el que se plantean los hechos.

La participación de los estudiantes en la gestión de sus reclamos y proyectos forma parte sustancial de los logros pioneros y transformadores de la Reforma Universitaria, sin embargo, en los últimos días ha quedado al desnudo la rebeldía a actuar dentro los estatutos democráticamente aprobados y con respeto por la representatividad de cada claustro y sector, todo bajo la arenga de “guías” que con sus palabras y sus gestos revelan un hipotético (aunque cada vez más tangible) sentimiento contradictorio de sembrar la anarquía aferrándose a un elocuente énfasis despótico en lo que expresan, evidenciando paradójicamente el interés de un “co-gobierno” desoyendo las medidas de la Justicia.

 

La participación política y el debate plural de ideas, para la propia Universidad y para la sociedad que la sostiene, no son accesorios a la formación sino parte de la formación misma, dado que la dimensión profesional y la ciudadana son inescindibles.

Por ende, todo acto unilateral de un grupo o sector en contra del interés general, toda acción violenta, aun cuando aparezcan revestidas de reivindicaciones de abstracta o potencial legitimidad, es por definición antidemocrático y, por resultado, sólo provee argumentos a quienes atacan y desprestigian a la universidad pública y gratuita, a quienes defienden la impostura de un “orden” vertical y una visión elitista de la educación.

Ver y oír a cierto grupo de estudiantes y profesores de la UADER, que parecen no respetar ninguno de los canales institucionales establecidos, nos genera una mezcla de incertidumbre y perplejidad porque ésta Universidad termine siendo rehén de la violencia, de una conducta o actitudes autoritarias, de confrontación, que parecen haberse transformado en el modus operandi de un sector que utiliza la intimidación, la arenga amenazante y el propender a someter al resto de la comunidad universitaria a su voluntad dominante.

Ningún acto de fuerza acelera las soluciones. Por el contrario, agrega problemas y deterioros que dañan y perturban a todos, pues cualquier mueca inherente a algo tan inadmisible y/o inaceptable como el absolutismo, o lo faccioso, el asumir una posición concomitante a modos insurgentes, atenta indefectiblemente contra la vida democrática de la UADER, donde debería primar el respeto por la pluralidad y las diferencias.

Para cerrar ésta columna, inevitable formularnos una pregunta: ¿no se pronunciarán desde altas esferas gubernamentales en torno a los sucesos de las últimas jornadas?… El cariz de los acontecimientos merece, acredita, conocer la posición del Estado provincial en torno a ésta delicada problemática que se va agravando hora tras hora. Esperamos ese manifiesto.