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Relanzan la C64: la computadora que cambió la historia

La tecnonostalgia ataca de nuevo. Después de que Nintendo haya arrasado con la versión miniaturizada de la NES Mini y la Super NES Mini, ahora le llegó el turno a uno de las computadoras míticas de la década de los ochenta, la Commodore 64. Este modelo, llamado C64 Mini, es una réplica un 50% más pequeña de la original, con conexión HDMI, 64 juegos en memoria y, lo mejor de todo, sin tiempos de carga.

 

Transcurría el año 1982 cuando esta pequeña computadora estadounidense se codeaba con los productos de IBM y Apple y llegaba a los comercios dispuesto a competir contra la británica ZX Spectrum. La gran guerra de las microcomputadoras estaba declarada, una rivalidad en la que cada uno de los protagonistas defendía su sistema.

 

Por aquel entonces, la Commodore 64 tenía un precio de US$ 595 frente a los US$ 1500 de sus competidores y, por ese motivo, se trató de uno de los dispositivos tecnológicos más vendidos en la historia. Con alrededor de 17 millones de unidades vendidas a nivel mundial, esta computadora permitió que muchos usuarios hicieron sus primeros pasos mundo de la informática, o lo que es lo mismo, jugar sin parar.

 

Con 64 juegos preinstalados y la posibilidad de cargar cualquier otro título de la plataforma a través de una memoria USB, la C64 Mini es un viaje a la era de los 8 bits. En este sentido, uno de los aspectos más destacados de esta nueva versión es la calidad de imagen que consigue en las pantallas actuales. Con una resolución de 720p los pixeles se muestran tan rotundos como nítidos, pudiendo, además, seleccionar entre seis modos de visualización (Pixel Perfecto, CRT para emular el aspecto de los antiguos televisores de tubo y formatos 4:3 europeo y norteamericano) y resoluciones PAL o NTSC.

 

Además de la versión miniaturizada de la mítica Commodore 64 y el cable HDMI, en la caja también se incluyen un cable USB de 1,2 metros para conectar la unidad a la electricidad (no incluye adaptador AC, pero puede conectarse directamente a la pantalla si dispone de este puerto) y un joystick que es una réplica del recordado Competition Pro, uno de los controladores más populares tanto para los usuarios del C64 como del Amiga. De hecho, la presencia de un segundo puerto USB permite conectar otro comando para jugar con un compañero.

 

Jugar con el joystick es imprescindible ya que, a diferencia de lo que pueda parecer en las fotografías, el teclado del C64 Mini no es funcional. Este es, precisamente, uno de los aspectos más decepcionantes del producto, el acabado en general del ordenador y, en especial, del joystick podría ser de mayor calidad. Estéticamente su diseño es bueno, pero los materiales no se sienten al mismo nivel. Para paliar la ausencia de un teclado real, ya que son varios los juegos que lo necesitan, se puede acceder a uno virtual, pero lo cierto es que “teclear” con el joystick no es muy cómodo.

 

Por suerte, existe la opción de conectar un teclado a través del puerto USB, una característica que de seguro aprovecharán aquellos usuarios que quieran volver a teclear código en el BASIC. El C64 Mini incluye una versión totalmente funcional de este lenguaje de programación con la que es posible escribir y guardar programas utilizando los cuatro slots de guardado de los que dispone la máquina.

 

La posibilidad guardar las partidas también está disponible en los juegos. Cada título cuenta con cuatro slots y, aunque a más de uno le dolerá reconocerlo, es una opción más que bienvenida en pleno 2018, cuando muchos ya no estamos acostumbrados a la endiablada dificultad de los juegos de antaño.

 

Entre la selección de títulos hay una buena ración de plataformas, con clásicos como Monty Mole o Nebulus; los imprescindibles juegos deportivos de EPYX, con California Games a la cabeza; una considerable presencia de matamarcianos, como el espectacular Uridium; y tampoco faltan clásicos aventureros, como el original Skool Daze o las dos entregas de Impossible Mission.

 

Es evidente que el paso del tiempo hizo que hoy en día muchos de estos juegos no parezcan nada del otro mundo, pero aquellas personas que estén dispuestas a tener un poco de perspectiva de la época disfrutarán viendo de lo mucho que llegaran a dar de sí los 64K de la máquina. Efectos de rotación de sprites, múltiples planos de scroll y, sobre todo, la maravillosa música del chip de sonido SID, un aspecto que los creadores de esta C64 Mini han tenido muy en cuenta al destacar el compositor de cada juego en la descripción del menú.

 

Como suele pasar, más de uno echará de menos la presencia de grandes clásicos del sistema, como Maniac Mansion, The Last Ninja o Turrican II, pero la opción de poder cargar programas a partir de una memoria USB, amplía las posibilidades de la máquina más allá de donde han llegado otras versiones miniaturizadas de sistemas clásicos.

Fuente: La Vanguardia.-