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Tamberos entrerrianos en alerta

La industria les paga el litro de leche entre $ 1,25 y $ 1,45, cuando en julio de 2010 les abonaba entre $ 1,40 y $ 1,50 • Muchos trabajan sólo para salvar los costos y para no fundirse piensan en hacer más agricultura. Ante este escenario, la posibilidad de instrumentar medidas de protesta, aún lejana, podría cobrar fuerza. Todo dependerá de la evolución de los precios.

La posibilidad de instrumentar alguna protesta gremial comienza a tomar forma, tibiamente aún, entre los productores de leche, muchos de los cuales trabajan, en el mejor de los casos, sólo para salvar los costos. Es que el precio que hoy les paga la industria, aunque parezca mentira, es más bajo que hace siete meses.

En julio del año pasado los tamberos entrerrianos recibían entre $ 1,40 y $ 1,50, mientras hoy, a pesar de la inflación y del significativo aumento de los costos de producción, las usinas lácteas les pagan entre $ 1,25 y $ 1,45.

“En un país cuya inflación anual se ubica, aunque el Gobierno no lo reconozca, entre el 25 y el 30 %, y un precio de la leche menor que hace siete meses, no es difícil imaginar la situación que enfrentamos los tamberos”, le dijo a EL DIARIO Ricardo Depino, el presidente de la Cámara de Productores de Leche de Entre Ríos (Caproler), para ilustrar la magnitud del problema en los tambos.

Este complicado panorama podría incluso empeorar porque la sequía impidió hacer reservas y no pocos productores ya se comieron el maíz destinado a silaje.

“Nosotros cobramos menos por el litro de leche, pero los costos no paran de subir”, se quejó Depino, quien, a modo de ejemplo, comentó que la tonelada de alimento balanceado pasó de 550 a 1.100 pesos. También aumentaron el gasoil y demás insumos, y dentro de poco habrá que agregar las mejoras salariales de los trabajadores cuando se cierren las negociaciones paritarias.

La ecuación, claramente, no les cierra a los productores, muchos de los cuales ya están trabajando, en el mejor de los casos, para salvar los costos; otros, en cambio, están en situación de quebranto.

Ante este escenario, no pocos productores piensan volcarse a la soja porque, aseguran, sostener la producción de leche con una rentabilidad aceptable se parece cada vez más a una utopía.

La industria

Las usinas, por su lado, siguen haciendo negocios, al punto que ya se han cerrado contratos para la exportación de leche en polvo a 4.000 dólares la tonelada.

El problema, para Depino, “es muy simple”. “Seguimos con una industria corporativa, que hace buenos negocios, y se puso de acuerdo el año pasado para bajarle el precio al productor de manera que este año el valor no supere la banda de 1,50/1,60”, analizó el tambero de Gualeguaychú.

Aquellos contratos por la leche en polvo –el producto más barato de exportación– le posibilitarían a la industria pagarle al productor, como piso, $ 1,60, analizan los tamberos. Y ese valor podría incluso ser mayor si para el cálculo se tomaran los productos elaborados –quesos y yogures, por ejemplo– que a las usinas les dejan mayor rentabilidad que la leche en polvo.

El precio mínimo de $ 1,60 “podría pagarse este otoño”, según Depino, pero la industria piensa “clavarlo” para todo el año, denunció. Es decir, este año, a pesar de la inflación cercana al 30 %, la industria le pagará al tambero prácticamente lo mismo que en julio de 2010.

Qué hacer

Si las cosas no mejoran, el tambero tendrá que elegir entre dos caminos: hacer más agricultura –más soja, claro– o, tal vez, algo de invernada, con la consiguiente merma en la producción de leche; o empezar a pensar seriamente en la posibilidad de salir a protestar con alguna medida de fuerza.

La segunda opción, según Depino –un pequeño productor que conoce muy bien la realidad de los tambos y la forma de ser de los tamberos– dependerá de la conciencia de unidad que demuestren sus pares.

En fin, la posibilidad de una medida de fuerza aún está lejos pero la histórica estrategia de los industriales de tirar abajo los precios que les pagan a los productores podría acelerar los tiempos y terminar con la paciencia de los tamberos. Depino lo dice con cautela: “Si la situación supera un límite, claramente habrá consenso para salir con alguna protesta”.

Con pocas reservas

La sequía castigó duro a la producción. en el caso de los tambos, puntualmente, demolió los rendimientos del maíz –un insumo clave para hacer silaje– e impidió la recuperación de las pasturas. La confección de reservas, en consecuencia, se vio complicada.

En los tambos entrerrianos se dan tres situaciones: algunos productores –muy pocos– tuvieron éxito con el maíz y lograron un silo de buena calidad; otros, un porcentaje mayor de productores, pudieron hacer silos pero de baja calidad porque la seca derivó en menos volumen; y existe un tercer grupo, la mayoría, que ya se comió el maíz porque no había otra cosa que darle a las lecheras, y ahora deberá salir a buscar reservas.

Sin crecimiento

La falta de incentivos para los tamberos, concretamente los bajos precios que la industria les paga sistemáticamente ante la pasividad del Gobierno, tiene una consecuencia lógica: la producción no crece.

En los últimos cuatros años, la producción lechera de la Argentina, según Caproler, se ha mantenido en el orden de los 10 mil millones de litros, sin crecimiento, mientras países como Uruguay y Brasil, por nombrar sólo a los vecinos, en el mismo lapso han aumentado fuertemente su producción.