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Se retiró Dani Farabello

ESPECIAL.- El base colonense de 1m94, Daniel Edgardo Farabello, nacido el 18 de octubre de 1973, acaba de decirle adiós a su carrera como basquetbolista profesional. Seguirá como coordinador del Baloncesto Formativo de Sport Club Cañadense. 

 

Debutó con la casaca “Celeste” de Sport allá por comienzos de los ’90. Luego, pasó a Andino de La Rioja, llevó su talento a Boca Juniors, Estudiantes de Olavarría, Quilmes de Mar del Plata y de allí saltó al campo internacional. Primero, Vasco Da Gama en Brasil, después al Viejo Continente para vestir las casacas de Pallacanestro Varese, Menorca Bàsquet, y Basket Club Ferrara.

En su vuelta a la Argentina se alistó en La Unión de Formosa y ahora cierra la impecable trayectoria en su viejo y querido Sport.

 

“Yo me siento bien, con los achaques lógicos de la edad, pero mentalmente estoy bien, no me cuesta ir a entrenar, pero ya está la decisión tomada. Le he dado muchísimo a este deporte, el básquet me ha devuelto muchísimas cosas, estoy muy contento con lo que estuve viviendo estos últimos años, pero el físico ya pide un descanso”, señaló Dani al colega amigo Sergio Mamondi.

 

En nota que reproduce Interbásquet, Farabello añadió: “Estoy muy conforme con lo que hice. Todo me costó, todo ha sido sacrificio, nunca nadie me regaló nada y estoy orgulloso con eso. Jugué todo lo que un jugador puede jugar, solamente me faltó jugar Euroliga, pero el resto está todo cumplido. Lo importante es que me divertí y siempre entregué el cien por ciento, más allá de que uno puede jugar bien o mal. Una de las cosas que me critico es, quizás, haber sido muy generoso. Muchas veces tendría que haber pensado más en mí y no tanto en el equipo, pero estoy orgulloso y tranquilo que lo di todo”, afirmó sin titubeos el entrerriano que tan honrosamente nos representara en cada entidad y con la casaca nacional.

Un buen ejemplo el del Dani. Uno de los históricos con mayor talento. Sin duda alguna, un crack.

 

Golpe al corazón

 

Faltaban menos de dos minutos del partido. Instituto ganaba por 20 y solo restaba esperar el final. La pelota, desviada por el pie de un jugador, sale picando bajito hacia el último lugar del banco visitante donde es frenada por el pie de un jugador. Casualidad o como decía un viejo entrenador: “Tratala bien a la pelota y ella siempre te va a buscar”… El jugador es Dani Farabello, quien con los ojos hinchados por la emoción entrega la pelota al jugador rival que viene a reponer del costado. En la cancha se consumen sus últimos minutos oficiales como jugador y cuando suena la chicharra y mientras los jugadores cordobeses festejan el triunfo, los jugadores de Sport, también conmovidos, comienzan a abrazarlo. La veintena de hinchas celestes se rompe las manos aplaudiendo desde la tribuna, unos metros arriba de la escena.

 

Los jugadores rivales de repente comprenden que está pasando en el banco visitante y vienen a saborear una pizca de esa grandeza. La admiración y el respeto ganado generan estas cosas. Ahí está Luchino, el villano del “Varni” por su altercado con Dani, esperando en fila para darle un abrazo a Farabello. Francisco, el hijo de Dani observa la acción y espera respetuoso su turno.

 

Pocos saben que jugó con su brazo derecho desgarrado, que no podía ni tirar al aro. Pero quiso estar. Sintió que debía estar. Porque siempre fue un gran compañero en los equipos que integró.

 

Es el fin de una carrera brillante como jugador. Un talentoso que hizo deleitar a los espectadores y jugó un basket exquisito que lamentablemente no abunda. La definición de Carlos Altamirano en sus fundamentos del base del quinteto ideal del TNA: El mejor por escándalo. Juega a otra cosa” es quizás un buen ejemplo de cómo se retira.

 

Tendrá su partido despedida, con cancha llena y grandes figuras, como debe ser, pero el grado de emoción que se vivió en cancha de Instituto, solo lo generan los grandes.

 

En la tribuna local, la gente llama a los jugadores locales para preguntarles que pasa. Dani en soledad cruza la cancha rumbo al vestuario. La gente de Instituto de pie lo aplaude y ovaciona. El levanta su brazo devolviendo el cariño. Con humildad. Como siempre.

Fuentes: Redacción Cuestión Entrerriana – Interbásquet y Planeta Pelota.-